Por Alejandro Maidana

Sin justicia ambiental, no puede haber justicia social, ya que los primeros en pagar los platos rotos de las actividades extractivas, son los pobres

Momentos de angustia y desesperación se vivieron a causa de un incendio que se inició en tierras tucumanas extendiéndose hasta la provincia hermana de Santiago del Estero. El mismo destruyó en su paso un criadero de cerdos y viviendas, afectando la biodiversidad en todo su conjunto generando terror en distintas familias campesinas.

La localidad de Piedrabuena, en el departamento de Burruyacú (Tucumán), fue el lugar en donde se generó la quema que luego se extendería a lo largo de decenas de kilómetros. Es preciso destacar que las llamas también cercaron las casas y animales del departamento Jiménez, Loreto, Sunco Corral de la provincia de Santiago del Estero.

El fuego y un común denominador -el modelo extractivista-, una encerrona constante para una biodiversidad que contempla de manera impertérrita, como la vida en todas sus ramificaciones se apaga al ritmo de la avaricia y especulación. La siembra directa, el monocultivo y su paquete tecnológico, verdaderos jinetes del apocalipsis de un modelo sojero que nos maneja cual titiritero.

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Las quemas han vuelto, mejor dicho, nunca se fueron, y si bien desde algunos sectores se intenta instalar que las mismas se desprenden de la acción de la naturaleza, los responsables suelen permanecer camuflados detrás del blindaje mediático/judicial. Distintos actores sociales vienen dando una estoica lucha contra el modelo depredador, la misma se viene sosteniendo a los largo y ancho del país encontrado algunos epicentros muy marcados.

La provincia de Santiago del Estero, en su límite con la de Tucumán, vuelve a estar en el ojo de la tormenta. Meses atrás, este diario digital entrevistó a Sergio Raffaelli, sacerdote de Pozo de Hondo, un territorio que se ha transformado en un desierto verde, gracias a las plantaciones de soja que se expanden sin control al igual que las aspersiones con agrotóxicos.

Consultado por Conclusión, Raffaelli expresó que “la realidad de las comunidades nos va metiendo y haciéndonos parte de la misma. La problemática que más nos preocupa y consideramos que es muy grave, es esta. Hace unos años era el avance de la frontera agropecuaria y los conflictos de tierras, la pelea por los territorios entre las grandes firmas sojeras y el campesinado, y hoy en día son las fumigaciones con agrotóxicos, tanto vía aérea con avionetas, como terrestres con mosquitos”.

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Una pintura de la realidad de los pueblos fumigados, que no solo está ligada a los venenos del agro, sino también a la abominable deforestación y quema de campos que acechan la cotidianeidad de quienes resisten a duras penas, la voracidad latifundista. El fuego ha vuelto a ganar terreno en distintas partes del país, la tierra ya no puede tolerar un abuso más, y si bien la naturaleza manifiesta su dolor de distintas maneras, la ambición humana sigue imponiendo su agenda autodestructiva.

Sacerdotes en la Opción por los Pobres se organizan para decirle basta al ecocidio 

Luego del impiadoso paso del fuego que terminó con la vida de animal y vegetal en distintos territorios, y que empujó a decenas de personas a tener que abandonar su lugar, un grupo de curas que vienen participando activamente en la defensa de la casa común, compartieron con Conclusión su concreto posicionamiento político. “A esta altura de las circunstancias, llamar al episodio del martes 26 de octubre de 2021, «incendios forestales», es un eufemismo para esconder su verdadero rostro: un «ecocidio». Un verdadero ecocidio programado y ejecutado desde una agricultura industrial que no busca producir alimentos, sino dinero”, enfatizaron.

Las consecuencias fueron muy concretas, pérdida de biodiversidad; de monte nativo, y, lo que es más grave, atentado directo contra familias y comunidades campesinas. “Son agresiones que se repiten, como los desmontes, desalojos de poseedores campesinos indígenas ancestrales de sus tierras, fumigaciones envenenantes y explotación laboral. Quemar una provincia resulta impune. Se culpa al calor y al viento ¿Dónde y quiénes comenzaron los incendios? ¿No coincide con campos donde se hace práctica “silvopastoril”? ¿No pareciera ser más bien desmontes encubiertos para cambiar el uso del suelo?, se preguntaron con cierta ironía.

Detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, está la ambición desenfrenada del dinero que gobierna

Es deber del Estado Provincial investigar y castigar a los culpables. Es urgente decir una palabra ante tanta hipocresía del discurso «ambientalista» de campaña. “Con el Papa Francisco reafirmamos que se está castigando a la tierra, a los pueblos y a las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, está la ambición desenfrenada del dinero que gobierna. El mismo Francisco en el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Bolivia suscitado en 2015, fue muy claro, indicó que «la casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave«. Como sacerdotes sirviendo al Reino de Dios en ámbitos rurales, hacemos un llamado a la conciencia de todos, especialmente de los que tienen el poder, delegado por el pueblo, de cuidar de los bienes que Dios sabiamente ha destinado para todos”, concluyeron los sacerdotes en Opción por los Pobres Sergio Raffaelli, Sergio Lamberti y Rubén Lassaga.