Por Guido Brunet

Este 3 de junio Rosario y el país volvió a decir basta a la violencia de género y a reafirmar su lucha contra las muertes por femicidio. Es así como las marchas se replicaron en diferentes puntos del territorio nacional. Siempre bajo el grito: Ni Una Menos.

La problemática es evidente y las cifras, alarmantes. Solamente en lo que va de 2017 se registraron 136 muertes violentas de mujeres. O sea, una cada 26 horas.

Sin embargo, el machismo no comienza en la violencia física. Sino que este tipo de actos es el grave final de un proceso que comienza mucho antes, simbólico y hasta a veces naturalizado, pero violento al fin.

“Todas hemos sufrido por la calle situaciones de violencia, puedo recordar cuatro o cinco hechos donde me he sentido incómoda y con miedo”, afirma Paula.

Con respecto a estas situaciones, Mariana comenta que lo vive “sobre todo en el colectivo, cuando se te acercan demasiado”. “A muchas personas parece que no les importan lo que le pasa a una, eso es increíble”, dice indignada.

“Puedo recordar cuatro o cinco hechos donde nos me he sentido incómoda y con miedo”

Mariana, luego comentó: “Cuando me vine a vivir acá a Rosario es otro mundo. La inseguridad es mucho mayor a la que hay en la ciudad donde vivía antes. Y decidí que no podemos seguir viviendo como estamos”. “Entonces empecé a marchar porque es una de las pocas formas que existe para reclamarlo”, sentenció la joven.

Las jóvenes, que pertenecen al colegio Nuestra Señora de los Ángeles, comentan que “te sentís totalmente indefensa y una ve que desde el Estado no se impulsan cambios. Nosotros hacemos marchas, pero si no se impulsa desde el Estado no se puede concretar el cambio. Entonces, como una no se va a sentir indefensa”.

“El femicidio es el último eslabón de una cadena de micromachismos que se van agrandando cada vez más”, dice con contundencia Lucía. “Todas hemos recibido acoso callejero, verbal”. “Y pasa también que una siente que es la culpable y realmente no es así”, completa Daiana.

 

Pero estas actitudes machistas no son potestad de los hombres, y así lo refleja Lucía: “El machismo no es solamente llevado a cabo por hombres, también se da en mujeres, que critican a otras por cómo se visten por ejemplo. Y cada una puede hacer lo que quiera porque es soberana de su cuerpo”.

“Hay que decirle a las chicas que si está insultando o rebajando a otra por decidir sobre su cuerpo también está siendo machista. Tenemos que generar un cambio en algunas cosas cotidianas. Hay cuestiones del día a día que está en nosotros cambiarlas, no hay que dejar pasar esos micromachismos”.

“Todas hemos recibido acoso callejero, verbal”

Las chicas se conocieron a través de un grupo de amigos, pero a raíz de la militancia del feminismo sellaron una mayor amistad. A tal punto que han realizado talleres sobre la temática en diferentes escuelas de la ciudad.

“Nos hicimos amigas por compartir los ideales del feminismo, porque nos molestaban ciertas cosas, pero nos dimos cuenta de que está bien que nos molesten”, declaran.

“Nos daba vergüenza marcar ciertos micromachismos porque nos criticaban, porque está muy naturalizado. Incluso nos pasa a nosotras al hablar, al decir ciertas frases, que luego una se lo plantea y lo cambia. O por juzgar a alguien, y después te das cuenta de que lo estás haciendo con un criterio totalmente machista, porque está muy naturalizado”, expresa Lucía.

“Hasta en la relación de pareja, nos damos cuenta de que hay cosas que están mal. En nuestra vida cotidiana lo seguimos padeciendo”, cierra la joven.