Por Adrián Paenza*

En los últimos días Mauricio Macri volvió a estar en la mira por el gigante préstamo que el Banco Nación le otorgó a la empresa cerealera Vicentín durante su gestión. Se trata de unos 350 millones de dólares, lo cual supera los límites establecidos porque representa el 20% del patrimonio del banco.

Ese dinero le corresponde al pueblo y se le otorgó a un oligopolio agroexportador que se declaró en bancarrota, afirmando que no podrá devolverlo, y amenaza con dejar sin empleo a centenares de trabajadores.

Habría que exigirle al gobierno que se realice un análisis de todo lo que sucedió estos años, incluso antes del macrismo. Tenemos derecho a que la sociedad lo fiscalice porque son fondos públicos y suele ser un truco muy común que las empresas se presenten en quiebra para no devolver nuestro dinero.

Es muy similar a lo que hicieron con la deuda externa y es necesario revisar en profundidad. Entretanto, otro disgusto para el país: la designación de Macri en la Fundación Fifa. Otra muestra de que se manejan en un universo paralelo, con otras reglas, como si no hubiese tenido consecuencias todo lo que hicieron. Es una verdadera vergüenza y nos pone los pelos de punta.

Si Vicentín hoy, con toda la deuda que tiene con nuestro pueblo, se declaró en bancarrota debería entregar la fábrica a las y los trabajadores, quienes seguro sabrán cómo solucionarlo. Deberían estatizar la empresa.

Vale aclarar que no podemos permitir que un banco nacional entregue una porción tan grande de su patrimonio para los intereses privados. Tenemos que tomar conciencia para que el caso sea un punto de partida y para revisar bien los próximos préstamos que realicemos.

Nos corresponde tener garantías de que podrán regresarnos lo que les prestamos; es muy evidente que esta estrategia de la empresa fue en connivencia con el Estado. Los responsables del crédito deben hacerse cargo porque tocaron un bien público que salió de nuestros bolsillos; a su vez, el gobierno debe establecer el balance sobre lo necesario para no repetir la misma historia.

Sinceramente, en este contexto no puedo comprender la tabla de prioridades que manejamos. ¿Qué otra cosa puede ser más importante que cuidar la vida de los ciudadanos? Asistir a las familias wichíes en Salta, donde murieron 6 niños por malnutrición en lo que va del año, por ejemplo.

Argentina debería estar en estado de alerta; no puede ser que estemos pasando hambre mientras una empresa nos roba toneladas de dinero. En este marco, las compañías deberían ofrecer inmediatamente los fondos para resolver las necesidades de alimentación, educación y salud de la población, derechos humanos elementales.

Me duele mucho pensar en las muertes ya causadas por la negligencia, no lo concibo. Y depende de nosotros, como pueblo, marcar las prioridades para que esto no pase más.

*Fuente: La Garganta Poderosa.