El acuerdo para mantener los precios de los combustibles líquidos cayó hoy y las petroleras esperan que el gobierno de luz verde a una nueva suba de entre 7% y 8%, pero estacioneros advierten que eso impactará en la inflación y haría caer aún más la demanda.

Las estaciones de servicios registran una caída de ventas de en torno al 10% en lo que va del año y sus dueños dicen que trabajan al borde de la quiebra dado que la rentabilidad está entre el 4% y el 8%, afectada por suba de costos operativos, ajuste salarial y presión fiscal.

Fuentes del mercado petrolero dijeron que este mes debería aplicarse el porcentaje que quedó pendiente en mayo, cuando acordaron con el gobierno mantener los precios hasta el 31 de octubre para quitarle impulso a la inflación generalizada.

Un fuerte rumor sobre un aumento inminente se instaló en las últimas horas en el mercado petrolero, donde esperan una señal del ex presidente de Shell y actual ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, para ajustar los valores.

«Estamos mirando a ver qué hace YPF», dijeron  estacioneros del centro porteño y el Gran Buenos Aires, pero desde la compañía estatal advirtieron que no estaba determinado un incremento e indicaron que es Aranguren quien lo decide.

El secretario de la Cámara de Expendedores de Combustibles, Raúl Castellanos, dijo a esta agencia que el mercado está a la expectativa, porque «están dadas las condiciones para que los precios de los combustibles líquidos suban entre 7% y 8%».

Si se concreta esa suba, los combustibles líquidos acumularían un incremento de entre 38% y 39% en lo que va del año, en línea con la inflación esperada por la administración de Mauricio Macri para todo 2016.

«Los incrementos jamás se anuncian. Pero todo hace suponer que las naftas y el gasoil van a aumentar en las próximas horas», amplió Castellanos, quien descartó que el Gobierno vaya a ofrecer algún beneficio fiscal a las petroleras para evitar el nuevo alza a los consumidores.

La presidenta de la Federación de Empresarios de Combustibles (Fecra), Rosario Sica, advirtió al gobierno «que analice bien» antes de autorizar un nuevo aumento, porque eso tendrá un «algo impacto en la inflación y no mejorará la rentabilidad del sector».

«Hay que rediscutir sobre toda la cadena comercial», dijo Sica antes de quejarse por la reducción del mercado interno, la suba de costos operativos por la inflación (tarifas) y la «elevada
presión fiscal».

«Estamos muy preocupados por la fuerte baja en la demanda de combustibles y todos los productos que venden las estaciones», dijo Sica e insistió que una suba en los precios al consumidor no mejorará los ingresos de los estaciones.

Castellanos apuntó que los estacioneros necesitan que los precios acompañen los costos operativos y la inflación, porque de lo contrario «la ecuación no cierra» y allí inician los problemas estructurales.

Pero también reconoció el empresario cordobés que un incremento al consumidor no necesariamente compensa las finanzas porque hay otros factores de la cadena comercial que hay que discutir, incluso para frenar el cierre de las estaciones.

Sica pidió al gobierno que «analice bien antes de autorizar» un nuevo incremento dado que el alza impactará directamente en la inflación y se inclinó por esperar al menos a que el precios del barril criollo (u$s60) sea alcanzado por el valor internacional, que está en los u$s50.

La líder de Fecra dijo que a la caída de venta se le sumó el tener que afrontar un aumento salarial anual que podría llegar al 45% en 2016 para el Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicios, Garages, Playas de Estacionamiento y Lavaderos (SOESGyPE), que lidera el cegetista Carlos Acuña.

«Cómo se le ocurre a Acuña presionarnos para este semejante aumento del 45% cuando hay decenas de estaciones de servicio al borde del cierre. Es una barbaridad», dijo Sica.

«El aumento de la nafta iría contra la reactivación económica»