Luego de que las universidades anunciaran el regreso de las clases presenciales para el año académico 2022, muchos jóvenes que residen en otras localidades pero que estudian en Rosario se vieron obligados a conseguir vivienda en la ciudad, lo que disparó la demanda de alquileres, especialmente de inmuebles pequeños que no superan los 40m².

Cuando en marzo de 2020 las universidades comenzaron a brindar clases virtuales a raíz de la pandemia de coronavirus, fueron muchos los estudiantes que rescindieron su contrato de alquiler y continuaron con su formación desde sus ciudades de origen. A esta situación se agrega que, ante la incierta situación educativa, muchos ingresantes no alquilaron inmuebles durante el 2021.

Esto provocó que, con el regreso de la presencialidad, la demanda estudiantil de viviendas en Rosario durante los primeros meses  del año aumente cerca de un 20%, ya que además de los ingresantes 2021 y 2022, también se debe abastecer de inmuebles a quienes regresan a la ciudad tras dos años de cursado virtual.

En diálogo con Conclusión, el presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Rosario, Andrés Gariboldi, detalló que la demanda de alquiler es similar a la que se registró en los años 2018 y 2019, y especificó que la mayoría de los estudiantes proviene de la provincia de Entre Ríos, del norte de Buenos Aires y de localidades santafesinas aledañas.

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“Lo que más se busca son unidades monoambientes o de un dormitorio, que se encuentren próximas a las universidades. La zona que mayor demanda tiene es la de la Facultad de Medicina (Santa Fe y Av. Francia), porque allí convergen varias universidades. Otro sector fuertemente demandado es la zona semicéntrica, como Oroño entre Córdoba y Mendoza, donde hay un punto intermedio entre la Facultad de Derecho y la de Ciencias Económicas. El tercer polo de búsqueda es el sector de la Siberia (Berutti y Riobamba)”, explicó Gariboldi.

Asimismo, comentó que “la demanda está más sostenida en una sola persona que en varias”, ya que la mayoría de los estudiantes busca departamentos de pequeño tamaño para vivir solos, aunque aseguró que también se registran casos de dos jóvenes –por lo general amigos del secundario o familiares- que alquilan conjuntamente una unidad de un dormitorio.

Si bien para hablar de precios se deben tener en cuenta múltiples aspectos como ubicación, antigüedad de la vivienda, comodidades que ofrece y accesibilidad al transporte, entre otras, en las zonas buscadas por estudiantes –que no son las más caras de la ciudad- el alquiler promedio de un monoambiente cuesta entre $15.000 y $25.000, mientras que la renta de un departamento de un ambiente oscila entre los $18.000 y los $28.000.

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Sin embargo, a estas cifras se les deben agregar los servicios, como la Tasa Municipal, expensas y seguro de incendios, entre otros, que encarecen -como mínimo- entre $5.000 y $6.000 el gasto de vivienda.

Por su parte, el Coordinador del Consejo Asesor de Vivienda en la Oficina del Consumidor, Ariel D’Orazio, indicó a Conclusión que hay una demanda creciente de inmuebles pequeños, de menos de 40m², pero advirtió: “Nos encontramos con la sorpresa de que a pesar de todo lo que se ha construido en Rosario, en el mercado hay faltante de unidades de un dormitorio o monoambiente, que son las que buscan normalmente los estudiantes. La ciudad debería tranquilamente poder responder a la demanda, pero la especulación que hay actualmente, con un gran porcentaje de viviendas ociosas, hace que haya escases en este tipo de unidades”.

Al respeto, D’Orazio sostuvo que esta tendencia faltante ya se veía desde hace unos años en unidades de dos o tres ambientes, pero consideró que es “todo un dato” que no haya viviendas monoambientes o de un dormitorio para alquilar, ya que este tipo de inmuebles son los que más se construyen en Rosario por su rentabilidad, dado que son los más buscados por estudiantes.

