Por Alejandra Ojeda Garnero

Una nueva jornada de debate por la muerte de Franco Casco se desarrolló este viernes en los Tribunales Federales de Oroño al 900. Una rueda de reconocimiento, al menos “irregular”, se realizó con la presencia de todos los imputados con el objetivo de que Ramón Casco, padre de Franco reconozca a los efectivos que lo atendieron en la comisaria cuando fue a pedir información sobre su hijo el 9 de octubre del 2014, cuando la causa se había iniciado por búsqueda de paradero. También el detenido Daniel Alberto R., participó del procedimiento para reconocer, como había manifestado en su declaración del 16 de junio pasado, sobre la existencia de “una guardia buena y otra guardia mala”.

Por la desaparición forzada, tortura y muerte de Franco Casco 19 policías se encuentran cumpliendo prisión preventiva desde hace cinco años. Algunos de ellos enfrentan una posible condena de prisión perpetua, a pesar la profusa prueba que existe en el expediente desde el inicio de la investigación que demuestra lo contrario y fue ratificada por cada uno de los peritos en las distintas audiencias que se sucedieron desde el 6 de diciembre de 2021, fecha de inicio del juicio, hasta la actualidad.

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En la jornada de este viernes se realizó la rueda de reconocimiento a los 19 imputados, a pesar de la objeción que presentó el defensor oficial Martin Gesino a la que adhirieron el resto de las defensas. La objeción fue planteada por la irregularidad del procedimiento, ya que la ley indica que debe realizarse con un imputado y el resto de los integrantes de la rueda deben ser personas ajenas a la causa, pero en este caso estarán presente solo los imputados. En este caso, el tribunal integrado por los jueces Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Eugenio Martínez avaló el procedimiento. Así las cosas, primero pasaron las mujeres y luego los hombres en grupos de cinco.

A pesar de la objeción del defensor oficial Martín Gesino sobre la irregularidad de la rueda de reconocimiento, los imputados estuvieron presente de forma presencial en el tribunal. Cada uno de ellos eligió un número al azar, primero se presentaron las cinco mujeres y luego los 14 hombres, en grupos de cinco. Por lo tanto, los números quedaron asignados de la siguiente forma: 1 Cecilia Contino; 2 Cintia Greiner; 3 Walter Benítez; 4 Marcelo Guerrero; 5 Belkis González; 6 César Acosta; 7 Guillermo Gysell; 8 Diego Álvarez; 9 Enrique Gianola Rocha; 10 Fernando Blanco; 11 Franco Zorzoli; 12 Jesús Murua; 13 Walter Ortíz; 14 Pablo Síscaro; 15 Romina Díaz; 16 Ramón Juárez; 17 Esteban Silva; 18 Daniel Escobar; 19 Rocío Hernández.

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Primero fue el turno de Ramón Casco, quien al ver a las cinco mujeres comentó que “tenía anteojos la que me atendió” pero después reconoció a Cecilia “Chechu” Contino, “no recuerdo bien, pero para mí es la número uno la que me atendió”, manifestó Ramón. Sobre el primer grupo de cinco hombres, solo identificó “al número tres” aunque no de forma contundente, “no me acuerdo bien pero el número tres es el más parecido”. Al turno del segundo grupo de masculinos, también integrado por cinco efectivos, “no recuerdo, no puedo reconocer a nadie”, a pesar que allí estaba presente el excomisario Diego Álvarez, quien lo atendió el día 9 de octubre cuando fue a pedir información sobre su hijo. Por último, en el tercer grupo de hombres, conformado por los cuatro efectivos restantes “no logro identificar a nadie”, afirmó.

Luego fue el turno del detenido Daniel Alberto R., pero antes que comience la rueda, un altercado entre el defensor oficial y el juez Paulucci tensó el aire de la sala. El magistrado le indicó al testigo que “reconozca a las personas que le pegaron en la comisaría” tal como lo había manifestado en su declaración del 16 de junio pasado en la audiencia de debate, en aquel momento había mencionado que “había una guardia buena y otra mala”. Pero el defensor oficial objetó la pregunta del juez al considerar que “la pregunta no es pertinente porque aquí estamos juzgando un hecho puntual y no incorporaciones posteriores que han ocurrido a través de las declaraciones de los testigos, que a su vez son de competencia provincial. Son hechos ocurridos en una comisaría de provincia, con gente sometida a causas de provincia, con agentes de la provincia. En ese sentido la causa es la investigación de lo sucedido dentro de la comisaría con Franco Casco y entiendo que el reconocimiento, si bien no estoy validando esta modalidad que eligió el tribunal, tiene que ceñirse al objeto procesal de esta causa”.

