Por Carlos Duclos

Argentina es a menudo la imagen del cuento de nunca acabar. Cuento que, por supuesto, siempre le leen a los ciudadanos comunes, esos que cargan siempre sobre sus espaldas la responsabilidad de mantener a una “pléyade” de seres improductivos o mequetrefes especuladores. Ahora el cuento parece ser que se llama “Precios Transparentes”. Es una pena.

Lo cierto es que el discurso para implementar la modalidad de Precios Transparentes confluía en un punto: beneficiar al consumidor. Pero nada de esto ocurre, todo lo contrario, a dos días de implementada la modalidad. El diario La Nación publicó un informe en el que claramente se advierte que escasos productos han bajado de precio si se pagan al contado (y una reducción de apenas 2 por ciento de promedio) y todos han subido su precio si el pago es en cuotas hasta un 20 por ciento.

El diario Conclusión también hizo un relevamiento y vale reproducir una parte de esa información: “Lorenzo, de 51 años, se quejó al ser consultado por Conclusión, asegurando que este martes buscaba comprarse un aire acondicionado con su tarjeta de crédito, pero que el visible interés que ya desde las tres cuotas le alteraba el precio final lo hizo replantearse la situación. A su vez, también aseguró que de contado el precio seguía siendo “prácticamente el mismo” que la semana anterior”.

Desde luego que lo que ha dicho este rosarino, Lorenzo, es muy cierto y vale decir que el autor de esta columna fue testigo ayer mismo de como un señor dejaba un par de zapatillas en un tienda, porque al momento de pagar con la tarjeta de crédito en tres cuotas el precio subía un 7 por ciento. En efectivo el precio era el de vidriera, ni un centavo menos.

Desde el Ministerio de Producción de la Nación se ha dicho: “Desde el Ministerio de Producción impulsamos una política de precios transparentes para incentivar la competencia y cuidar a los consumidores” y se añade: “Se considerará como pago al contado al efectivo, el débito y crédito en un pago y otros medios de pago electrónicos” y todo lo demás que se pague en cuotas con recargos de hasta 20 por ciento. ¿Es acaso esto beneficiar al consumidor, propiciar más movimiento en el mercado interno?

No es grato tener que escribir estas cosas, especialmente cuando había esperanzas de un cambio verdadero en el rumbo social, económico y político, pero este país, su gente (salvo excepciones con corona) parecen condenados al guatemala o al guatepeor, a que le lean todos los días el gran cuento hecho por algunos “autores” argentinos.