Por Alejandro Maidana

“Decimos <ecocidio> haciendo referencia al daño masivo o destrucción ambiental de un territorio determinado que incluso puede ser irreversible cuando el ecosistema sufre un impacto más allá de su capacidad de regenerarse. El <ecocidio> se constituye sin duda como un crimen contra la paz y los derechos humanos”, Facundo Viola.

En Arroyo Leyes la producción de frutillas trae consigo una inexorable compañía, la de los venenos. La exposición a estos químicos altamente contaminantes es una constante que condiciona de sobremanera los días de aquellos vecinos que no están dispuestos a hipotecar su vida.

Arroyo Leyes es un pueblo de Santa Fe que se encuentra a solo 20 kilómetros de la ciudad capital. Un territorio de quintas amigado con el verde y la vida tranquila, esa que lamentablemente no supo transformarse en la necesaria alternativa para dejar atrás la álgida vida citadina. Este terruño en los últimos años ha crecido de manera exponencial, algo que trajo aparejado que muchas de las casas que se fueron construyendo, quedasen pegadas a un terreno fumigado.

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Este escenario traería aparejado distintas situaciones ligadas a la vulneración tanto, de derechos ambientales como humanos, algo que se repite de manera explícita a lo largo y ancho de nuestro país.

“Antes algunos productores de frutilla adoctrinados por ingenieros agrónomos vende venenos, nos decían a los vecinos preocupados por las consecuencias, que fumigaban con <agüita>,o con suerte, manifestaban hacerlo con algún <remedio>, cuenta Facundo Viola, inclaudicable luchador del lugar que no guarda nada a la hora de interpelar a este modelo productivo extractivista y envenenador».

«Una manera de disfrazar a los agrovenenos fue la de denominarlos “fitosanitarios”, un ardid que se sigue desmoronando con cada paso que brinda este modelo. “Ahora, cuando quieren ocultar de qué se trata, la respuesta pasó a ser <un foliar>. Pero nosotros sabemos que el mismo tiene muchos nombres: Abamectina, Captan, Clorotanil, Clorpirifós, Lambdacialotrina, Carbaril, Procimidone, Folpet, Spinosad, Imidacloprid, Bifentrin, Azoxistrobina, Carbendazim, Metilfiofanato, Tiametoxan, Myclobutanil, Aldicarb, Carbofuran, Cipermetrina, Deltametrina, Dimetoato, Endosulfan, Tebuconazole, Metamidofos, Pirimicarb, Fludioxonil, Cyproconazole, Difenocazole, Cyprodinil, Cloropricrina, Lufenuron, Folidol y Glifosato, y todos ellos, pertenecen a una sola familia, los agrotóxicos”, enfatizó Viola.

¿Cuánto podrán disimular una realidad que resulta abrumadora? ¿Hasta cuándo el poder político seguirá del lado del agronegocio, y no del pueblo al que somete el mismo? El modelo ha ingresado en una crisis que si bien parece incipiente, es innegable y concreta. Mientras los países denominados “del primer mundo”, uno tras otro comienzan a prescindir de los agroquímicos, este tubo de ensayo denominado América Latina, sigue sumido en la sombra más oscura de los tóxicos.

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La historia de Ilka

La historia de Ilka se pliega a muchas otras que repiten una y otra vez esta matriz contaminante que pone en jaque el presente de los más vulnerables. A sabiendas del daño irremediable en lo genético que generan las aspersiones, productores por una lado, y referentes comunales por el otro, permanecen ajenos a la hora de ponerle un cepo a la desidia.

Amancay Fernández es una mamá que, lejos de resignarse, decidió salir a visibilizar este claro atropello. En dialogo con Conclusión, sostuvo: “Mi hija está padeciendo en carne propia lo que significa vivir frente a un campo donde se fumiga de manera constante y sin ningún tipo de control. Ilka comenzó con problemas de salud hace aproximadamente 4 años, tiempo coincidente con nuestro desembarco definitivo a este pueblo”.

