Por Candelaria De la Cruz 

La muerte de un hijo es un dolor inexplicable, pero poder transformar ese dolor en una enseñanza que ayude a tomar conciencia se termina convirtiendo en un escape afortunado.

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Año 1996 a la espera de testigos

“Esto es mi vida”, así describe Gerónimo Bonavera al programa “Rutas en Rojo”, que desde hace 20 años capacita y genera conciencia vial en escuelas, universidades y organismos públicos de todo el país.

El 17 de mayo de 1996 su hijo mayor murió en manos de un automovilista, que luego de atropellarlo se dio a la fuga. A partir de allí, Gerónimo pasó semanas enteras sentado en la fatídica esquina de Mendoza y Rodríguez esperando testigos, una protesta impensada para esa época. Siete años duró el juicio por la muerte de Damián y desde ese momento, su padre comenzó a estudiar e investigar y decidió “no bajar la guardia como un agradecimiento a toda la gente que lo ayudó”.

Bonavera es muy crítico con respecto a la seguridad vial en Argentina y entiende a la siniestralidad vial como un “problema social” en la cual se deben tener en cuenta dos aristas: la participación del Estado en sus tres niveles y poderes y el de las personas como actores viales.

“No hay conciencia vial en los argentinos, se maneja mal, la sociedad esta cada vez más violenta y no hay respeto por la vialidad ni tampoco existe una prevención correcta por parte del estado”, aseguró en diálogo con Conclusión.

Y reafirmó que se trata de una gran “falta de educación vial”. “No tenemos controles como corresponde, no se trata sólo de pagar multas y que te saquen el auto por unas horas, hay que trabajar en la prevención del conductor en riesgo”.

Por otro lado y como justificativo de ello, Bonavera describe a la sociedad actual como en un “estado de alineación constante y considera al vehículo como “una herramienta que dá un falso poder”.

“Hay un gran disvalor por la vida, la gente tiene que entender que el cambio tiene que pasar por uno mismo, acá tenemos que dejar de hablar de accidentes para comenzar a hablar de problemas de conductas que generan siniestros”, aseveró.

Y remarcó: “Hay una diferencia muy cortita entre una infracción de tránsito grave y un delito, cuando la culpa se pone en funcionamiento es porque falló la prevención”.

Alcoholemia cero…

Desde el año 1999 en Rosario se comenzaron a realizar los controles de alcoholemia, con escasez de herramientas, pero que poco fue avanzando. Bonavera acompaña a estos controles desde sus comienzos y asegura que gracias a ellos, han bajados mucho los niveles de siniestralidad relacionados con el alcohol.

“Cuando empezamos con los controles, eran cíclicos y era muy difícil poder trabajar como se debía, con el paso del tiempo, esa situación fue cambiando como también la conciencia de la gente. El control sirve pero se tiene que dar de manera continua”, contó.

Sin registros…

En la actualidad no existe un registro certero de la cantidad de accidentes viales que ocurren por día en el país y desde las diferentes Ong`s que tratan esta temática aseguran que las cifras oficiales “se encuentran a destiempo”

“El Estado siempre muestra menos porque si alguna vez alguna vez publicaran la cantidad de muertos que realmente hay estaría poniendo en evidencia el estado su propia incapacidad para resolver el problema”, enfatizó Gerónimo.

Y concluyó: “Si la estadística real no existe, prefiero concientizar”.