Jorge Alberto Ripani*

Luego de la caída de Agustín de Iturbide en 1823, comienza la división del territorio mexicano del cual Honduras formaba parte. Después viene el intento de las Provincias Unidas de Centroamérica de Francisco Morazán, su declive y más fragmentación. A partir de este proceso aparece una patria muy chica, débil, provincial: Honduras. Transita las guerras limítrofes entre vecinos del siglo 19 y la deuda externa. En el siglo 20, también al igual que el resto de Iberoamérica, es víctima de las dictaduras militares del plan cóndor, las bases norteamericanas y se restablece la democracia formal en la década del ´80. La historia de las provincias hispanoamericanas por momentos parece calcada.

En el siglo 21 irrumpe un presidente de la ola latinoamericanista: José Manuel “mel” Zelaya. Entra en tratos petroleros con Chávez, gobierna con una política de centro izquierda, se aleja de Washington y mete a Honduras en el ALBA. Según ALAI “en Honduras, más del 80% de los medicamentos son provistos por empresas multinacionales, siendo la materia prima para su producción 100% importada, principalmente desde Estados Unidos y Europa.” Mel quiere empezar a traer medicamentos genéricos de Cuba a precios populares y hacer una encuesta para incorporar el constitucionalismo social del siglo 21. Sin embargo aparece el último golpe de estado “duro” del continente. Los militares lo sacan en pijamas de su casa. El congreso convalida el golpe. Pone a Micheletti en el Poder Ejecutivo y el presidente constitucional se exilia en Brasil. Año 2009. Ahí comienza esta historia.

Luego hay elecciones sin veedores internacionales y sin Mel. Porfirio Lobo resulta electo. Pocos países reconocen su gobierno. Uno de ellos es EEUU. Ahora del constitucionalismo social y los medicamentos genéricos a precios populares, ni noticia.

Zelaya jaqueado por los medios de comunicación y los policiales de corrupción y Lobo firman un “acuerdo de reconciliación nacional” y con eso se obtiene reconocimiento mundial.

En 2016 la líder indígena y coordinadora del Consejo de Pueblos Indígenas de Honduras (Copinh), Berta Cáceres, es asesinada por sujetos desconocidos en el interior de su vivienda. Se produce un escándalo internacional. “Presuntamente, la activista aparecía en una lista negra de un grupo élite del Ejército de Honduras que entrenaba en Estados Unidos. El exsargento primero Rodrigo Cruz de las Fuerzas Especiales del Ejército del Honduras confesó este martes que su unidad recibió la orden de asesinar a varios dirigentes sociales en su país, entre ellos la luchadora ambientalista Berta Cáceres”, según publica The Guardian.

Zelaya se va del partido Liberal, crea el partido Libre y es electo diputado. El Zelayismo nunca más gana una elección presidencial.

Pero para el 26 de noviembre de 2017, se celebran elecciones presidenciales entre Juan Orlando Hernández (va por la reelección) y Salvador Nasralla (apoyado por Zelaya). ​ El 1 de diciembre, se suspenden las garantías individuales y se decreta un toque de queda por 10 días. El Tribunal Electoral de Honduras en manos del oficialismo da a conocer los resultados el 4 de diciembre de 2017, dando ganador a Juan Orlando Hernández en un clima enrarecido. El mismo TSE denuncia la caída del sistema durante el escrutinio. Tras una falla en el mismo, el opositor pasó de tener una ventaja de casi cinco puntos a estar por debajo del oficialismo. «Hubo fraude en las mesas. Ellos pusieron a votar también a los muertos y gente que vive en EE.UU.», afirmó Nasralla. Se suceden protestas populares, represión y muertes.

Según los datos del gobierno, sólo 1,59 % es la diferencia. El 4 de diciembre la UE presenta un informe preliminar, destacando que hasta el momento no hay ningún presidente electo y condenando la represión. El mismo día, varias unidades policiales hacen un comunicado negándose a reprimir. “Nuestro pueblo es soberano y a ellos nos debemos, por lo tanto, no podemos estar confrontando y reprimiendo sus derechos.” De seguida el gobierno les promete un bono especial y un aumento. Por ahora se mantiene el “acuartelamiento”. Telesur informa que “Entre las irregularidades detectadas por la misión de la OEA en el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), centro de acopio, informaron que algunos camiones llegaron al lugar «sin el acompañamiento de custodios», así como maletas «abiertas o incompletas faltando el acta, las hojas de incidencias y los cuadernos de votación» y la compra de votos.”

A más de dos semanas de las elecciones sin conocer el ganador, la OEA no se ha pronunciado con claridad. Evo Morales, partidario de la unidad continental, fustigó “A casi una semana de las elecciones en Honduras, ¿por qué EEUU y OEA mantienen silencio cómplice sobre elecciones en Honduras y la muerte de ciudadanos? La democracia peligra en un país hermano, Almagro y compañía no solo no se pronuncian, sino parecen mirar a otro lado.”

Matamoros, presidente del TSE, dijo “Ya el TSE tiene los resultados, la diferencia entre los candidatos cambió por mil votos, pero queremos comparar las actas y demostrar que el TSE no tiene nada que ocultar”.

Hasta ahora, ambos se declaran ganadores. La oposición pide recuento total de votos y el oficialismo, acepta recuento acotado. No hay segunda vuelta. Eso hubiera ayudado a limpiar las aguas. El tercero del partido Liberal que sacó un 14 % dijo que ganó Nasralla.

Finalmente una síntesis. Hay final abierto. El resultado depende de la correlación de fuerzas entre el apoyo popular e internacional que puedan encolumnar Zelaya y Nasralla para cambiar la historia y las fuerzas que apoyan al gobierno. Honduras es un ejemplo de todo lo que Argentina debe evitar. Y viendo los antecedentes relatados ¿Qué otra cosa se podía esperar?

* Abogado especializado en Derecho Político e Historia Constitucional / [email protected]