Por Santiago Fraga

«Fue una experiencia que nunca me imaginaba que iba a vivir«, así comenzó a relatar su historia a Conclusión Martha Gessé, una rosarina que vivió en primera persona el triple atentado suicida que dejó 44 muertos en el Aeropuerto Internacional Atatürk de Estambul, Turquía, el último martes.

A la hora de los primeros disparos, ella ya había realizado el check-in para ingresar al aeropuerto 20 minutos antes y se encontraba en el primer piso, mientras que la masacre ocurría exactamente debajo de sus pies.

«Me había puesto a caminar un poquito por el free shop y estaba yendo a un lugar en donde yo tengo una tarjeta VIP, que quedaba al borde. Cuando hago unos pasos para ir a ese lugar, sale una avalancha de gente gritando, atropellándose, algunos se caían, ahí empezamos a correr y nos escondimos debajo de los estantes donde había perfumes, detrás de las sillas», contó Martha. Y agregó: «Cuando ocurrió esa primera avalancha yo escuché los disparos, y al rato escuché dos explosiones seguidas«. Ese sería el comienzo de horas de tensión y desconcierto.atentado turquia2

Gessé, ya en Rosario, cuenta con tranquilidad a la hora de relatar a este medio lo que vivió en esas horas, pero el nerviosismo propio del momento se hace sentir en cada momento de la narración.  Ella se encontraba sola, sin hablar una palabra de turco y con un nivel muy rudimentario de inglés. No entendía lo que estaba ocurriendo, pero sabía que debía correr cada vez que alguno diera advertencia a los gritos.

«Corríamos cuando alguien hablaba en voz alta. En un momento aparecía alguien corriendo y nosotros obedecíamos la voz que aparecía por ahí. Se corría, se detenía uno un poco y después volvían a dar una alarma y se seguía corriendo. Para un lado, para el otro, sin orden. No hubo ninguna indicación de ningún tipo, ningún aliento, ninguna palabra de calma. Se vivieron escenas de pánico. Yo gracias a Dios me mantuve muy bien, tranquila, pero hay gente que se pone mal», recordó.

Tiempo más tarde, en el primer momento que pudo se acercó a un grupo de jóvenes que buscaban información sobre lo ocurrido. Los medios brindaban la data de diez muertos. «Ese momento fue bravo«, describió. Previamente había podido comunicarse con uno de sus hijos, pero luego la señal de los teléfonos se congestionó.

Así, en ese estado de incertidumbre, fue que permanecieron en el aeropuerto hasta pasadas las tres de la mañana: «Nos querían sacar, pero había tanta gente acumulada que tenía que hacer el check-in que yo esperé para hacerlo con más calma. Sentada en el piso, tratando de cargar el celular, pero de pronto volvía toda la marea de gente y levantaba mis cosas, tironeaba el cargador y corría junto con el resto. Es una situación tan particular en que uno no sabe lo que hace, pero lo hace«.

Las indicaciones oficiales que recibía le decían, en turco, que fueran hacia la parte descubierta del aeropuerto y se tomaran un bus. «Nos mandaban, nos sacaban, no querían que estuviéramos dentro del aeropuerto. Yo fui hasta donde decían que había que ir, no encontré seguridad y al volverme me encontré con 32 argentinos que habían llamado a la embajada y la diplomática nos esperaba en una plaza», prosiguió su relato Martha Gesse.

A las 4 de la mañana, el grupo de 33 argentinos se encontró con la representante argentina en una plaza de la ciudad, bajo la luz de las estrellas. Desde allí los llevaron hasta la embajada, donde les brindaron tranquilidad, carga en los celulares y todo tipo de contención. También desde allí se comunicaron con la empresa Türkish Airlines, quienes enviaron un micro y los ubicaron en un hotel.

A diferencia de otras voces, ella aseguró que desde la embajada le dieron toda la ayuda que necesitaban: «Hubo gente que dijo que la embajada no le había dado resultado. Yo escuché una atención perfecta. Mientras estábamos los 33 estaba hablando con madres y padres que preguntaban por hijos que estaban allá. Nos atendió con mucha deferencia, con mucha tranquilidad, y explicándonos qué era lo que había pasado y que había que mantener la calma», contó.

La noche en el hotel se pasó con un desayuno, mientras se contaban los unos a los otros cada una de sus experiencias sobre lo vivido. «Cuando estábamos desayunando, en un momento dado escuché un ruido a zapatos, a caminar rápido, y me trajo a atentado turquia3la memoria lo que había pasado unas horas antes. Ese taconeo que aparecía cada tanto y uno tenía que levantar sus cosas y correr«, narró sobre ese feo momento, en el que aún evocaba y digería lo que le había tocado vivir.

Al día siguiente, todos los argentinos volvieron al mismo aeropuerto, en el mismo horario, donde ya no había manchas ni restos de que una tragedia hubiera ocurrido allí, y por fin pudieron volver a sus casas.

Tanto en el primer día, momentos antes del ataque, como en el regreso, Gessé aseguró que hubo un control exhaustivo por parte de las autoridades del lugar: «Primero las maletas y después el check in, y luego otra vez el check in y de nuevo las maletas. Hubo doble control para entrar y para salir, así que no sé cómo esta gente entró con tanta cosa«.

«Esta es una situación tan especial que parece que siempre pasa a los que están muy lejos. Está bien, yo estaba muy lejos, pero nunca me imaginaba que me iba a ocurrir«, reflexionó Martha finalmente, a la vez que agregó, a modo de cierre: » Todo el mundo se shockea, pero la vida sigue«.