Carlos Francone y Susana Battiato tienen desde hace 30 años el puesto de flores en la esquina de Urquiza y Sarmiento. A pesar de estar jubilados, la siguen remando todos los días. En 2001 compraron una casa que arreglaron y en la que viven desde hace 21 años. Ahora esa casa figura como garantía de un crédito que ellos no sacaron y tienen que pagar 5 millones de pesos o entregarla.

Todo comenzó hace unos 20 años, cuando el matrimonio compró una vivienda con una permuta. Desde ese momento les retuvieron la escritura y mientras tanto, la titular registral sacó un crédito con el cual hipotecó la propiedad en la que vivían Carlos y Susana.

“Nosotros teníamos una casa en Villa Gobernador Gálvez y la cambiamos por una en Rosario. Como la de Rosario valía más, nos retuvieron la escritura, nos dieron boleto de compra y venta y nos dejaron ir. Pero esta gente, que figuraba como titular, fueron a una financiera y pidieron un préstamo. Al poco tiempo de estar viviendo ahí, nos llegó una carta documento que decía que teníamos que abandonar la casa porque estaba lista para ser rematada”, contó Carlos a Conclusión.

La causa se encuentra en la contienda judicial desde la misma cantidad de años que pasaron desde que compraron propiedad. En el trayecto, perdieron todas las instancias, por lo que se llegó al estado de avanzar con la hipoteca y deberán pagar cinco millones de pesos para evitar el remate de su hogar. La fecha límite es febrero o marzo de este año.

El préstamo, en ese momento era de 5.900 dólares y fue sacado por Nélida Boncorso -titular de la escritura-. En la actualidad, con el pasar del tiempo, la deuda fue subiendo y les exigen que paguen 2 millones en mano y una financiación de 12 cuotas de 200 mil pesos.

Para colmo, durante diez años estuvieron representados legalmente por una “letrada” que los ilusionó, les sacó plata y no avanzó con la causa. Al cambiar de abogada, se enteraron que la situación desde hace 10 años ya no tenía solución.

“A pesar de que nosotros no tenemos nada que ver con ese crédito, no nos negamos a pagarlo, pero es mucho dinero, es imposible para nosotros llegar a esa cifra”, manifestó Susana.

Carlos va y viene para comprar flores y mantener el puesto siempre completo. Susana es jubilada y además, trabaja en casa de familia para sacar unos pesos más. Todos en la zona lo conocen, los saludan y hasta los ayudan. Pero el dinero es demasiado.

Por ello, abrieron una cuenta con un CBU solidario para que la gente pueda colaborar.

“No nos gusta pedir, no sabemos de dónde sacar tanto dinero. Nos da vergüenza estar pidiendo, pero no tenemos otra opción. Nos da vergüenza que el barrio nos vea que estamos pidiendo, todo lo hicimos siempre trabajando”, remarcaron.