Para la consultora Scentia, el salario real no mejorará y, por ende, tampoco mostrará grandes novedades la evolución del consumo. Las proyecciones le está enviando a sus clientes oscilan entre un crecimiento de 1% y una caída del 1%, por lo que el resultado también podría ser cero.

Según explicó a El Cronista su director, Osvaldo del Río, la explicación de esta magra estimación está dada por la certeza de que el poder de compra de la población no se incrementará, en un contexto de inflación en torno al 22% y paritarias que se ubicarán por debajo de ese número.

El analista agregó que «el resultado final del consumo podrá ser algo más positivo o más negativo según qué pondere más a lo largo del año: si los niveles de construcción de marzo hasta las elecciones, o la última etapa del año luego de los comicios, donde el favor clave es el nivel de ajustes que pueda llevar adelante el flamante ministro de Hacienda».

Números negativos

Lo que en Scentia tienen claro es que enero y febrero mostrarán números negativos, ya que las bases de comparación de los mismos meses del año pasado fueron altas. Según sus propios datos, en enero las ventas en unidades del total de canales (grandes cadenas + independientes) había caído levemente (0,8%), pero en febrero habían subido 2,8%. Por eso, en este primer bimestre continuará la tendencia negativa de los últimos 6 meses del año pasado y «el partido más importante (donde se comenzará a definir el año) se dará en marzo o abril», afirmó Del Río.

Fuentes de las cadenas de supermercados también confirmaron que durante enero no se percibió una recuperación del consumo, sino que se mantuvo la tendencia declinante del año pasado. Los números muestran mermas de entre 8% y 11% en volumen (incluye bienes durables), dependiendo de cada cadena. Y eso ocurrió a pesar de que en los últimos meses de 2016 los salarios le ganaron a la inflación.

Preocupación

El sector de venta minorista sumó preocupación ante la decisión del Gobierno de transparentar los precios y obligar a los comercios a blanquear el costo del financiamiento, cuando se da a pagar en cuotas al consumidor. De hecho, al día siguiente del anuncio, la cadena Coto publicó en los medios una gráfica en la que se mostraba a una mujer agarrándose de los pelos por el «fin de las cuotas sin interés». Y decía: «Última oportunidad».

Los supermercados creen que esta decisión afectará las ventas porque los consumidores están habituados a este sistema. Funciona, para ellos, como las promociones. El Gobierno, que se la pasó toda la semana explicando que nunca existieron las «cuotas sin interés», se enojó fuertemente con la cadena Coto y le llamó la atención.