Por Alejandra Ojeda Garnero

Continúa el juicio por la muerte de Franco Casco, en el que 19 policías son juzgados por su supuesta participación en la desaparición forzada y torturas; por la cual enfrentan una posible pena de prisión perpetua. Una vez más en esta nueva jornada, distintas pericias siguen derribando la teoría acusatoria.

En la decimoquinta jornada del debate, presidida por los jueces Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Eugenio Martínez que integran el Tribunal Oral Federal N 2, se explayaron dos antropólogas del Equipo Argentino de Antropología Forense, una prestigiosa institución científica, que aplica metodologías para la investigación en la búsqueda de personas desaparecidas, determinación de causas de muerte e identificación, entre otras. Participa como perito de parte cuando familiares dudan de las investigaciones oficiales, y también son convocados por jueces y fiscales.

Las antropólogas Mariana Segura y Mariana Selva explicaron ante el tribunal cómo se realizaron los procedimientos, en los que ambas participaron junto a otros profesionales del EAAF, de forma integral, ya que son varias las disciplinas que intervinieron para arribar a las conclusiones.   

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Como ya se ventiló en otras audiencias de este juicio, la causa de muerte de Franco Casco no se pude determinar en la primera autopsia, debido al avanzado estado de descomposición que presentaba el cuerpo luego de 22 días en el agua. En esa práctica se constató que no había lesiones, como tampoco signos de violencia y se arribó a una conclusión: «causa indeterminada de muerte», hasta que se realizaran los estudios complementarios. Luego, en la necropsia, se confirmaron los resultados. En los estudios radiológicos que se realizaron en todo el cuerpo “no se han observado lesiones óseas de origen traumático reciente, ni la presencia de imágenes compatibles con proyectiles de arma de fuego u otro elemento metálico”. Del mismo modo, y echando por tierra la presencia de tortura, como asegura la teoría acusatoria, “el examen del cráneo no muestra lesiones óseas de la bóveda craneal”. 

Los exámenes complementarios revelaron que la causa de muerte fue asfixia por sumersión, aunque el estudio de diatomeas no arrojó un resultado positivo debido a la escasa cantidad de médula ósea que llegó al laboratorio de ciencias biológicas.

El cuerpo de Franco Casco fue hallado en las aguas del río Paraná el 30 de octubre de 2014, luego de 22 días desaparecido; el mismo día se realizó la autopsia como NN en el Instituto Médico Legal de Rosario; al día siguiente se realizó la pericia odontológica, donde se constató que no había lesiones traumáticas. El 3 de noviembre del mismo año, una Junta Médica practicó una nueva autopsia con presencia de varios peritos y abogados de las partes. El 25 de noviembre, el perito Víctor Moglia realizó la extracción de médula ósea para el estudio de diatomeas para confirmar o no si la causa de muerte era ahogamiento, lo cual no se pude determinar por ser “escasísima la muestra”. El 28 de noviembre entregaron el cuerpo a los familiares, para trasladarlo a Florencio Varela donde finalmente fue sepultado el mismo día.

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Para el 6 de julio de 2015 se realizó una exhumación en el cementerio de Florencio Varela y los restos fueron trasladados a la Morgue Judicial de Buenos Aires. El 8 del mismo mes se realizó una nueva autopsia con screening radiológico y examen antropológico; y el 10 de julio el cuerpo volvió a ser inhumado en el cementerio municipal de Florencio Varela.  El 5 de septiembre de 2016 la Junta Médica emite un dictamen. El resultado del análisis de ADN arrojó resultado negativo, lo cual generó dudas sobre la identidad del cuerpo. 

El 28 de marzo de 2019, la querella vuelve a pedir una nueva exhumación del cuerpo para verificar la identidad ya que los estudios de ADN habían resultado negativos en comparación con las muestras tomadas a Elsa Godoy y Ramón Casco, padres de Franco. En esta oportunidad se realizaron nuevamente estudios radiológicos de los restos, y descubren fracturas en la quinta y sexta costilla izquierda, con una evolución de 7 a 14 días anteriores a la fecha de muerte.

