Por Esteban Guida*

Los últimos datos disponibles que publicó el Ministerio de Trabajo de la Nación, revelan que la cantidad de trabajadores registrados en el país creció 2,6 por ciento entre diciembre de 2015 y enero de 2018. Este dato fue presentado como un éxito de la gestión, pero debe analizarse con precaución, puesto que no necesariamente implica creación real de nuevos puestos de trabajo.

En primer lugar, cabe considerar que los nuevos empleos pueden surgir de empleados que formalizaron su relación laboral, estando ahora registrados. Esto es desde luego positivo, aunque no es precisamente un nuevo empleo.

Por otra parte, el crecimiento del empleo registrado se explicó en un 56% por el incremento de trabajadores bajo el régimen monotributista. El riesgo de considerar a todos los nuevos monotributistas como creación de empleo genuino es que bajo esta modalidad se puede estar ocultando un grado mayor de precariedad en el trabajo, dado que se suele “emplear” personas bajo esta modalidad a fin de flexibilizar de hecho la relación laboral y eludir el costo de un empleo formal (derechos laborales, contribuciones, etc.).

Esto se puede analizar, considerando el informe de indicadores socioeconómicos que presenta el Indec, de donde se puede obtener una aproximación de la tasa de empleados no registrados al observar la proporción de asalariados sin descuento jubilatorio.

El último dato disponible data del cuarto trimestre de 2017, y revela que el 34,2% del total de empleados en los 31 aglomerados del país se encuentran por fuera de los márgenes de la legalidad laboral. Este número denota un crecimiento de 0,8 puntos respecto del primer dato disponible de la era Macri (33,4% para el segundo trimestre de 2016). La situación es aún más grave si se observan los porcentajes de informalidad en regiones tales como Noroeste (40,1%), Cuyo (38%) y Noreste (35,5%).

Al desagregarse este crecimiento según la modalidad ocupacional, se observa que la cantidad los trabajadores inscriptos bajo el régimen monotributista paso de 1.799.255 a 1.974.716, lo cual indica una expansión de 9,8 por ciento en un poco más de dos años. Para ser más exactos, las personas nucleadas en “Independientes Monotributo Social” crecieron 18,7 por ciento y aquellos bajo la denominación de “Independientes Monotributo” 7,6 por ciento.

Por su parte, los trabajadores autónomos cayeron 4 por ciento, los asalariados de las casas particulares crecieron 5,6 por ciento, los públicos 2,75 por ciento y los privados apenas 0,7 por ciento.

Como reflejan los datos oficiales, los trabajadores registrados bajo relación de dependencia del sector privado fueron los que menos crecimiento presentaron desde que se produjo el cambio de gobierno. Si bien se aprecia una leve creación de empleo en términos generales, al desagregarse por ramas, se confirma que la tendencia negativa no se revirtió en todas ellas. El sector industrial aglutina alrededor del 20 por ciento del total de empleados privadas y registra una caída del 5 por ciento entre diciembre de 2015 y enero de 2018. Esta contracción del sector se traduce en la destrucción de 61.400 puestos de trabajo, sin vistas de un cambio a pesar de que la actividad del sector viene creciendo en los últimos meses.

A la hora de interpretar los indicadores socioeconómicos oficiales, se puede caer en el error de extraer conclusiones apresuradas. Esto es algo que se viene observando de parte de funcionarios y voceros oficialistas, a pesar de que cuentan con todas las herramientas y el aparato estadístico para no caer en equivocadas interpretaciones, cosa que puede ocurrir ante la necesidad de presentar indicadores positivos que busquen soslayar una realidad más cruda y difícil de lo que se quiere.

El punto central es dilucidar si el actual esquema económico desarrollado por el gobierno de Cambiemos sirve para promover el crecimiento sobre bases de justicia y equidad, apostando al desarrollo nacional con empleo e inclusión. A más de dos años de iniciado el nuevo gobierno, lo que se prestaba como el cambio, viene siendo la reedición de un pasado no deseado.

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