Por Gisela Gentile

El 2019 fue un año tremendo para la gran mayoría del pueblo Argentino, el hambre y la desocupación aumentaron a la par de los precios de los alimentos. Ecuación sencilla, más inflación, mayor pobreza, no hace falta ser economista para saber que la suba de los alimentos impacta con mayor rigor sobre los menos pudientes.

Podemos ubicarlas como salidas de un cuento de ciencia ficción, aquellas promesas de “Pobreza Cero” que hiciera el ex presidente Mauricio Macri allí por 2015. La Universidad Católica Argentina (UCA) esbozó que en el tercer trimestre, y según la metodología de INDEC, la pobreza se ubicaría en el 32%, aunque con su propio enfoque el número subiría a un 40,8%.

Que complejo, absurdo y triste, resulta poner en forma de números a personas que no alcanzan a cubrir la canasta básica. Pero son las estadísticas las que nos muestran el daño que ha causado a lo largo y ancho del país el modelo neoliberal aplicado por Cambiemos y el “mejor equipo de los últimos tiempos”.

Es común escuchar que en el fondo del túnel siempre se hace la luz, y que en momentos de máxima complejidad, la solidaridad fluye y las manos solidarias se juntan para colaborar con aquellos que la están pasando mal.

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Luciana Arenzo es una de aquellas personas que sin sobrarle nada, se puso al hombro el merendero “Los chicos de la Vía”. A pulmón y con ayuda de muchos, hace más de un año que intenta realizar una merienda para aquellos niños y niñas que menos tienen.

Conclusión dialogó con ella para conocer la delicada situación que está pasando este espacio que intenta brindarle una sonrisa y una copa de leche a los más postergados. “Hace más de un año que con mucho esfuerzo y dedicación realizamos esto, pero desde hace más de cuatro meses la situación del país nos llevó al límite de no poder comprar alimentos. Tenemos una demanda de casi 90 chicos y al no contar con la ayuda de nadie, todo se hace muy difícil”.

En el merendero “Los chicos de la vía”, se festejan todos los viernes de cada mes los cumpleaños de los niños, y en la Navidad pasada, también se realizó una colecta de juguetes para luego ser repartidos en el barrio. Un punto de encuentro que no solo llena el estómago, sino también el corazón. “Aún nos quedan algunas leches y productos que nos han donado hace unos meses, pero corremos el riesgo de no saber hasta cuando podremos seguir”.

En torno a la metodología del merendero Luciana comentó, “el espacio nos ha quedado chico, por ello dos veces por semana se acerca un adulto responsable a buscar la merienda con una jarra y una bolsa que contiene aquellos alimentos que acompaña la leche. Nos enfocamos en los niños y niñas, que son los más vulnerables pero sin dudas querría ayudar a la familia entera”.

Un pedido desesperado de esta mujer que piensa día y noche en cómo poder sostener este espacio que se ha convertido en una necesidad para muchas familias. “Necesito imperiosamente que me ayuden con donaciones de leche, azúcar o víveres secos con los cuales voy armando bolsones y en determinadas situaciones, se los entrego a las familias que más lo necesitan”.

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El pasado viernes 27 la Navidad se festejó en el merendero y las sonrisas de los niños fueron el combustible para seguir peleando por aquellos más violentados por las políticas sociales. “En el mismo sentido que la navidad, tenemos muchas ganas de poder festejar Reyes, por ello necesitamos que nos hagan llegar donaciones de jugo, leche chocolatada, masitas y juguetes en buen estado o nuevos para poder entregar”.

Mientras algunos fugaron millones de dólares al extranjero, otros pelean a capa y espada para poder llegar a fin de mes y además lograr ayudar a aquellos que están en peores condiciones. “Tenemos muchas necesidades, y nos sería de mucha utilidad recibir mesas, sillas y una garrafa. Debido a los calores que se dan en estas épocas también nos urge un ventilador y conseguir media sombra, ya que al quedarnos chico el espacio, servimos la merienda de los viernes al costado de la vía, en donde da mucho el sol”.

Este merendero de barrio Bella Vista, a fuerza de dedicación y tiempo, otorga un pequeño alivio a los niños y niñas que lejos están de entender de políticas económicas pero con tan corta edad ya conocen el hambre.

Toda ayuda es válida y con un pequeño aporte, la pibada de Pellegrini y Felipe Moré, podrá festejar reyes y seguir con las meriendas que tanto enriquecen el alma y los visibilizan. Los niños necesitan seguir siendo niños, festejar cumples y tomar la leche, un derecho convertido en una verdadera quimera.

Para donaciones comunicarse con Lucianan Arenzo 3416299536.