El 2 de septiembre de 1999, Rosario conocía por primera vez al periódico “El Eslabón (de la cadena informativa)”, publicación que en aquel entonces era mensual y en blanco y negro, pero que ya dejaba entrever esa firme postura y esa vocación periodística que la identificarían hasta estos días.

En el medio ya han pasado 21 años, crisis económicas, estallidos sociales, una pandemia y un sinfín de eventos y situaciones que han convulsionado a la ciudad, el país y el mundo. En el medio, El Eslabón tuvo que superar mil obstáculos, algunos propios de la coyuntura y otros de su naturaleza cooperativista, con las mieles y los dolores que trae consigo la autogestión. Y sin embargo sigue ahí, firme en los kioscos rosarinos, presente en las calles y acompañando las luchas por los derechos humanos, las mujeres, las disidencias, los trabajadores y las causas justas.

En un nuevo cumpleaños del medio de comunicación, Conclusión dialogó con Laura Hintze, quien desde hace cinco años forma parte de la cooperativa y es actualmente la directora de la publicación.

Por su parte, tras tener experiencia en distintos medios de la ciudad, su llegada al semanario se dio en 2015, por lo que la mayor parte de su trabajo en El Eslabón se dio bajo la gestión presidencial de Mauricio Macri, un dato para nada menor: “Nos tocaron los cuatro años de macrismo, que fueron una pelea muy dura y muy fuerte, y creo que visto ahora con el paso del tiempo, después de que la pasamos, sobrevivimos y tuvimos debates de todo, fueron un montón esos cuatro años. Así que no quiero ni saber lo que deben haber sido estos 21. Un abismo de aprendizajes y demás”.

Cooperativismo y libertad

Este modo de trabajo cooperativo, para Hintze el principal aprendizaje radica en que “todo puede hacerse”, que “hacer periodismo es un compromiso militante” y que “tiene que ser creativo”, algo fundamental teniendo en cuenta las transformaciones constantes en lo que refiere a formatos y plataformas. “Es prueba y error, ver qué recursos tenemos (que por lo general son muy pocos) para hacer lo mejor, lo más visibles y lo más transformadores que podamos”, sintetizó la periodista, para luego ampliar ese último concepto: “Creo que el periodismo puede ser transformador, por más que todos los profesores que amo me enseñaron que no vamos a cambiar el mundo haciendo periodismo, a mí sí me gusta pensar que podemos transformar las cosas haciendo lo que hacemos, aunque sea mínimo. Creo que la creatividad y el compromiso son transformadores, y eso es lo que nos planteamos en El Eslabón”.

A pesar de su experiencia en otros diarios y espacios de militancia, con el cooperativismo y la forma de trabajar de La Masa descubrió un mundo nuevo. Cada martes, la redacción del Eslabón tiene su reunión de sumario, y cada uno de los aspectos de la vida de este espacio laboral son puestos a debate por todos sus trabajadores, desde estrategias, posturas e ideas creativas hasta cuestiones relacionadas a lo administrativo, la infraestructura o la limpieza. Lejos de ser algo tedioso, cada encuentro y cada intercambio de opiniones solamente fortalece al colectivo.

El cooperativismo también permite otra libertad, que a veces suena a utopía para las y los trabajadores asalariados: no tener patrón. “Depender de nosotros mismos y que seamos quienes hacemos todo, que aprendemos, sabiendo que cuesta mucho, pensar todo, apostar a todo, discutir todo, hacerse cargo de todo, es también pensar en la creatividad y en cómo nos vamos adaptando con los recursos que tenemos -que en general no son muchos-, a los nuevos desafíos de formatos y plataformas que hay. Nosotros vamos a prueba y error, nos mandamos, vemos, probamos, imaginamos, y tenemos ciertas posibilidades que están buenísimas, que es algo por ahí en otros lugares de trabajo no tenés. La posibilidad de la irreverencia, de equivocarte, de no ser políticamente correcto, de marcar bien cuál es tu línea, de no tener problemas para decir quiénes somos y qué pensamos y de qué lado estamos, que somos un medio del campo nacional y popular, feminista, latinoamericano. Contrariamente a lo que se piensa, es un universo de muchísima libertad para crear, y a mí eso me genera mucho disfrute. Me parece el lugar más libre y lindo para pensar esto que es hacer periodismo”.

