El histórico barrio comercial y gastronómico Pichincha no pasa por su mejor momento: las veredas en pésimo estado y los corrales comerciales que robaron espacio para los peatones y turistas que recorren la zona, beneficiando a ciertos locales gastronómicos, se suman a los robos y arrebatos, que ocurren durante el día y la noche y son lo que más preocupa a los vecinos.

Los robos, junto con las escenas violentas que se viven los fines de semana, son preocupaciones constantes de los vecinos del tradicional barrio de Rosario, a lo que se sumó el conflicto con los cuidacoches en los sectores más concurridos.

Las caídas de arboles de las últimas tormentas hicieron que los vecinos pongan el foco de atención en la gran cantidad de roturas en veredas por las raíces de estos, y los peligros que la situación conlleva.

La falta de espacio en las veredas debido a los espacios públicos que fueron dispuestos por la Municipalidad para que determinados locales tengan más espacio para la colocación de mesas, es un inconveniente que afecta no solo a los peatones sino al tránsito en general.

Ante la consulta de Conclusión, una vecina dijo que las veredas se encuentran en su mayoría «rotas por los arboles y las raíces».

«Tenes que hacer el pedido y tardan mucho tiempo. De vez en cuando hay escamonda pero demoran mucho», se quejó la mujer.

Un vecino de Pichincha que vive en la zona desde hace años fue consultado sobre cómo ve las veredas del barrio, y expresó: «Todas rotas. Producto de los árboles y porque no cortan las raíces. He hecho varias denuncias, pero no tuve respuestas».

Por otro lado, una ciudadana fue interrogada por los problemas que más le preocupan, y apuntó a «los robos todo el día, a cualquier hora».

En relación al estado de las veredas, dijo que «se reclama, pero las veredas las arreglan un día y al otro día rompen de nuevo y ahí quedan».

Al preguntar si ve alguna solución a estos dilemas que aquejan al histórico barrio, la vecina concluyó: «Hay que esperar a ver qué pasa cuando cambien los gobiernos, porque todos hablan, pero nadie hace nada».