El debate por la posible llegada de Uber a Rosario se instaló esta semana, luego de que la concejala radical María Eugenia Schmuk, se mostrará abierta a regular el ingreso de la compañía de transporte privado, para lo cual incluso afirmó que presentará un proyecto esta semana.

Las reacciones llegaron a coro desde cámaras de taxistas y remisses, de la propia intendenta y algunos funcionarios municipales, con reparos pero al parecer dispuestos a discutir el arribo de Uber, y también de algunos concejales de la oposición que se mostraron reacios, o al menos con cautela.

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El fenómeno uber pareciera ser imparable, sobre todo por la recepción que encuentra en los consumidores (atribuida principalmente a precio y accesibilidad), quienes en distintos puntos del globo (opera en 400 ciudades, legislado en alrededor de 150), realizan millones de viajes por año. Pero, ¿qué se sabe de Uber?

Paradigma y controversia

Uber nació como una aplicación móvil en 2009, lanzada por los empresarios Garrett Camp y Travis Kalanick en San Francisco, y el servicio ofrecido se basó en intermediar entre pasajeros y transportistas (privados), a quienes les cobra un canon.

En menos de 10 años la empresa creció y se expandió enormemente (esta tasada en alrededor de 50.000 millones de dólares y planea cotizar en bolsa en 2019) y de alguna manera “revolucionó” el transporte de pasajeros en el mundo, por lo cual muchos analistas lo toman como un paradigma económico, una especie de muestra de hacia donde se dirige la economía global.

El atractivo para quienes lo usan es la sensación de que “les facilita la vida”. La lógica de consumo que atraviesa Uber es propia de este tiempo, de obsesiva búsqueda de la eficiencia: el GPS busca el auto más cercano a la ubicación de quien quiere viajar, calcula de antemano el precio estimado del viaje, permite abonar automáticamente vía tarjeta de crédito (sincronizada con el teléfono).

Además el precio suele ser más barato que el taxi o el remisse tradicional (aunque la tarifa varía de acuerdo al lugar y la demanda), quienes se ven obligados a cargar en sus tarifas impuestos y más erogaciones que Uber no tiene.  

Este es el corazón de los reclamos de taxistas y reacciones de gobiernos alrededor de todo el mundo. La expansión de Uber, ha sido tan admirada desde el plano económico, empresarial e incluso tecnológico, como controvertida, sobre todo en términos jurídicos.

Desde su irrupción en 2009 y solo hasta 2016, Uber había gastado alrededor de 62 millones de dólares para resolver disputas legales en diferentes ciudades del mundo.

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Entre las cosas que le achacan a la compañía es que oficiaría una competencia “desleal” con los taxis tradicionales, al no estar obligada a cumplir con los mismos requisitos para operar, ni ofrecer los mismos seguros al pasajero ni al conductor.

Un juicio crucial en la vida de uber tuvo lugar en su lugar de origen, San francisco, en 2016, contra conductores que querían ser reconocidos como empleados y no contratistas de la firma.

El fallo favoreció la posición de la compañía, que en caso contrario hubiera tenido que modificar radicalmente su estructura interna y modo de funcionamiento. Desde Uber afirman que sus conductores prefieren “ser sus propios jefes”.

A fines de 2017, en cambio, recibió un revés judicial en la Unión Europea, que sentenció que la compañía estadounidense debía ser considerada a partir de ahora una empresa de transporte, y no un servicio digital.

Desde Uber habían alegado que ofrecen un servicio de la sociedad de la información «que ayuda a profesionales y clientes a ponerse en contacto a través de las nuevas tecnologías» y que no son una empresa que presta servicios de taxis o de conductores, pero los jueces europeos no estuvieron de acuerdo y en los países miembros de la UE habrá un mayor control sobre la forma en que Uber presta su servicio.

La firma tampoco estuvo exenta de problemas por los datos personales de los clientes, quienes proporcionan hasta los números de sus tarjetas de crédito al descargar la aplicación en sus teléfonos celulares.

En 2016 fue acusada de facilitar al gobierno estadounidense los datos de sus millones de usuarios. Y en 2017 admitieron haber sufrido un fenomenal robo de datos que ocultaron.

No tan distintos

América Latina no es ajena al fenómeno y Uber funciona en muchas grandes urbes del continente, con principal masividad en San Pablo, México D.F y Bogotá.

En Argentina Uber desembarcó hace aproximadamente dos años, y cuenta con más de dos millones de inscriptos en 25 ciudades del país, pero sólo opera en Buenos Aires.

Desde entonces la firma tuvo varios enfrentamientos con la justicia y hay causas abiertas en distintos fueros porteños, pero la única restricción legal que tiene por el momento es la de utilizar como medio de pago las tarjetas de crédito: se abona solo en efectivo.

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Días atrás, la plataforma dio un paso importante en su intención de expandirse en el país, al aprobarse en la Cámara de diputados de Mendoza un proyecto para regular el desembarco de Uber.

Lo inédito del caso sería que nunca antes se había legislado el funcionamiento de ese tipo de aplicaciones antes de que comience a operar allí.

En general la empresa llegaba y comenzaba a funcionar la aplicación y a realizarse viajes, con el natural desencadenamiento de reacciones corporativas e institucionales, pero parece haber cambiado su estrategia, al menos a nivel local.

En teoría, la idea en Rosario, o al menos lo que planteará Schmuk, se asemejaría a la propuesta aprobada en Mendoza, para regular el servicio antes de que opere.

Uber reveló que hay 27.000 rosarinos que ya utilizaron la aplicación en otras ciudades de la Argentina y en el exterior. Y también informó que 3.000 personas se inscribieron para ser choferes.

Es cierto que el debate parece ineludible, y que el tema de la movilidad en Rosario merece ser revisado y mejorado. Lo que no está claro, y seguramente se debatirá, es la urgencia de regular Uber y ese tipo de servicios privados para la movilidad y el funcionamiento de la ciudad.