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La respuesta y argumentos de la acusación no se hicieron esperar, el fiscal Fernando Arrigo señaló que “entiendo que es pertinente la pregunta, el planteo fue de parte de la Fiscalía y la querella para que los testigos dijeran y pudieran reconocer en la audiencia a estas personas que el testigo dijo en su propia declaración identificó a una guardia mala que es la que estuvo el día que escuchó gritar a este chico que es el objeto de investigación de esta causa, para determinar quienes estaban involucrados en estas golpizas, porque claramente todos los detenidos, en mayor o menor medida, los que identificaron gritos y demás, identificaron varias guardias. En este caso habló de una guardia buena y de otra que no lo era, con lo cual esta evaluación del testigo tiene que ver con prueba que desincrimine a algunos imputados que no tenían nada que ver con esta práctica o que no tuvieron nada que ver esa noche o la noche siguiente u otra noche. Esto tiene que ver con esta búsqueda de la verdad que fue el motivo por el cual la Fiscalía solicitó oportunamente y entiendo que la pregunta que está haciendo el presidente (del tribunal) es totalmente pertinente».

El defensor Germán Mahieu se refirió en el mismo sentido, al advertir que “el objeto es similar pero no es idéntico. Creo que la diferencia es muy delgada. Creo que resultaría oportuno que el testigo indique si puede reconocer o no a lo que él llamó guardia mala o guardia buena, o que tenía cierta propensión a efectuar golpes. Creo que no sería válido que el testigo reconociese quienes fueron las personas que lo golpearon a él, porque sería un ámbito de investigación de competencia ordinaria y correspondería desarticular la parte correspondiente, remitir a la justicia provincial y allí sí que se haga la investigación, pero no objeto en cuanto a que el testigo pueda reconocer, si es que puede, diferenciar guardia buena y mala de acuerdo a su testimonio anterior».

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Los abogados querellantes agregaron «adherimos al planteo del fiscal, pero al mismo tiempo plantear que esto se trata de prueba de las imputaciones que se están discutiendo en este juicio, sin perjuicio de otros delitos que se pudieran haber cometido y que no sean competencia de este tribunal, pero las preguntas y el testimonio en este punto del reconocimiento entendemos que es pertinente porque está relacionado de manera directa con las imputaciones que se están discutiendo». Además, agregaron que «esto sirve para armar el marco y la credibilidad del testigo y el marco operativo dentro de la comisaria, y si dentro de este marco surge algún delito que es de competencia provincial, obviamente se debe armar una carpeta aparte y enviar a la justicia provincial».

Luego de las exposiciones de las partes, el juez Paulucci no hizo lugar a la objeción de las defensas al considerar que “esta práctica que nació del testimonio del testigo R. tiene que ver con la investigación que aquí se realiza” y continuó el procedimiento, con las reservas del caso interpuestas por el defensor oficial Martín Gesino.

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El testigo Daniel Alberto R. observó con atención a las cinco mujeres y ante la pregunta del juez Paulucci que «tiene que ver con que había mencionado en su declaración a dos personas como que lo trataban bien, una apodada Chechu y la otra Cintia». El joven reconoció «a la número 2, Cintia (Greiner), Chechu es la otra, la número uno». También señaló a la número 15, Romina Díaz como quien “me cobraba para no cortarme los permisos y me golpeó varias veces, pero no sé si estuvo en la guardia en la que estuvo Franco Casco. Le pedía plata a mi mamá. A la noche cuando pasaban lista pegaban”.

Ante la pregunta del fiscal Arrigo sobre la referencia a la guardia buena y mala dijo que “la gordita (15) estaba a la noche. La número uno, es Chechu, siempre nos saludábamos, ella siempre estaba afuera. La 19 no me acuerdo, pero creo que estaba de día, el mismo trato que la gordita, pegaban cuando pasaban el control de lista. No me acuerdo los nombres, pero me pegaban con la mano en el cuerpo y en la nuca. La número dos es buenísima, estaba de día. La número 15 es la mala. A las otras no las recuerdo”, afirmó.

Nuevamente el clima se volvió a tensar. «En su declaración anterior usted refirió que había un petisito que era el jefe de todos los policías que era pegador, ¿a ver si lo vemos ahí? va a haber dos tandas más no se preocupe», le dijo el juez Paulucci al testigo. La reacción del defensor oficial Martín Gesino fue inmediata: «Perdón señor presidente, recordarle al testigo en qué instancia está haciendo un reconocimiento me parece absolutamente impertinente, se lo citó…», pero el juez lo interrumpió y visiblemente molesto le respondió «a mí me parece pertinente, haga la reserva, puede ser que no interrumpa, después haga las observaciones que quiera», pero el defensor continuó con su postura y pidió «que no le dé indicaciones al testigo va a estar perfecto», y el juez continuó con el trámite.

