Por Alejandro Maidana

La Argentina alcanzó un récord histórico en los últimos cuatro años en la ampliación de superficie protegida terrestre, incorporando al Sistema Federal de Áreas Protegidas (SiFAP) más de 700 mil nuevas hectáreas alcanzando un total de más de 44.000.000 millones, el equivalente al 15,90 del territorio.

Según los últimos datos distribuidos por el organismo dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, nuestro país cuenta con 539 áreas protegidas, de las cuales 65 son «de jurisdicción nacional bajo la Administración de Parques Nacionales (APN)».

El pasado 6 de noviembre, se cumplieron 120 años de la creación de los Parques Nacionales Argentinos que nacieron con aquella donación que hizo Francisco Pascasio Moreno, el que trabajó los límites entre Chile y Argentina y le marcó el límite de la frontera usando las altas cumbres como el punto de referencia.

El Estado le pagó con tierras y él optó por donarlas para la creación de un área protegida. En sus palabras decía, “yo no puedo ser dueño de un lugar tan hermoso, prefiero donarlo para que sea creada un área protegida”. Estamos hablando de 1903, o sea, fue pionero, la Argentina fue el tercer país en el mundo que contó con áreas protegidas. Como para tener una idea, el país está cubriendo un porcentaje muy chico del territorio nacional en torno a las mismas.

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En su principio, existía una idea más bien estratégica, la conservación de áreas protegidas en las zonas de frontera, para después y después poder ampliar la conservación de los bienes naturales diversos, que son el patrón de lo que era la Argentina. La Argentina, con la llegada de la soja, avanzó sobre el territorio nacional haciendo una destrucción masiva de los montes y los bosques. Los montes de lo que era el gran Chaco, y que llegaban prácticamente hasta el sur de Córdoba, al norte y muchos otros lugares.

En el caso de la estepa patagónica, con la llegada de los gringos, el avance de las ovejas y de las chivas, la destrucción del suelo patagónico fue formidable. “La Argentina debería tener entre un 16 y 18% de áreas protegidas, ya que se trata de pequeños bancos genéticos naturales que tienen un valor intrínseco único que es irrepetible. En definitiva, lo que fue la Argentina antes de que llegara el ser humano y empezara a desmontar, quemar, meter vacas, sembradíos, etc. Pero tiene otro valor, por ejemplo, la Patagonia argentina y el caso del Parque Nacional de la Niña y el Parque Nahuel Huapi, son dos parques que entre los dos ocupan más o menos 1.200.000 hectáreas. Es una larga franja de norte a sur sobre la cordillera que protege las cabeceras de cuenca”, enfatizó Alejandro Beletzky quién se desempeñó a lo largo de 21 años como guardaparque y en la actualidad colabora con el sindicato que los agrupa.

Para tomar dimensión y conocer la importancia de lo que significan las cabeceras de cuenca, Alejandro Beletzky indicó: “Es un lugar donde nacen muchos ríos, arroyos, ríos y después los lagos que desembocan hacia el Atlántico a través de una gran cuenca. En este caso es la cuenca del Río Negro, que se abastece de agua del Collón Curá, que es el río que junta la mayoría del agua del Parque Nacional de la Niña y del Limay, que es el del Nahuel Huapi, que es la otra gran megacuenca. Sobre esta cuenca hay instaladas cuatro o cinco represas hidroeléctricas que generan un porcentaje muy grande de la electricidad que abastece al país”.

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El agua es la mejor energía, si no existieran los parques nacionales no tendríamos las cuencas protegidas, no tendríamos agua para esas cinco represas.Y ahora, mientras que usted está leyendo o escuchando estas palabras, sepa que parte de la energía que le llega sale de los bosques que protegen los parques nacionales argentinos. Por ejemplo, ese es un gran valor, el otro es el turístico. Millones y millones de dólares entran a la Argentina a través del turismo, que viene a visitar no los campos de soja, no viene a visitar los campos destruidos por la agricultura extractivista, viene a visitar los parques nacionales. La parte de Corrientes con el Palmar, con los esteros del Iberá, las Cataratas de Iguazú, en el norte el parque Baritú, y tantos otros parques. Inclusive el Parque Nacional de los Glaciares, reconocido y visitado mundialmente por ese valor, por ser el único glaciar, el Perito Moreno, que tiene avances y retrocesos permanentes”.

Entonces, cuando hacemos referencia de los parques nacionales, referenciamos a gigantes económicos que generan ingresos para el estado nacional. “Pero además hay miles de personas que trabajan gracias a los parques nacionales. O sea, no entender esto también es una aberración. Ahora, lo que dijo la vicepresidenta electa Victoria Villarruel, sobre que los parques nacionales son lugares que se crean para meter militantes políticos, no sólo resulta un absurdo, es una verdadera ofensa. Los guardaparques, para poder ser guardaparques, tienen que tener primero carreras terciarias y después aprobar un curso muy intensivo de una preselección de miles. Sólo llegan 40 al curso que después los transformará en guardaparques. Una demostración cabal y explícita que esta persona miente de sobremanera. Lo que la debe atravesar son intereses y apetitos económicos, y ahí te la creo, porque son los parques son joyas naturales, son las joyas de la abuela”.

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En tiempos de la gestión presidencial de Carlos Saúl Menem, y en la figura de María Julia Alsogaray, se pretendió canjear la deuda externa por parques nacionales. Cabe destacar que esta iniciativa se logró frenar con muchísimo esfuerzo de las y los trabajadores del sector. “Bueno argentinos, el gobierno que legitimaron con su voto y que logró una aceptación del 56% del país, no significa otra cosa que la llegada de la vieja casta al nuevo gobierno. Esto es así, Macri, Caputo y compañía otra vez en el gobierno, los mismos que nos endeudaron por 100 años. Si los Parques Nacionales llegan a ser motivo de entrega, de traición a la patria, de venta o destrucción, es la destrucción definitiva del país. Un país sin áreas naturales, un país sin bosques, no tiene futuro. Si es que vienen a desguazar la Argentina, uno de los objetivos es desguazar las áreas protegidas y es ahí donde todos, por el presente y el futuro, tenemos que tener una postura muy fuerte, muy firme, muy de repudiar esas palabras. A mí me ofenden que digan semejantes estupideces, cuando nosotros estudiamos, nos formamos, trabajamos años y vivimos en absoluta separación de las cosas. Muchas veces los guardaparques, una vez al mes bajábamos a hacer compras al pueblo, a cobrar el sueldo y hacer las compras para volver a nuestro lugar. Somos los custodios, somos los que defendemos los bosques y los animales de los cazadores furtivos. En definitiva, somos colaboradores de la educación, de la investigación, o sea, no nos ofendan más. Una vez más, el liberalismo extractivo y destructor pretende avanzar sobre las áreas protegidas y no lo vamos a permitir. Se lo aseguramos que no lo vamos a permitir”, concluyó Alejandro Beletzky quién luchó contra los actos de corrupción de distintos funcionarios de Parques Nacionales durante muchos años. En su amplio derrotero, Beletzky escribió un libro que denominó “Eco-rrupción en Parques Nacionales”.