El periodista y economista Raul Dellatorre pasó por Rosario esta semana para participar de un debate con el dirigente agrario Pedro Peretti y, antes del encuentro, dialogó con Conclusión sobre los principales desafíos que enfrenta el país en el corto y mediano plazo.

La actividad junto a Peretti se realizó en el teatro de la Asociación Empleados de Comercio de Rosario y sirvió para abordar temas como la soberanía alimentaria; la injerencia del Fondo Monetario Internacional en la economía doméstica; y el futuro político del Frente de Todos.

El director de Motor Económico también repasó estos temas en una entrevista con Conclusión, donde planteó que, si bien Sergio Massa consiguió resolver algunas cuestiones urgentes en un escenario de emergencia, aun restan definiciones concretas en políticas estratégicas que atiendan problemas estructurales del país.

—¿Cómo definiría la situación económica actual a prácticamente dos meses de la asunción de Massa?

—Es un escenario bastante complejo, con muchos desafíos. Hay algunas cuestiones que entran en un proceso de definiciones importantes hacia el futuro, porque es un momento crítico. Creo que algunos puntos de la emergencia, en la urgencia se han ido resolviendo, sobre todo el tema del ahorcamiento que había con las divisas, que se había llegado a un punto muy crítico en cuanto a la falta de las mismas. El gobierno logró, a través de este mecanismo para facilitar la liquidación de exportaciones de soja, salir por lo menos de esa máxima urgencia que tenía. Esto del dólar soja; de darle un tipo de cambio diferencial; tuvo un resultado beneficioso, ya con más de 5.100 millones de dólares liquidados.

—¿Qué hay por delante?

—Lo que queda por delante obviamente es resolver otras cuestiones que también son importantes, pero no presentaban este grado de emergencia, como es el tema de la inflación. La inflación es el gran mal que tiene la economía argentina; el gran distorsionador que está generando una distribución del ingreso absolutamente regresiva, porque claramente se benefician unos pocos sectores que quizás logren una mayor rentabilidad con estos niveles inflacionarios, en perjuicio de grandes sectores de la población que sufren las consecuencias del deterioro de sus ingresos y, sobre todo, los más vulnerables, que son quienes más resultan impactados, fundamentalmente por el aumento de los precios de los alimentos, que está haciendo estragos en una parte de la sociedad. De esto va a depender el respaldo o el apoyo que pueda tener el gobierno en el futuro.

—En esta gestión ya pasaron tres ministros de Economía: Martín Guzmán, Silvina Batakis y ahora el expresidente de la Cámara de Diputados ¿Hasta qué punto estamos viendo el programa de Massa y en qué nivel vemos un plan impuesto por el Fondo Monetario Internacional?

—Creo que, en esta cuestión de la sucesión de tres ministros diferentes y tres gestiones distintas, la diferenciación que tiene la gestión de Sergio Massa es que cuenta con un respaldo político que evidentemente no tenían los dos ministros anteriores, sobre todo Martín Guzmán, quien permaneció más tiempo en el cargo. Guzmán tuvo como desafío principal la renegociación de la deuda y la logró en términos que incluso podríamos decir que fueron favorables, porque pasó para adelante los vencimientos que tenía la Argentina. Desde otro punto de vista no fueron tan favorables igual, porque fracturó de alguna forma la coalición de gobierno, ya que hubo un sector que no estuvo para nada de acuerdo en cómo se resolvió el tema. Esta fractura es la que aparentemente Massa logra resolver con una gestión que es apoyada por el conjunto del frente gobernante, pero con desafíos tremendos y grandes concesiones al Fondo Monetario Internacional.

—Aceptadas por la cúpula del FDT

—Este, curiosamente, es el punto de acuerdo en el frente gobernante: se acepta que Massa llegue a estos espacios como el Fondo Monetario; que logre un acuerdo en términos de financiamiento y quizás incluso alguna modificación a futuro en las metas con el Fondo, que es lo que se ha hablado en las distintas reuniones que se tuvieron en Washington. Además está el respaldo del Gobierno de Estados Unidos. Me parece que nos estamos enfrentando a un panorama de este tipo: mayores concesiones al FMI. Hay algo en esto de tomar el plan del Fondo Monetario, y una tranquilidad política aportada justamente por ese respaldo financiero que da el organismo, pero convalidado por el conjunto del frente político que gobierna. Ese es el panorama que tenemos ahora. ¿Qué va a resultar de esto? Es un interrogante abierto, pero políticamente es cierto que este es el nuevo panorama.

Además del impacto directo de este vinculo con el FMI, hay otro escenario internacional que golpea, sobre todo por el conflicto entre Rusia y Ucrania. ¿Qué impacto está teniendo la situación internacional en la economía argentina?

—Es un frente externo sacudido y cambiante, porque tampoco es que haya cambiado y se haya estabilizado en otro lugar. El escenario internacional es muy inestable. Dentro de esa inestabilidad, Argentina tiene dos factores que están incidiendo internamente: uno es el aumento del precio de los alimentos o las materias primas para la alimentación. Argentina es un exportador importante de estos productos y está impactando con un adicional de inflación sobre el mercado interno, por las particularidades que tiene el país, que sigue los procesos internacionales pero no logra resolver este tema para que no tenga impacto localmente.

—¿Cuál es el segundo factor?

