Por Esteban Guida

El problema de la deuda pública nacional está en el centro de los cuestionamientos a la gestión del gobierno de Cambiemos, ya que en sus casi cuatro año de gestión al frente del poder ejecutivo nacional logró endeudar al país de tal manera que el programa financiero de los próximos años presenta un alto riesgo de insolvencia.

En efecto, la Deuda Pública Bruta ya supera los 337.235 millones de dólares, alrededor del 98% del PIB. Mientras que, la Deuda Pública Externa es de 171.865 millones de dólares, un 170% más que la registrada en diciembre de 2015.

Estas cifras son tan grandes que parecen lejanas al interés y la comprensión de quienes trabajan todos los días por un salario digno para vivir, o se preguntan cómo administrar la escasez para llegar a fin de mes. Son tantos números que parece un problema de otro, al punto tal que alguien podría pasar por alto el tema pensando “qué tiene que ver esto con los problemas de cada día”.

Existe una estrecha relación entra la deuda pública y la economía de las personas, que los funcionarios del gobierno suelen ocultar o eludir porque si lo explicaran desde el punto de vista del interés general, su reputación caería mucho más de lo que viene cayendo desde que asumieron en el 2015.

El notable crecimiento de la deuda pública afecta seriamente las finanzas del estado, que tiene a su cargo la prestación de servicios básicos demandados por toda la ciudadanía. No se trata solamente del empleo público, que ocupa una parte menor del gasto; seguramente todos pretenden exigir que el Estado provea salud de calidad, educación pública para todos, justicia social, defensa de la riqueza nacional, seguridad para no vivir con miedo, investigación y desarrollo para ser más competitivos y disponer de mejores productos, etc.

Cuando la deuda pública aumenta, aumentan al mismo tiempo los intereses que se deben pagar por ella. En los niveles que está actualmente la deuda del estado nacional, el esfuerzo que el conjunto de los argentinos debe hacer para cumplir con esos intereses de esa deuda ya supera el 3,6% del PBI nacional, cuando en el 2015 era del 1,3% del PBI.

En la medida en que el gobierno se quede sin financiamiento, o quien le presta dinero le exija reducir el gasto para disponer del dinero necesario para los esos intereses de la deuda, el conjunto de la población deja de recibir los servicios por los que sigue pagando igual (o relativamente más) que antes. En otras palabras, si la presión tributaria (recaudación anual efectiva) no baja, se paga lo mismo por una menor cantidad o calidad de bienes y servicios demandados al estado.

Cuando se escuchan quejas relativas a la mala atención médica y prestacional a los jubilados, los magros salarios a los docentes, la penosas condiciones que se viven en algunos hospitales, las obras de infraestructura básica todavía pendientes, etc., etc., también hay que responsabilizar a quienes endeudaron al país de manera absurda e imprudente, porque los esfuerzos fiscales (pagar lo mismo para recibir menos) se vienen haciendo en gran medida porque se prioriza la creciente exigencia financiera del estado nacional.

Para poner esto en cifras, al comienzo del gobierno de Cambiemos, los servicios de deuda (capital e intereses) pagados representaron al 38,9% del total de la recaudación tributaria. A mayo de 2019 este indicador subió a 84,9%, es decir, 46 puntos porcentuales por encima de lo registrado en diciembre de 2015.

Desde el punto de vista político, esto resulta aún más grave cuando se puede ver al Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, celebra públicamente haber sobre cumplido la meta impuesta por el Fondo Monetaria Internacional de reducción del déficit fiscal, sin decir la verdad respecto a los efectos que eso está teniendo sobre la ciudadanía. El funcionario omite deliberadamente decir que esa caída en el gasto primario fue destinada directamente a pagar intereses de la deuda y que, producto de ello, el estado a su cargo está dejando de responder a las necesidades y demandas de millones de argentinos que lo merecen.

Esta faceta redistributiva del endeudamiento público no es el único factor que incide directamente en el nivel de vida de los argentinos, pero tal vez sirva para comprender un poco que más allá de las explicaciones que le quieran dar al desastre económico infligido por este gobierno, la realidad se siente y duele cada día más.

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