Por Marcelo Chibotta

La historia argentina tiene pliegues en los que habitan las sombras ocasionadas por la ausencia de memoria de algunos, o por el olvido intencionado de quienes debían contarla y no lo hicieron.

Tal es el caso del acontecimiento ocurrido hace 38 años en la ciudad de Buenos Aires, cuando la dictadura cívico – militar transitaba por su quinto año de mandato y a cargo del gobierno estaba el general Roberto Viola.

Desde la CGT – Brasil (tal el nombre por tener su sede en esa calle porteña), se organizó la primera movilización popular en contra de la dictadura el 7 de noviembre de 1981.

Encabezada por Saúl Ubaldini, la organización de trabajadores decidió realizar la movilización desde el estadio de Vélez Sársfield hasta la Iglesia de San Cayetano, donde se congregaron cuanto menos unas 10.000 personas para asistir a una misa al aire libre.

El acontecimiento se constituyó en un mojón de la historia en cuanto a la recuperación del espacio público y al pedido por las libertades democráticas, debido a que por aquel entonces regía el estado de sitio y estaban prohibidas las huelgas.

La consigna bajo la cual se realizó la actividad fue “Paz, Pan y Trabajo” que originó el cántico popularizado en aquel tiempo que se completaba con la rima “la dictadura abajo”.

Volante repartido durante la marcha

Asimismo, aquel día de noviembre se escuchó por primera vez el grito convertido en estandarte de cada marcha de protesta hasta las elecciones del 30 de octubre de 1983: “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”.

Reprimir y más para robar

La dictadura militar había destituído a la ex presidenta María Estela Martínez de Perón y tras encarcelarla junto a otros dirigentes del justicialismo, comenzó una carrera de desguace del Estado, de represión, matanzas, torturas y desapariciones de personas, como así también de destrucción del aparato productivo de la Argentina.

En marzo de 1981 asumió como ministro de Economía Lorenzo Sigaut que devaluó el peso en un 35 % con respecto al dólar, mientras el Producto Bruto Interno caía un 6 % con respecto al año anterior y los precios experimentaban una suba de más del 155 %.

El resultado de estas políticas produjo la peor de las combinaciones: recesión con inflación.

Asimismo, dos meses antes de esta protesta con movilización, el titular del Banco Central, Domingo Cavallo, había decidido que la deuda de muchas empresas privadas de gran porte pasen a las cuentas públicas. El monto ascendía a 17.000 millones de dólares y la sociedad argentina debió soportar el pago de dichas deudas del Grupo Macri, Alpargatas, Banco Francés del Río de la Plata, Banco Galicia, Bunge y Born, Fate-Astra, Grafa, Molinos Río de la Plata, Loma Negra, Ledesma, Papelera del Plata, Pérez Companc, Banco Río y Acindar, entre otras.

Antecedentes en Rosario y Quilmes, una Iglesia, dos posturas

Uno de los antecedentes de la marcha convocada por la entidad gremial de Saúl Ubaldini hacia la iglesia de San Cayetano sucedió tres meses antes, el 7 de agosto, durante la festividad de dicho santo.

Ese día, la iglesia de San Cayetano de Rosario mostró “largas filas, pese al frío que parecía más intenso allí, y a la llovizna, esperaban pacientemente el momento de ingresar al templo”, según describió el diario La Tribuna.

Según la prensa local, la manifestación fue de unas 100.000 personas que respondían de esa manera a la crisis económica aunque el párroco de esa iglesia dijo que la movilización hacia el templo fue porque había “una mayor espiritualidad”.

Todo ello bajo el manto protector del primer arzobispo de Rosario, Guillermo Bolatti, quien supo advertir en el origen de la dictadura que la irrupción de la misma evitó “la ruptura de la unidad de la Patria”.

Por su parte, en la ciudad de Quilmes, se habían producido manifestaciones y marchas de protesta en torno a las iglesias, donde las voces de los sacerdotes exponían otra razones y el arzobispo de esa localidad, Jorge Novak, exponía: “¡Cuantos sufrimientos, cuántas angustias y miserias causa el desempleo! Por eso, la primera y fundamental preocupación de todos y cada uno de los hombres de gobierno, políticos, dirigentes de sindicatos y dueños de empresas debe ser esta: dar trabajo a todos”.

“Hemos tenido las más tristes experiencias en el territorio de nuestra diócesis. Ya no sólo hubo que seguir con sueldos insuficientes. El espectro de las suspensiones de trabajo fue haciendo su aparición cada vez con mayor frecuencia. Hubo alg más desgarrador aún: cierre de fábricas, con sus consecuencias, en cadena para familias institutuciones, empresas dependientes”, agregaba el prelado.

Antes y después

El 1º de marzo de 1977 se fundó la Comisión de los 25 que agrupaba a varios sindicatos entre los que se encontraba el de los trabajadores cerveceros que orientaba Saúl Ubaldini, y otros que se oponían a la CGT oficial, moldeada de acuerdo a los intereses de la dictadura.

El 22 de julio de ese año se había organizado un paro general, principalmente en los gremios industriales que tuvo como respuesta la esperada represión en las ciudades de Rosario, Córdoba, Mendoza, San Miguel de Tucumán y Avellaneda.

Asimismo, después de la multitudinaria misa de San Cayetano, las organizaciones gremiales, políticas y sociales que enfrentaban al gobierno de facto produjeron la masiva manifestación popular a Plaza de Mayo en Buenos Aires, como así también sus réplicas en las grandes ciudades del país, el 30 de marzo de 1982.

Esta última jornada de protesta se produjo tres días antes de la toma de las Islas Malvinas por parte del gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri y se constituyó en el principio del fin de los oscuros años del gobierno cívico – militar.