—Es el tema de la energía, donde Argentina sí tiene una dependencia todavía de importación de recursos energéticos, que también están provocando un impacto inflacionario y en algún momento hasta cierto temor de que no se pueda cumplir con el abastecimiento de energía. Afortunadamente se superó ese temor. Creo que Argentina tiene ahí una deuda pendiente sobre cómo se va a adaptar a este tipo de temblores que se producen en los mercados internacionales. Siendo un país exportador de productos esenciales, como son los alimentos y, por ahora importador pero con posibilidades de autoabastecerse de energía, no debería ser uno de los países que más sufra las consecuencias de estos desequilibrios y sin embargo los sufre. Me parece que ahí hay un problema de adaptación que nuestro país no ha resuelto.

—Es interno…

—Argentina tiene problemas con sus propias definiciones más que con las condiciones internacionales. Repito: le impactan porque es muy permeable a esos impactos por las condiciones propias, no porque este sea un país muy dependiente justamente en estos dos rubros donde más impactó internacionalmente el conflicto.

—¿Qué instrumentos podrían implementarse para que la Argentina no sea tan permeable a estas situaciones?

—En el tema energía me parece que hay un buen ejemplo de cómo podría resolverse el tema. Estamos con la posibilidad de producir más gas y se está trabajando en algunos proyectos fundamentales como es el Gasoducto Néstor Kirchner, que permite sacar el gas de Vaca Muerta y distribuirlo en el país. Una de las cuestiones que se está planteando ahí es la prioridad del autoabastecimiento: el consumo interno antes que la exportación. Ahí tenés una buena ecuación. Con el tema de materia primas alimenticias no está pasando esto. Creo que debería buscarse un mecanismo similar: primero, priorizar el tema del abastecimiento interno; un precio razonable para el mercado loca, y después sí los excedentes exportables y con beneficios para el sector que intervenga, pero sin afectar el mercado interno. Ahí hay dos ejemplos claros en el cual se empiezan a hacer las cosas correcta, como es la energía, y otro sector que tiene pendiente la resolución que es el tema alimentos.

¿Es utópico hablar de soberanía alimentaria o es algo posible que depende de que haya voluntad política?

—Creo que debería ser una meta política concreta. No es utópico, es una pretensión legítima en un país que tiene los recursos para hacer esto. Incluso hay algunas experiencias interesantes en el sentido de que se puede hacer un planteo de producción de alimentos con mecanismos que contengan formas diferentes a las que se aplican hoy, que son muy dependientes de las grandes corporaciones empresarias, que obviamente tienen como primer objetivo -y muchas veces como único fin- tener una gran rentabilidad. Eso no resuelve el problema de la alimentación y mucho menos te da soberanía alimentaria. Ahí hay una discusión pendiente sobre cuál va a ser el modelo de producción de alimentos que va a tener Argentina.

—¿Ves en propuestas como el Salario Básico Universal o la creación de una Empresa Nacional de Alimentos posibles soluciones al problema de la inflación y el acceso a la canasta básica?

—Veo estos temas como planteos interesantes para comenzar discusiones, no creo que ninguna de estas fórmulas sean la solución completa. Primero, el Salario Básico Universal me parece insuficiente y, además, con semejantes niveles de inflación, es una carrera imposible de seguir. Dejar que siga esta inflación y pretender un Salario Básico Universal que garantice el acceso a los alimentos, me parece utópico. Es una carrera imposible de empatar con esta inflación. Necesitarías un ajuste permanente en el monto de estos salarios. Eso es imposible. Por otro lado, la creación de una Empresa Nacional de Alimentos podría ser un instrumento, pero tampoco la solución completa. Creo que lo que hay que trabajar es sobre el modelo de producción de alimentos que va a tener Argentina. Ahí está el punto estructural que debe cambiarse para garantizar los alimentos que necesitamos tener. Claro, es una tarea de mucho tiempo y esfuerzo, pero indudablemente el Estado debe cumplir un rol principalísimo.

¿Cómo puede influenciar la economía en el futuro político del Frente de Todos?

—Creo, en principio, que la inflación es un tema crucial. Está afectando a muchísima gente y le costaría muchísimo a este y a cualquier oficialismo sostener el apoyo masivo de la población si se mantienen estos niveles de inflación, con las consecuencias que está teniendo.

¿Ves que hay 2023 si se sigue la línea actual o puede enfrentarse a una derrota en caso de que no haya cambios de fondo?
—La aparición de Sergio Massa con este tipo de políticas, también plantea toda una discusión interna. Está claro que ha sido una solución para la urgencia, en la cual todos han coincidido. (Pero) no me imagino que esto pueda ser una resolución que, a un plazo más mediano, como un año -por ejemplo, que es lo que falta para las elecciones-, sea la propuesta que vayan a compartir todos los sectores del Frente de Todos. Ahí hay una discusión abierta de cuáles van a ser las alternativas que se van a plantear para el año 2023. El escenario está muy abierto y no hay que confundir lo que fue una solución de emergencia con una propuesta definitiva de acá a las elecciones de octubre de 2023. Seguramente hay mucho para discutir, seguir y analizar. Se van a ver distintas alternativas, ya lo vamos a divisar en dos o tres meses, cuando pase este primer momento de resolución de emergencias y respuestas a la situación de urgencia; y empiecen las definiciones políticas un poquitito más a mediano plazo.