Por Alejandro Maidana

La vida en este terruño santafesino distante a poco más de 350 km de la ciudad de Rosario, se ha convertido en una verdadera odisea. La ubicación de tres silos cerealeros a escasos metros de las viviendas más cercanas, tiendas, panaderías, comedores y despensas, representa una verdadera amenaza para la calidad de vida de quienes moran en el lugar.

Si bien la problemática que atraviesa la ciudad no es novedosa, la misma se ha visto exacerbada en los últimos años. Uno de los argumentos que podemos encontrar para poder llevar un poco de claridad ante tamaña demostración de desidia, tiene que ver con el abandono de la ruralidad propiamente dicha, ya que no es azaroso que más del 90% de la población argentina se ubique en pueblos, ciudades y grandes metrópolis.

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La vetusta conformación de aquellos lugares que supieron convivir con los silos, hoy ha mutado, la urbanización ha empujado a una reformulación de la distribución, por ello la relocalización de aquellas actividades perjudiciales para la salud, son imprescindibles. La resolución 0177/03 sostiene en otros puntos, dos principios basales que en Suardi se vulneran de manera sistemática ante la esquiva mirada del municipio del lugar. Aquí citamos solo dos ítems:

-Los sistemas de ventilación o aireación de granos, norias y conductos, carga y descarga, deberán equiparse técnicamente para minimizar la salida al exterior de material particulado y reducir el nivel sonoro.

-Los secadores de grano deberán equiparse con sistemas eficientes de captación de partículas en suspensión que mitiguen la migración de éstas al exterior.

Tiempo atrás, Suardi recibió la visita del doctor Medardo Ávila y el abogado Darío Ávila, quiénes comenzaron a trabajar en conjunto, el relevamiento arrojó un resultado demoledor, sólo en las 2 calles paralelas a las cerealeras, la mortandad por cáncer del lugar resultó ser el doble de lo normal. Situación que se emparenta con aquellos sitios que cuentan con galpones de acopio de agrotóxicos, allí los casos de cáncer suelen triplicar la media nacional.

Retroceder nunca, rendirse jamás

El actual modelo productivo nos conduce indefectiblemente al cadalso, sin antes transitar un camino repleto de espinas, venenos y complicidades. Con la intención de seguir reforzando su resistencia, pese a la soledad en la que vienen sosteniendo la lucha, los Vecinos Autoconvocados de Suardi dialogaron con Conclusión para continuar visibilizando su reclamo.  “Desde la municipalidad sostienen que preservar el trabajo también es un derecho, y en eso estamos de acuerdo, pero la actividad contaminante que se ejerce en los silos no puede darse a como dé lugar. Es preciso destacar que, si bien el intendente sostiene lo antes mencionado, desde su plataforma electoral afirma otra cosa. ¿Cuál es la verdad? En realidad, ya la conocemos, es la que nos atraviesa cotidianamente; Hugo Buscarol, el intendente de Suardi, debe pensar en aquellos que luchan por respirar ante tamaño atropello que llega desde el aire, pero claro, su actividad política se mezcla con la de empresario, ya que el mismo es productor y tiene empresa de mosquitos fumigadores”.

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Desde la Defensoría del Pueblo de la provincia, organismo estatal al que tuvieron que recurrir vecinas y vecinos afectados por la contaminación, replicaron una carta confeccionada por el mismo municipio de Suardi a manera de respuesta. Entre algunas apreciaciones, destacan el cumplimiento de las normativas y el derecho a la preservación de los puestos de trabajo, aduciendo que la actividad agrícola es el eje primordial en la zona. Si bien es difícil no coincidir en esto último, la pregunta que habría que realizarse es ¿A qué precio?

Si bien el reclamo de las y los vecinos de Suardi que no se resignan a convivir con el polvillo en suspensión, los ruidos molestos y la desidia estatal, llegó a fiscalía, la misma suele regirse más por la palabra de un intendente, que por la de un ciudadano común. “Es por ello que debemos seguir recabando pruebas, que, si bien son muchas, parece no alcanzar. Así que toda captura fotográfica o videos, deben ser acompañados por la fecha, día y hora, ya que intentaron deslegitimarnos en varias oportunidades. Ellos sostienen que el decreto 177/03 se cumple, que las empresas cerealeras no están en infracción, cuando la realidad muestra que sucede todo lo contrario”.

Los damnificados sostienen que desde 2012, fecha de la asunción de Buscarol, a la falta de respuestas por el explícito impacto ambiental, se les suma el ninguneo a los reclamos. “Es inconcebible que tanto el sanatorio, lugar que transito a menudo con mi madre enferma, como los juegos de los niños, se encuentren a pocos metros de los silos en cuestión. Desde la puerta del efector de salud, se puede observar la planta de Fresuar, quién junto a Balsuar y Marchiaro son las firmas que condicionan nuestros días y atentan contra la salud de todos aquellos que nos vemos obligados a respirar el polvillo en suspensión que proviene de su actividad”.

En Argentina, entre aquellas actividades consideradas esenciales, se encuentran aquellas que originan un acentuado impacto ambiental. La salud de aquellos que desafortunadamente se encuentran padeciendo en primera persona las aspersiones con agrotóxicos, o teniendo que respirar de manera obligada un peligroso polvillo en suspensión, parece no mover el amperímetro de quienes deben velar por la vida de todas y todos.  “La pandemia que estamos atravesando nos ha pegado muy fuerte, tanto en lo físico como en lo anímico. La gente está con la guarida baja debido al virus circundante, y a esto hay que sumarle lo que llega desde las empresas en cuestión. Es intolerable este atropello. A los muchísimos casos oncológicos, debemos sumarle los problemas pulmonares que hacen que este virus golpee con más fuerza, no podemos estar respirando polvillo que seguramente debe contener un coctel de agrotóxicos”.

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La relocalización de los silos acopiadores de granos debería ser premisa fundamental ante lo espeluznante del escenario. “En Suardi aún no llegamos a los 10 mil habitantes, y lamentablemente hemos tenido que lamentar la pérdida de vecinos entre 40 y 50 años por el virus, sin embargo, y si bien desde la municipalidad envían sus condolencias, permiten que las cerealeras sigan condicionando nuestra salud a través del polvillo en suspensión. Es una constante que por debajo distintos funcionarios te reconozcan la problemática, y prometan avanzar en la relocalización de los silos, pero luego su accionar dista mucho de sus dichos. Es por ello que necesitamos de aquellos trabajadores de la salud que sostienen que se sigue incrementando el número de pacientes oncológicos que moran precisamente en las calles paralelas a los silos”.