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Al turno del reconocimiento de los hombres, señaló “el número 10 que pegaba, estaba a la tarde. El tres me parece que es Walter, pero no estoy seguro, es siervo de Dios, no pegaba, al contrario”. Del segundo grupo reconoció “al número nueve, Tito, era bueno. Al 13 y al 11 los reconozco, pero no me acuerdo los nombres. El 11 era bueno, el otro era malo. El 13 no recuerdo que hacía, pero pegaba, no recuerdo en que horario estaba. Al 16 también lo reconozco”. Sobre el tercer grupo reconoció al número 8, “real el jefe, ese venía a las 2 o 3 de la mañana y pegaba, para mí era el de la guardia mala, pasaba a cualquier hora”.

Al finalizar el reconocimiento de todos los imputados, el juez Paulucci le consultó si había tenido algún problema después de su última declaración, y el testigo aseguró “no, no tuve problemas”.

La querella trajo como testigo al debate, a Marta L., madre del hijo de Franco Casco. Le consultaron sobre su vida actual y el tiempo que compartió con el joven. La chica, que tiene 28 años y cuatro hijos, entre ellos el de Franco que hoy tiene 11 años, contó que actualmente «vivo en Berazategui con mi mamá, mi papá y mis hermanos».

Sobre como conoció a Franco Casco, dijo que «nos conocimos en el baile, los dos teníamos 16 años, estuvimos en pareja tres años y de esa relación nació Thiago».

Durante el tiempo que estuvieron en pareja convivieron «un poco en Berazategui y un tiempo en la casa de él en (Florencio) Varela». También aseguró que estuvieron un tiempo «distanciados» y después «volvimos de nuevo». La joven «no» sabía que Franco iba a viajar a Rosario, se enteró porque «me avisó la familia».

El abogado querellante le consultó sobre cómo era Franco, con ella y con su hijo, y la chica respondió que «era bueno, iba a buscar al hijo, se lo llevaba a pasear, después lo traía. Estaban un buen rato juntos».

Sobre la última comunicación que tuvo con el padre de su hijo dijo que «no me recuerdo» cuando fue. Desde que él vino a Rosario hacía bastante que no tenían contacto. Y agregó, ante la consulta del abogado querellante que «nunca estuvo detenido».

La pericia odontológica fue un punto crítico en la investigación, hasta que el Equipo Argentino de Antropología Forense, determinó que fueron extraídas post mortem, confirmando así la primera pericia realizada por los odontólogos de la UNR . En ese sentido Marta aseguró que «tenía todos los dientes completos».

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También dijo que usaba la red social Facebook y ella también, pero no se comunicaban entre ellos, sino ella «con las hermanas».

Al ser consultada sobre una declaración anterior en el marco de la causa, dijo que «si», fue «en Quilmes».

Respecto de Thiago, contó que tiene 11 años, «y me pregunta que pasó con el padre, y yo le conté la verdad. Me preguntó por qué el papá no vino más y yo le conté que los policías lo mataron». El hecho de contar con el padre «fue bastante difícil, estuve sola, igual ya está». Y agregó que «cuento con mi familia».

Al turno de las defensas, el abogado Rodrigo Mazzuchini le consultó si recordaba dónde vivía Franco Casco cuando convivieron en Florencio Varela. La chica respondió: «En la casa de la mamá, Elsa. No recuerdo la dirección, pero sabía llegar. En ese momento vivíamos con Thiago, la mamá y los hermanos, no me acuerdo los nombres porque son una banda (muchos). Al padre lo conozco, tenía una pieza en el fondo de la casa».

Sobre si percibe algún subsidio del Estado, la joven afirmó que «no», y su hijo «tampoco». «Me ayuda mi familia».

Sobre el viaje de Franco a Rosario, dijo que «le avisaron a mi familia, a mi mamá, no me acuerdo cuando. Me avisaron que él tuvo un accidente, eso me dijeron nada más».

 

Declaración de Marta L., el 6 de mayo de 2015, en Quilmes

 

Luego la defensora Antonela Travesaro le marcó algunas contradicciones con su declaración del 6 de mayo de 2015, cuando Marta L. había contado que a Franco Casco no lo veía desde que “el nene tenía un mes de vida, actualmente tiene cinco años”, y agregó que en ese momento “perdí todo tipo de contacto con él y su familia”. Pero la joven aclaró que después de dicha declaración “pasó una semana y después volvimos”, y ante la pregunta de la abogada sobre el momento que volvió con Franco dijo que “cuando el nene tenía 3 años”, pero no advirtió que ya había afirmado que no supo más de él hasta que su hijo tuvo cinco años, momento en el cual Franco Casco ya había fallecido.