El Equipo Argentino de Antropología Forense fue convocado, precisamente, para realizar las dos inhumaciones, y zanjar las dudas que presentaba la querella sobre un posible cambio de cuerpo, ya que el primer cotejo de ADN excluyó a Elsa Godoy y Ramón Casco, con un resultado negativo.

La inhumación solicitada en 2019, tuvo como objetivo verificar que los informes de las distintas prácticas fueron realizados sobre el mismo cadáver, la identificación del mismo y el cotejo por ADN del cuerpo de Franco Casco para corroborar la filiación con las muestras de sangre de Elsa Godoy y Ramón Casco.

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El dictamen del Equipo Argentino de Antropología Forense fue categórico. Vale mencionar que todos los procedimientos a cargo del EAAF fueron debidamente documentados y realizados bajo estrictos protocolos y en presencia de peritos de parte y familiares del joven.

El examen radiológico arrojó que “no se  observan lesiones perimortem”, es decir que no se detectaron traumas que hayan provocado el deceso; pero destaca “el hallazgo de fracturas en la 5ta y 6ta costillas izquierdas con cayo óseo en proceso de formación”, lo cual califica como “lesiones antemortem (antes de la muerte), que tendrían de 7 a 14 días de evolución desde que se produjeron”, es decir que podrían estar presentes en el cuerpo del joven desde el 29 de septiembre hacia atrás en el tiempo, incluso antes de su llegada a Rosario para visitar a sus familiares.

Respecto a los análisis genéticos, los expertos concluyeron, a diferencia del dictamen anterior, que los tres informes de autopsia y reautopsias corresponden al mismo cadáver. En cuanto a la identificación, no hay dudas que se trata del cuerpo de Franco Casco, y el estudio de ADN arrojó resultado positivo en cuanto al vínculo con Elsa Godoy y Ramón Casco, sus padres.

Otra medida cuestionada fue la pericia odontológica. El 31 de octubre de 2014 se realizó en el Instituto Médico Legal de Rosario el examen odontológico forense que reveló la ausencia de dos piezas dentales, los dos incisivos centrales de la parte superior. La pérdida se debió a la falta de tejido periodontal y el estudio arrojó que no se constataron lesiones asociadas a dicha pérdida. El estudio del EAAF confirmó la ausencia de dichas piezas “postmortem”.

El caso

Franco Casco llegó el 29 de septiembre de 2014 a visitar a familiares en Empalme Graneros, el 6 de octubre del mismo año, y a pocos días de haber llegado de Florencio Varela, su ciudad natal, abandonó la vivienda y su familia no tuvo novedades sobre su paradero hasta que el 30 de octubre, 22 días después, cuando su cuerpo fue hallado en las aguas del río Paraná.

Un total de 19 policías, que desde un principio sostienen su inocencia, están siendo juzgado por los delitos de desaparición forzada seguida de muerte y torturas, por lo que enfrentan una posible pena de prisión perpetua. Cinco de ellos están detenidos desde hace más de cuatro años en prisión preventiva efectiva, en penales federales.

Son juzgados por los delitos de desaparición forzada de personas agravado por la muerte de la víctima, imposición de torturas seguida de muerte a personas, legítima o ilegítimamente privadas de su libertad, entre los cuales se encuentran el ex jefe de la seccional 7ª Diego Alvarez, junto a los efectivos Cecilia Ruth Elisabet Contino, Walter Eduardo Benítez y Fernando Sebastián Blanco, en calidad de autores.

César Daniel Acosta, Guillermo Hernán Gysel, Cintia Débora Greiner, Rocío Guadalupe Hernández, Marcelo Alberto Guerrero, Enrique Nicolás Gianola Rocha como coautores del delito de desaparición forzada de personas agravado por la muerte de la víctima.

En el caso de Franco Luciano Zorzoli, Rodolfo Jesús Murúa, Romina Anahí Díaz, Elisabeth González Belkis, Walter Daniel Ortiz y Ramón José Juárez, son acusados como partícipes secundarios.