A su vez, todo ese esfuerzo colectivo también genera el doble de satisfacción cuando las cosas se concretan, y en especial en el significado que tienen ciertos momentos como la salida de un nuevo número o el reparto final del dinero entre los trabajadores, teniendo todos el pleno conocimiento del dificultoso camino que transitó esa plata para terminar llegando al bolsillo de cada uno.

De igual manera, y sabiendo lo dificultoso que es esa generación de ingresos, es que desde el espacio destacan la importancia de que “el Estado esté presente” y que “haya políticas reales para los medios autogestivos, cooperativos, y que haya políticas claras para las cooperativas y la economía popular en general”.

“Es muy importante que el Estado esté presente, es fundamental que el Estado tenga el ojo puesto en esta pata de la economía, que en Argentina es cada vez más grande y que realmente se va encontrando como una alternativa real a las fuentes de trabajo. Las historias que hay de fábricas recuperadas, de redacciones recuperadas, son tremendas, y es muy injusto que el Estado no tenga el ojo ahí… se va mucho el tiempo pensando en la supervivencia, pero también es lo que lo hace lindo”, describió Laura Hintze a Conclusión.

¿Alternativos?

Generalmente, se suele denominar “medios alternativos” a todos aquellos que se manejan de forma independiente y por fuera de la línea de los hegemónicos, con distinta agenda, distinto tratamiento y distinta forma de trabajo. No obstante, el término “alternativo” es algo que no termina por sentar bien a todos los que se dedican al periodismo en estos espacios. En el caso particular de Hintze, ella prefiere, en todo caso, catalogar al Eslabón como “disidente”.

“A mí no me gusta hablar de periodismo alternativo, y me parece que El Eslabón es un ejemplo de eso. Creo que hablar de periodismo alternativo es injusto para con nuestro trabajo, en el que nos esforzamos realmente por hacer bien las notas, por ser sinceros y sinceras con las cosas que escribimos. Me parece que no somos alternativos a nada. Chequear fuentes, hablar con las personas, pensar nuestro sumario, es hacer periodismo. Puede ser disidente, en el sentido de que nosotros tenemos la posibilidad de poder hacer y decir muchas cosas que otros medios no, y eso lo vemos mucho cuando trabajamos cuestiones relacionadas a los medios de la ciudad o cuando incluso podemos decir en la tapa cosas que no se pueden decir, fuertes. Creo que ahí se enmarca esa diferencia. Después, el sumario se construye de manera colectiva. Todos los martes a la tarde tenemos una reunión en donde cada periodista va proponiendo sus notas y vamos viendo qué nos parece que no puede faltar. Casi siempre falta, porque son 16 páginas y a veces no contamos con todos los redactores, los recursos, el tiempo, a veces se nos escapan cosas, pero nosotros elegimos qué es lo que nos parece que tiene que estar en El Eslabón, principalmente porque nos gusta pensar en un semanario, en un papel que llega a tu casa y que es algo que vas a leer el fin de semana, y entonces nos gusta ponernos en el lugar de los y las lectoras. Entonces, pensamos algunas crónicas, notas, otra forma de abordar algunos temas de la agenda cotidiana, pero también nos parece que hay cosas que pasan en el día a día de la ciudad, el país y el mundo que forman parte de la agenda de todos los medios pero que nosotros las podemos decir de otra forma, y nuestros lectores también nos eligen porque El Eslabón cuenta esas cosas de esa otra forma”, describió detalladamente la directora del periódico.

En la calle y en la lucha

El Eslabón es, actualmente, el único semanario en papel que se mantiene en la ciudad, y al contrario del pensamiento popular de que “el papel está muriendo”, actualmente se encuentra creciendo en número de suscriptores. No obstante, esa idea termina resultando útil para debatir internamente cuál es el rol ese papel en la calle, qué tipo de papel se quiere hacer y para qué seguir imprimiendo.

“Creo que es muy importante todavía esa presencia. El Eslabón tiene esa historia de estar en papel, en la calle, en las marchas. Desde que soy chica, siempre el que va a las marchas del 24 de marzo se va con El Eslabón en la mano, y para mí era y es maravilloso eso. Desde que tengo memoria lo tenía, lo atesoraba. Esa presencia en la calle, saber que es nuestro lugar de militancia, nuestro lugar transformador, nuestro espacio para militar, cambiar la realidad, lo que nos parece que está mal… que el papel esté en la calle es nuestra bandera colectiva para decir lo que queremos decir y acompañar a la lucha de las mujeres, de las disidencias, de los y las trabajadoras y todas las luchas”, puntualizó.