Por Santiago Fraga

Este lunes, un informe de la Universidad Católica Argentina detalló en cifras una preocupante realidad que se padece en el país. Más de seis millones de argentinos padecen hambre, y en uno de cada diez hogares no hay recursos para alimentar a la familia.

Al respecto, Conclusión dialogó con el monseñor Emilio Cardarelli, vicario general del Arzobispado de Rosario, quien al ser consultado por la situación en la ciudad desde su perspectiva, sostuvo que en su caso particular no manejan estadísticas, pero que están en contacto a través de los curas que están en las parroquias más periféricas y allí se nota el crecimiento de la demanda de ayuda.

«Uno no conoce estadísticas, pero conoce a la gente concreta. Con ellos estamos en contacto y se ve. Que uno de cada 10 hogares no tenga recursos para alimentar a su familia es duro. En el 2010 ya un 15.8% de la población tenía hambre. Detrás de los números hay personas, y gracias a Dios la Iglesia trata de dar su aporte a la situación», aseguró Cardarelli.

Las sensaciones que le genera visibilizar a las personas en estas situaciones para él son de «dolor» y de «escándalo», pero «de un desafío que está ahí y necesita de la cooperación de todos los sectores políticos sin distinciones, sin mezquindades» y «sin cálculos electorales tampoco», porque «no se trata de cómo posicionarnos electoralmente sino de cómo servir a la gente, siempre con la mira en el que menos tiene».

«Lo que uno ve y siente es que es preocupante es que a esta altura haya una pobreza estructural en Argentina que no hayamos logrado superar en décadas», apuntó el vicario general del Arzobispado de Rosario, agregando que es lo que «realmente duele».

En este sentido, citó al monseñor Lozano en el marco de un encuentro de la Pastoral Social en Rosario, al asegurar que «esa no es la grieta, pero es la brecha que preocupa y que duele. Lo otro es más ideológico, esto es bien existencial».

«Quizás trabajando juntos para acortar la brecha y que no haya ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres, como decía el papa Pablo VI, dentro de 50 años podamos superar la grieta ocupándonos de esa brecha. Evidentemente que nos duele y estamos en conocimiento de que las demandas alimentarias en nuestras parroquias ha aumentado. Lo dicen los voluntarios de Caritas y algunos párrocos», continuó el monseñor Emilio Cardarelli.

«Ver las personas en esa necesidad duele, y se ha acrecentado en los últimos tiempos, pero hay problemas estructurales que en décadas no se ha resuelto a pesar de haber tenido años de crecimiento económico. No se trata de que nos pongamos a buscar quién tiene responsabilidad en la situación, hay que sentarse en la mesa, dialogar y buscar juntos como podemos superar esto. No es posible morirse de hambre en la tierra bendita del pan», finalizó.

El informe, que será presentado oficialmente en los próximos días, reveló que la pobreza multidimensional en 2016 tuvo valores muy similares a los de 2014. En cambio, 2015 “fue mejor en términos económicos, seguramente porque fue un año electoral. El Estado puso mucho dinero en circulación a través de programas sociales. Hubo una inyección de dinero, es cierto, pero la pregunta es si eso es sostenible”, resaltó Salvia.

El trabajo, impulsado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de esa casa de estudios, se realizó para conocer cuál es la pobreza estructural profunda en la Argentina.

Según la UCA, más de seis millones de personas padecen hambre en Argentina