Consultado sobre qué alternativas tienen los estudiantes que no encuentren departamentos en la ciudad, Gariboldi observó: “Una opción puede ser la búsqueda de departamentos de dos dormitorios donde puedan vivir más chicos, y otra es la muy buena iniciativa que tuvo la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que alquiló un hotel completo para armar una residencia”.

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En este sentido, D’Orazio agregó: “Ante la ausencia de departamentos la salida termina siendo o una residencia o una pensión. Años anteriores los estudiantes se agrupaban y alquilaban un departamento más grande, pero esto también es complicado porque es lo que menos ha construido la ciudad”.

En relación a los aspectos a tener en cuenta a la hora de firmar un contrato de alquiler, el representante de la Oficina del Consumidor recomendó: “Sugerimos fijarse que el contrato tenga un solo valor, que no se vulnere lo que establece la ley vigente, que no los obliguen a firmar por un plazo menor al mínimo legal -que es de tres años- y que una vez que entren a la propiedad, revisen que las condiciones en las que se encuentra sean las que están descriptas en el contrato, si no es así, en el plazo de dos semanas hay que realizar un inventario detallado del estado real de la propiedad para no tener problemas al momento de entregarla”.

La mayoría de los alquileres estudiantiles están a cargo de la familia

En noviembre de 2021, el Observatorio Económico Social de la UNR publicó un informe en donde analizó el impacto de la nueva Ley de Alquileres en el estudiantado. En este documento, se da cuenta de que el 34,83% del alumnado que paga un alquiler vive solo, mientras que el 24,08% lo hace con al menos un compañero.

En esta línea, se observa que un 10,09% de los estudiantes alquilan casas, y un 7,73% vive en pensiones. Agrupados, suman 17,82% de la totalidad del estudiantado, con lo que se puede afirmar que más del 80% de los alumnos que vienen de afuera habitan en departamentos.

“Al momento de decidir si el alumnado comparte (o no) gastos de alquiler con otra persona, la información presentada muestra que aproximadamente 35% de las familias disponen de margen presupuestario para no compartir gastos con otros, y que aproximadamente el 55% pueden no compartir gastos con personas ajenas a su familia”, detalló el informe.

Y agregó: “Los hogares que cubren los gastos por educación universitaria de sus hijos, tiene los suficientes recursos para mantener al menos a un miembro de la familia viviendo solo en algún tipo de vivienda. Aun pudiendo mantener a miembros de la familia dedicados a estudios universitarios, una parte importante de las familias buscan abaratar costos relacionados a la confección y monitoreo de contratos de alquiler, lo cual es un indicio de los límites presupuestarios que enfrentan las familias al momento de alquilar”.

Al considerar la totalidad de la encuesta -sin diferenciar de alquileres de casas o departamentos- un 40,85% del alumnado alquila por dueño directo y 59,15% lo hace por inmobiliaria.

Aclaración: Las letras «V» y «M» definen el sexo de los encuestados, mientras que los números se enfocan en las edades.

El relevamiento determinó que la tendencia en los alumnos menores de 22 años que asisten a la UNR es vivir solos. Se advierte, además, que este sector generalmente no es parte de la población económicamente activa, es decir, no trabaja o no busca activamente trabajo, por lo que se supone que no están en condiciones de hacerse cargo del alquiler.

“Un poco más de la mitad de las unidades alquiladas por menores de 22 años son pagadas por un miembro de la familia; 28,4% es de pago compartido; y solo 16,4% del alumnado mantiene los gastos de alquiler por sí mismos”, detalló el informe.

En lo que respecta al impacto de la pandemia en la decisión de continuar o discontinuar los contratos de alquiler, aproximadamente el 80% de los estudiantes encuestados no consideró realizar modificaciones, con independencia de si la unidad se mantuvo habitada o no.

Por otro lado, el 61,3% de los alumnos encuestados manifestó la posibilidad de discontinuar sus estudios en caso de que los alquileres aumenten considerablemente.