Por Alejandro Maidana

El crimen organizado goza de muy buena salud gracias a la actitud complaciente de quienes deberían desarticularlo. La verdad parcial se convirtió en una mercadería de extorsión en un negocio de silencio y supervivencia. Una estructura de poder con extraordinarias ramificaciones en la sociedad civil y el Estado, así definiría a la mafia el historiador Giuseppe Carlo Marino. Con tremenda facilidad para la infiltración, la misma ampliaría sus tentáculos desde su Italia natal a distinto destinos, por ejemplo, la Argentina.

La realidad nos ha demostrado que la ciudadanía vive en un limbo, en un cúmulo de ignorancia que nos deposita inexorablemente en la indiferencia que tiene su ligazón con un gran paso criminal dado dentro de un sistema democrático, y en la misma sociedad. El sistema mafioso necesita y se fortalece a través de la indiferencia ciudadana, cuanto menos se sepa de nombres y razones sociales que intervienen en el blanqueo y fuga de dinero, más se fortalecerá el accionar mafioso.

Son pocos aquellos interesados que aportan su compromiso ciudadano en la idea de conocer el entramado mafioso que alimenta el sistema financiero y criminal, un paso que puede pagarse incluso con la misma vida. El escritor napolitano Roberto Saviano, quién tomo el comprometido camino de escribir un libro sobre La Camorra al que denominó “Gomorra”, se animó a visibilizar los nombres propios de aquellos que integraban la familia. Cabe destacar que esta situación desembocó en que Saviano deba convivir con una custodia policial y literalmente preso de una situación que empujó mediante su obra, ya que lo que no puede permitir la mafia, es que se brinden los nombres y apellidos de quienes la integran.

Te puede interesar: Mafia y narcotráfico: ¿cómo comprender la criminalidad organizada en Argentina?

Para la mafia no es problema el intercambio de pareceres y conceptos, pero si a la misma se le pone nombres propios, y se hacen públicas las conexiones y los negocios, esta se pone muy incómoda. Cabe destacar que si bien quién aprieta el gatillo es el sicario, el autor intelectual de la ejecución es otro, pude ser alguien que se encuentra muy alejado del estado, tanto como alguien que se encuentra dentro del mismo.La realidad es que es tan rígido el entramado mafioso, que difícilmente podamos saber quiénes son los prestidigitadores, tomando como referencia que aún desconocemos quién o quienes dieron la orden de asesinar a John F. Kennedy. Allí estuvo involucrada la mafia, el FBI, la CIA y los poderes económicos subterráneos”, indicó el director de Antimafia Dos Mil Jean Georges Almendras en dialogo con Conclusión.

Desenmascarar a la mafia es sumamente complejo por la nebulosa que la misma genera para mantenerse a salvo, eso es madia, crear una nebulosa tan grande alrededor de un delito de sangre o económico, o incluso de la instalación de un sistema político.La única manera de neutralizar lo antes mencionado, es a través de la conciencia ciudadana y del voto, ya que a través de este último podemos comenzar a neutralizar uno de los tentáculos del sistema mafioso. Claro está que la mafia va a buscar corromper de manera sistemática a quiénes decidan participar, por ello no se puede depender de los actores parlamentarios, la clave está en la conciencia antimafia que debe abrazar la ciudadanía. Se puede corromper a uno, diez o cien, pero no se puede corromper a 40, 50 o 60 millones de personas”.

Te puede interesar: ¿Tuvo Juntos por el Cambio una lógica mafiosa?

Esta disputa de sentidos parte de los mismos medios de comunicación hegemónicos que atentan contra las subjetividades generando un verdadero desconcierto. Desde la manipulación mediática se allana el camino para que las mafias no se vean interpeladas en absoluto. “Nosotros lo que estamos haciendo es un trabajo de hormiga, un trabajo sutil para desenmascarar a la mafia, tanto ustedes como nosotros desde antimafia Dos Mil en Latinoamérica, como Antimafia Duemila en Italia con Giorgio Bongiovanni, lo que hacemos es golpear las conciencias para que estas se despierten. Tenemos que terminar con romantizar las mafias, ya que estamos hablando de una estructura de poder con extraordinarias ramificaciones en la sociedad civil y el Estado. Si un grupo criminal me financia, estoy obligado a dar mis votos políticos para que ciertas leyes se aprueben, funcionales al sistema criminal. La traición es doble; frente a la ciudadanía, por un lado, y frente a lo que yo como parlamentario represento. ¿Represento a la honestidad? No. Desde que yo soy consciente de que mi partido político fue solventado por una mano criminal, aunque yo no vote a una ley que favorezca a la criminalidad, solo el hecho de haber hecho eso me transformo en un cómplice. Ese es el juego en el que nos estamos manejando”.

Entre los valiosos conceptos vertidos, Almendras habló sobre su permanencia en Italia y los jueces y magistrados antimafia italianos. “Todos ellos tienen una capacidad, una vibración, energía y una solvencia en sus palabras cuando hablan de la mafia, de la antimafia, que llama poderosamente la atención. Son hombres que se saben asesinados, con la muerte sobre su cabeza, y no es una apreciación romántica. Su convicción los hace encarar a un medio periodístico, al público, o en conferencias públicas invitados por alcaldes que tienen los testículos para gritar, porque en zonas cercanas a Sicilia, todos tienen miedo de la mafia. Son pocos los funcionarios públicos que tienen los testículos necesarios  para hablar sobre la mafia”, enfatizó.

Te puede interesar: Los vínculos de la mafia con el sistema empresarial y estatal

El monstruo avanza con sus poderosos tentáculos, solo puede encontrar un escollo en su avasallante camino, y este tiene su anclaje en la toma de conciencia de una sociedad vapuleada en sus sentidos. “La movida ciudadana depende nosotros, ya que somos agentes de conciencia y debemos despertar la misma de manera colectiva. Hay tres patas que son medulares, tanto en la corrupción como en la no corrupción, allí aparecen el sistema judicial, el de seguridad y el político. Estas son las tres patas que pueden neutralizar todo lo que venimos expresando en esta charla, o instalar, desarrollar, consolidar y ramificar la lógica mafiosa. Seamos sinceros, tanto doña María como Juan Pueblo, tienen una idea romántica de la justicia, del político y de la policía, tanto el juez como el comisario son una especie de dios personificado para el ciudadano común. Debemos comprender y tomar la verdadera dimensión del accionar mafioso, por ello es menester no romantizar a los poderes que mencionamos, ya que los mismos suelen ser los arietes de infiltración de las organizaciones criminales”.