Por José Calero

Los agentes económicos aguardan que la semana próxima el gobierno de Mauricio Macri empiece a dar definiciones de fondo, ansiosos por saber qué ocurrirá con el descalabro cambiario, cómo se incentivarán las inversiones, qué ocurrirá con los subsidios y cuál será la política de precios.

Empresarios, banqueros y financistas coinciden en elogiar y calificar de «acertados» los primeros pasos del nuevo presidente orientados a consolidar la gobernabilidad.

Subrayan, por ejemplo, la rápida convocatoria a los candidatos presidenciales que compitieron con él, y sobre todo el contundente llamado a la unidad nacional realizado en su discurso ante la Asamblea Legislativa.

Coinciden, además, en la necesidad de terminar con la etapa de «ideologismos» y pasar a una más pragmática, donde la prioridad sea poner al Estado como herramienta para lograr que se liberen las fuerzas económicas, hoy maniatadas por el excesivo intervencionismo.

Hay preocupación, sin embargo, porque en sus primeros pasos en el gobierno Macri puso más el acento en el sector agropecuario que en la industria, y que aún no se habló de los sectores pymes.

Entre los sectores empresariales protegidos durante el kirchnerismo, como textiles, calzado y otros, hay preocupación, además, porque al frente del Banco Nación se nombró a un economista liberal como Carlos Melconian.

A la hora de hablar de pragmatismo, las cámaras fabriles aluden a mantener el rumbo en lo que creen que estaba encaminado, como el programa Procrear que fomentó a la construcción, y corregir los múltiples errores cometidos especialmente en los dos últimos años.

Se refieren, entre otros puntos, a la necesidad de ir eliminando todas las trabas al comercio que fueron creciendo en especial durante el segundo mandato de Cristina Fernández.

La eliminación de las Declaraciones Juradas de Importación, la baja de las retenciones y la probable reunificación cambiaria son bien recibidas por el mundo económico.

Pero insisten en la necesidad de recrear el clima de confianza hacia los inversores, que Cristina Fernández se ocupó de limar durante su segundo período de gobierno.

También reclaman solucionar de verdad el problema de la deuda aún en default, que pone a la Argentina en la lista negra a la hora de recibir inversiones extranjeras.

El mercado considera que entre 2011 y 2015 casi todo lo que se hizo conspiró contra el desarrollo de una economía pujante, y que la idea del cada vez mayor intervencionismo estatal, que alcanzó su punto culminante con la llegada de Axel Kicillof al Ministerio de Economía, fue letal para el objetivo de poner proa hacia el desarrollo.

Las primeras definiciones del ministro de Hacienda, Alfonso de Prat Gay, no permitieron determinar hacia dónde irá la política económica de Mauricio Macri.

Prat Gay dijo que el cepo cambiario se levantará cuando estén dadas las condiciones para hacerlo, pero sin profundizar en las medidas ni en los plazos.

Esas primeras frases estarían indicando que el nuevo gobierno está encontrando un panorama mucho más complejo del esperado.

En especial, el frente de reservas sería casi nulo, lo cual impide adoptar cualquier decisión que permita empezar a corregir el esquema cambiario.

Esto es una muy mala noticia para los inversores y el mercado en general.

Por eso, Prat Gay apuesta a obtener rápido dólares frescos que posibiliten administrar el mercado de cambios y mantener la cotización del dólar en un nivel que los especialistas ubican entre los 14 y 15 pesos.

Si eso se confirma, todo indica que cuando llegue el momento, tal vez en el arranque el 2016, el gobierno liberaría el tipo de cambio y aceptaría una devaluación del 50 por ciento.

La intención parece ser, por ahora, continuar algunas semanas con el régimen actual, un sistema que no tiene destino.