Por Guillermo Griecco

El elenco ministerial que acompañará a Mauricio Macri en el próximo gobierno, con notable presencia de economistas liberales, banqueros y ex altos directivos de empresas (ahora los llaman CEO) en puestos clave, muestra una impronta, anticipa la jugada –poco sorpresiva por cierto– antes del recambio presidencial.

La economía sigue siendo el eje y lo que sucederá con el dólar es lo que genera más interrogantes. Las expectativas de devaluación, fomentada por el anticipo que hizo el macrismo durante la campaña, vienen generando efectos negativos en la marcha de la economía, con aumentos de precios “preventivos” de hasta un 20 por ciento en productos de la canasta básica, según cálculos de la Cámara de Supermercados de Rosario. Encima, fabricantes, proveedores e intermediarios retacean mercadería para “no salir perdiendo” cuando salte el dólar.

Son señales concretas, no se trata de lo que la vulgata mediática –ahora pintada de amarillo oficialista–quiere instalar como “campaña del miedo”. La aceleración inflacionaria durante noviembre es un hecho.

Según el Indec y consultoras privadas, el promedio mensual para el índice de precios al consumidor venía siendo de 1,6 por ciento y en noviembre trepó a 3 por ciento. Mauricio lo hizo. Los mismos economistas que desde el 10 de diciembre ocuparán cargos en la gestión de la alianza Cambiemos son los que durante la última década buscaron generar miedo en la población, alertando sobre la proximidad del abismo, alarmando que todo se iba a pique, que la catástrofe económica era inevitable. Y nada de eso sucedió.

El artilugio para justificar el plan de ajuste que asoma en el horizonte es presentarlo como un “sinceramiento” de la economía. ¿Qué significa sincerar? ¿Eliminar subsidios a los servicios públicos para aumentar las tarifas? ¿Devaluar un 50 por ciento el peso? ¿Eliminar retenciones a las agroexportaciones? ¿Recortar el gasto público? ¿Achicar prestaciones sociales? ¿Volver a endeudar al país? No son prejuicios, son juicios de valor sobre conceptos del equipo económico que acompaña al todavía jefe de Gobierno porteño.

Y si hay ajuste, como siempre, recaerá en el pueblo trabajador porque reducirá el poder de compra del salario. El designado ministro de Trabajo en el futuro gobierno, Jorge Triaca, dijo que “las paritarias tienen que ser libres” aunque aclaró que es “muy importante mirar el desarrollo de la economía”, además de pedir “madurez” a dirigentes sindicales y empresarios. Con devaluación y tensión inflacionaria, el capítulo de las negociaciones salariales será áspero.

En entrevistas brindadas a tres matutinos nacionales, Marcos Peña, futuro jefe de Gabinete y hombre de confianza de Macri, dijo que “no hay que esperar un paquete de ajuste”, que “los prejuicios sobre Macri van a caer pronto”, que “habrá retenciones cero a granos –trigo y maíz, más una rebaja de cinco puntos para la soja– y carne, y confirmó la iniciativa de subir el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría, o bien encarar una reforma de las escalas de dicho tributo.

También adelantó que el nuevo gobierno buscará un pacto social y político, y que Macri arrancará su gestión con un “shock de medidas”, como la eliminación del mal llamado cepo al dólar, y dijo además que habrá anuncios diarios para, según admitió, “matizar las dificultades”. Dificultades que el macrismo quiere cargar al gobierno saliente, aunque el grueso de la población, los que votaron a Macri y los que no, saben de los avances de los últimos años.

El presidente electo presentó en sociedad a su equipo de gobierno. Como se señaló, aparecen muchos ex ejecutivos de grandes compañías y economistas formateados en la city porteña más que en la universidad pública. Se espera, obvio, un destino económico más ligado al mundo de las finanzas que al desarrollo productivo. Algunos ministerios cambiaron de nombre, aunque quienes van a estar al frente son viejas caras conocidas. Economía pasará a ser Hacienda y Finanzas, y Planificación Federal se llamará Infraestructura. Detalles que también marcan tendencia y enfilan el nuevo rumbo.

Después de reunirse con Cristina para comenzar la transición, Macri anunció que su primer viaje será a Brasil, el principal socio comercial de la Argentina. El ex presidente de Boca envió dardos venenosos al gobierno de Venezuela y flores al de Estados Unidos. Habló por teléfono con el primer ministro inglés David Cameron pero no hubo menciones al tema Malvinas. También se reunió con el canciller español para “retomar vínculos” con el gobierno conservador de Mariano Rajoy. El cambio de perfil en las relaciones internacionales empieza a tomar forma. En efecto, Macri anticipó que participará en enero del foro económico mundial Davos que se reúne anualmente en Suiza con el fin, según resaltó, de atraer inversiones para el país. El último presidente argentino que participó de este foro fue Fernando De la Rúa en el 2000.

Cristina transcurre los últimos días de su segundo mandato sin grandes inconvenientes. Deja un legado digno de destacar y reconocer. En su primera aparición pública tras el balotaje pronunció un discurso encendido, defendió políticas de Estado, resaltó derechos conquistados y llamó al pueblo a defenderlos. También deslizó críticas para la administración entrante: “Un país no es una empresa”. Días después juntó tropa legislativa y se mostró activa al momento de empezar a marcar el camino de reorganización que deberá andar el peronismo en su rol de oposición.

¿Y Santa Fe?

En Santa Fe, por lo pronto, el sector de la UCR macrista trabaja para convencer a sus correligionarios frentistas y al socialismo de integrarse a Cambiemos. Cosa rara que vale recordar: en la provincia la UCR integra el Frente Progresista pero a nivel nacional es parte del armado de centroderecha que lidera el PRO.

Por ahora, los hombres del partido de la rosa roja se mostraron refractarios a compartir mesa con macristas.
El gobernador electo Miguel Lifschitz y la intendenta reelecta Mónica Fein se disponen a transitar sendas gestiones. El actual senador festejó el fallo de la mini Corte que frena la detracción del 15 por ciento de la masa de impuestos coparticipables con destino a la Ansés: un chorro de guita que quedará en la provincia, pero que priva al organismo nacional de esos recursos, es decir, desfinancia la seguridad social. El gobernador electo y la intendenta afinan el lápiz para los números de 2016 y salen a defender sus mociones de suba de impuestos.

Mientras tanto, Lifschitz y Fein ya quieren empezar a articular políticas de seguridad para Santa Fe y Rosario con la futura ministra nacional del área Patricia Bullrich. El macrismo promete que dará pelea a la problemática de la inseguridad y el narcotráfico. Poco dice sobre cómo lo hará. Se abre otra etapa en el país y es momento de observar los primeros pasos del nuevo gobierno.