Por Matías Colagioia

Desde hace al menos cuatro décadas, desde los 80 para ser mas precisos, la poderosa industria del cine y el entretenimiento estadounidense, la que consumimos en todo el mundo y que siempre fue un poderosísimo aparato de propaganda, pretende mostrarnos un mundo, una sociedad donde no hay conflictos laborales. Ya no hay películas ni series donde se reflejen los problemas de trabajadores y sus familias en el día a día.

Ahora no. Ahora las series son de grupos de amigos profesionales que trabajan independientemente o que si trabajan en una empresa pelean mano a mano con su jefe para un aumento de salario. El sueño húmedo de las grandes empresas. No hay conflictos gremiales, que por naturaleza son colectivos.

Pero los EEUU que supieron tener la clase media más pujante del mundo tienen otra historia. Una clase media que fue tal entre otras cosas por la actividad de los sindicatos. Actividad que se intento desde la presidencia de Reagan, barrer con violencia.

El problema que tienen estas grandes empresas es que la verdad no se puede ocultar. Está ahí latente, a punto de explotar cuando uno menos lo espere y en el lugar que uno menos lo espere. Y exactamente eso paso aqui, paradojas de la vida, fue en Hollywood, el arma propagandística mas prominente de las grandes oligarquías financieras y empresariales donde el mundo vio que celebridades del cine y las series estaban en huelga. Si en una huelga organizada por el sindicato de actores y de guionistas para exigir una negociacion donde la tecnología no le saque sus trabajos y que se reparta mas equitativamente las riquezas que genera esa inteligencia artificial.

Por estas cosas cuando nos digan que los sindicatos no sirven para nada, que es mejor negociar individual y directamente con las empresas respondamosles : “No creo que sea asi… Si hasta en Hollywood necesitan sindicatos”