Por Alejandra Ojeda Garnero

Después de más de siete años, comenzará el juicio por el linchamiento de David Moreira. El joven de 18 años murió tras recibir una golpiza por parte de vecinos que lo atraparon cuando huía luego de un intento de robo. El feroz ataque ocurrió el 22 de marzo de 2014 en la intersección de Liniers y Marcos Paz, de barrio Azcuénaga. El chico falleció tres días después como consecuencia de múltiples fracturas en el cráneo y pérdida de masa encefálica. En el banquillo de los acusados se sentarán Gerardo G. y Cristian A., imputados por el delito de homicidio en agresión que establece una pena de dos a seis años de prisión. Tanto Fiscalía como la querella pedirán el máximo de la pena.

La fecha de inicio del juicio fue fijada para el 26 de mayo próximo y se extenderá hasta el 3 de junio, jornadas en las que brindarán su versión de los hechos alrededor de 72 testigos, tras romper el pacto de silencio y amenazas para que la verdad no saliera a la luz y los responsables sigan gozando de impunidad. La acusación estará a cargo del tercer fiscal que interviene en la causa, Alejandro Ferlazzo y el debate será frente al tribunal integrado por los jueces Pablo Pinto, Rodolfo Zvala y Nicolás Foppiani.

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En diálogo con Conclusión, el abogado querellante Norberto Olivares, que representa a la familia de David Moreira, indicó que «después de siete años del hecho, hay un sentimiento contradictorio porque preocupa que haya transcurrido tanto tiempo. En estas condiciones, no es lo mismo la declaración de los testigos presenciales inmediatamente ocurridos los hechos que después de tanto tiempo».

El escenario no es el más adecuado ya que «tres fiscales actuaron en este proceso, y no son las mejores condiciones, no significa que el juicio se vea afectado pero el tiempo es contrario a la justicia», aseveró el letrado.

De todos modos, Olivares se muestra optimista porque «a pesar de toda esta situación, vamos a juicio porque no solamente se reduce al impacto social, político, mediático que provocó este caso, sino a lo que está pasando en estos días. En la actualidad estas cuestiones siguen siendo parte de un debate muy importante y vamos a juicio presentando una corriente que no es la mayoritaria».

«A pesar de que el sentido común y el clima social no nos acompaña, tenemos los principios y las convicciones de que estas cuestiones tienen que ser sometidas a juicio y buscamos una condena para los responsables», remarcó Olivares en referencia al caso del joven que atropelló y mató a dos supuestos ladrones que le habrían robado en Fisherton.

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La causa por el linchamiento de David Moreira tuvo sus vaivenes y no fue fácil producir las pruebas para llegar a juicio debido al fuerte pacto de silencio que, bajo amenazas, consiguieron los responsables. Pero a pesar de ello, indicó el abogado querellante, «hubo dos imputados iniciales en 2014, allanaron sus casas y estuvieron detenidos cinco meses. Luego recuperaron la libertad a partir de la recalificación que hizo la fiscalía, que en un principio era por homicidio agravado, es decir con alevosía, con una perspectiva de condena de prisión perpetua. Después modificó la calificación y la llevó a una figura mucho más leve de homicidio en agresión, artículo 95 del Código Penal, que tiene una escala de 2 a 6 años de condena, lo que implica que en el caso que sean condenados en juicio van a cumplir la pena en libertad».

Los imputados en ese momento fueron Gerardo G. y Nahuel Pérez, «de estos dos primeros acusados, uno de ellos Nahuel Pérez, en septiembre de 2019 celebró un juicio abreviado, en el cual pactó tres años de ejecución condicional al reconocer su participación en el hecho», detalló Olivares.

La investigación siguió su curso a pesar de las dificultades y «tres años después, en 2017, se imputó a un tercer involucrado, Cristian A. que junto a Gerardo G. serán juzgados» en este debate oral y público a partir del 26 de mayo.

La demora para llegar a esta instancia se debió a que «hubo que hacer una prueba pericial y juntar una cantidad de elementos para involucrar al tercer participante».

El clima social reinante en estos días no acompaña la justicia que se busca en este caso, pero a pesar de todo, Olivares se muestra optimista, ya que «si surgen testimonios fuertes e incriminantes en el debate, estamos en la antesala de una condena para los dos».

Los dos imputados llegan a juicio por el delito de homicidio en agresión, aunque la evidencia y testimonios podrían dar un vuelco en la sentencia. Si bien ya no se puede modificar la calificación del delito, puede ocurrir que los jueces determinen una condena más alta por considerar que existen agravantes.

En este sentido, Olivares explicó, en el campo de las posibilidades, y en base al principio de congruencia, que podría «existir en la convicción de los jueces, porque no tienen la obligación de atenerse a los sucesos de la investigación penal preparatoria como en la audiencia preliminar. Si el tribunal, de toda la prueba que se produce en el juicio, llegara a la convicción de que la calificación es incorrecta tiene libertad para resolver y argumentar, ese principio de congruencia es modificado».

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En este caso podría existir la modificación en el sentido del agravamiento, que apuntaría a «homicidio con alevosía», la cual implica que el homicida actúa sobre seguro sobre la víctima y ésta no opone ningún tipo de resistencia a la vez que no representa una amenaza para el atacante. De darse este escenario, los imputados enfrentarían una posible condena de prisión perpetua.

El punto más doloroso de esta historia refiere a la mamá de David Moreira, Lorena Torres, que no podrá estar presente en el juicio ya que al poco tiempo de ocurrido el asesinato de su hijo, la familia se fue a vivir a Uruguay. El cierre de fronteras le imposibilita llegar a la ciudad.

El linchamiento de David Moreira generó tanta conmoción en todos los ámbitos, que hasta el papa Francisco se refirió al caso. «Me dolió la escena. Fuenteovejuna, me dije. Sentía las patadas en el alma. No era un marciano, era un muchacho de nuestro pueblo; es verdad un delincuente. Y me acordé de Jesús: ¿que diría si estuviera de árbitro allí?: el que esté sin pecado que de la primera patada», sostuvo el papa argentino Jorge Bergoglio.

«¿Qué cosa falló?», se preguntó el papa y añadió: «Lo peor que nos puede pasar es olvidarnos de la escena. Y que el Señor nos de la gracia de poder llorar, llorar por el muchacho delincuente, llorar también por nosotros».