“Como toda niña la acompañábamos a controles médicos de rutina, pero todo comenzó a cambiar y profundizarse cuando se fumigaba en el campo lindero. Allí mi hija empeoraba de manera sistemática, los problemas respiratorios se sumaban a la inflamación de sus ojos, el parte médico de los especialistas siempre era el mismo, Ilka estaba reaccionando a algo pero no se podía tener la certeza a qué”, comentó la mamá.

La familia de Ilka debe costear un tratamiento médico tan costoso como engorroso para que la pequeña pueda recuperar la calidad de vida cercenada por los venenos. “Mi hija debe tomar pastillas y jarabes, pudimos llegar a la cuenta que el periodo en el que ella se encuentra mejor, va de diciembre a marzo, meses en que no se fumiga. Pero lamentablemente cuando comienzan las aspersiones con agrotóxicos, rápidamente aparecen los síntomas, pero allí comienza otra lucha, ahora con los efectores públicos de salud, ya que estos se niegan a seguir con los protocolos en caso de afecciones por agrotóxicos. Al no haber registros, lamentablemente las denuncias pierden consistencia”.

Los síntomas que presenta Ilka son calcados cada vez que se produce una fumigación. Sus noches se hacen eternas, los últimos días han sido un verdadero calvario para esta niña de apenas 6 años. Lo nocivo de estas prácticas lejos de amainar en Arroyo Leyes, parecen contar con la anuencia de una Comuna que las alienta y consolida.

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“Es preciso destacar que gracias al apoyo de Facundo Viola, vecino del lugar que me acompañó desde el principio, hemos podido avanzar en las denuncias hasta llegar a delitos ambientales. Si bien aún no hemos tenido respuestas, seguimos insistiendo en las mismas, ya que la salud de mi hija se ve vulnerada cada vez que se fumiga”, disparó Amankay.

El silencio de aquellos que deben velar por los derechos ambientales y humanos que se vienen vulnerando de manera constante, se hace cada día más profundo y sostenido. “Solo nos queda el camino de la difusión, haciendo este caso público y de alguna manera lograr que aquellos que tienen el poder de decisión, tomen cartas en el asunto, y que otros afectados puedan sumarse a esta lucha. Muchos vecinos vienen pasando por lo mismo, repiten cuadros como el de Ilka, es por ello que día tras día se van sumando a esta resistencia que no pide otra cosa más que dejen de fumigar pegado a nuestras casas violando la ordenanza que estipula 500 metros de exclusión”.

“En lo particular hemos recibido amenazas a través de las redes sociales por parte de la gente encargada de los campos en cuestión, algo que lamentablemente también vienen sufriendo distintos vecinos que se han animado a denunciar este tipo de atropellos. Es menester recordar que tiempo atrás esta misma gente realizó un dragado ilegal en sus campos, para poder hacer circular el agua que había cubierto sus cultivos. Esto generó que nuestras calles se inundaran con distintos líquidos de color oscuro y un olor nauseabundo, debido a esto, uno de mis hijos tuvo una serie de reacciones cutáneas producto de la exposición a este foco infeccioso”, concluyó Amancay Fernández.

Espinas bífidas, microcefalias, leucemia, muertes de personas entre los 15 y 40 años producto del cáncer, son sólo algunas de las enfermedades que siguen azolando a la población de Arroyo Leyes ¿Hasta cuándo podrá aguantar la vida en esta población santafesina?

Últimas novedades

A partir de las denuncias penales que vienen realizando los Vecinos Autoconvocados por fumigaciones ilegales en la Costa santafesina desde el año 2015, durante la mañana del jueves 27 de junio, efectivos de la PDI realizaron allanamientos en plantaciones de frutillas en Arroyo Leyes y San José del Rincón. Los operativos, a cargo del fiscal Estanislao Giavedoni, de la División de Delitos Ambientales del Ministerio Público de la Acusación de la provincia, se efectuaron por Infracción a las leyes 11273 «de fitosanitarios» (provincial) y 24051 «de residuos peligrosos» (nacional).