La deuda remunerada del Banco Central experimentó un fuerte aumento en lo que va del año y se abren «interrogantes» sobre la sustentabilidad de ese esquema dispuesto para financiar las necesidades del Tesoro.

«La principal fuente de emisión es la asistencia monetaria al Tesoro, herramienta no inocua. La esterilización (la operatoria de la «segunda ventanilla») tampoco lo es: su contrapartida es el aumento del stock de la deuda remunerada del BCRA, con un creciente devengamiento de intereses», señaló la consultora Ecolatina.

Hacia octubre de 2021, el pago de esos intereses acumulado anual «ya ascendía a un 90% de lo emitido para financiar al fisco en el mismo período. Así, la esterilización ya daba lugar a una fuente de emisión con vida propia».

«A esa difícil situación se sumaban las presiones políticas en el contexto de un año electoral, más una dinámica inflacionaria que ya estaba acelerando. De este modo, el BCRA enfrentaba (y enfrenta) un dilema entre emisión y tasa de interés: achicar el stock de pasivos remunerados aliviaría la dinámica cuasifiscal, pero implicaría largar una gran masa de pesos a la calle», indicó.

Ecolatina sostuvo que «bajar las tasas moderaría la carga de intereses, pero luciría contrafáctico: una economía con más inflación presente y esperada habría significado un desincentivo al ahorro en moneda local y habría agregado más presiones al ya tenso mercado de cambios».

En tanto, «subir las tasas podría atemperar la dinámica inflacionaria (sea vía crédito, ahorro o alivio cambiario), pero agravaría la dinámica de intereses de la deuda remunerada del Central, acrecentando las expectativas de emisión futura».

Así, una política monetaria más laxa aliviaría el balance del BCRA al precio de una mayor inflación, mientras que un aumento de la tasa de interés colaboraría en el plano inflacionario, pero agudizaría la dinámica cuasifiscal, según la consultora.
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