En un estudio detallado sobre la evolución de la actividad, la cartera destaca que si se adicionan la carne ovina y el pescado, el consumo promedio por habitante fue el año pasado de 121 kilos, 14,7% más que en el decenio de los 90 del siglo pasado.

“También -dice el informe- se evidencia una mayor diversificación: se destaca que el consumo de carne aviar pasó de representar el 10,9% en 1981-1990; al 36,8% del total consumido de carnes en 2002-14”.

A la vez, la participación de la carne vacuna pasó del 81,8% al 53,5% del total consumido, mientras la carne porcina también incrementó la participación en el total, puntualiza el estudio.

Un informe oficial de mediados de octubre de este año, destaca que la producción y exportación de carnes muestran fuertes subas desde 2002.

Según un relevamiento del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca asegura que registraron un “marcado incremento” entre 2002 y 2014, con lo cual se superó el estancamiento sufrido en el sector durante el decenio anterior.

El estudio realizado por la Secretaría de Coordinación Político Institucional y Emergencia Agropecuaria precisa que en 2014 se produjeron más de 5 millones de toneladas de carnes, es decir, 49,8% más que en 2002, tras un aumento promedio anual de 3,4%.

Esa evolución “marca una clara diferencia con el período anterior (1990-2002), en el cual el aumento de la producción de carnes fue prácticamente nulo (de 0,8% en todo el período), resultando en un promedio anual de crecimiento en la etapa de 0,06%”.

El análisis oficial remarca que el salto en la producción de carnes de la última década se produjo en un contexto de gran crecimiento de la agricultura, que tuvo tasas de crecimiento también superiores a los de la década precedente.

De este modo se observó “un quiebre en el desempeño histórico del sector agropecuario, donde la producción de un sector aparecía en detrimento del otro”.

Según el estudio, “la clave de esta transformación radica en la intensificación del proceso productivo de carnes y el retroceso de las técnicas de tipo extensivo”.

Se evidenció a la vez “una mayor diversificación de la producción de carnes, con un incremento del peso de la producción de carne aviar y porcina en el total”.

Concretamente, de los 49,8 puntos porcentuales de crecimiento total, 37,4 lo explican el aumento de la producción de carne aviar, 8 puntos el de la carne porcina y 4,4 se deben a la carne vacuna.

Para 2014 las producciones de carne bovina, aviar y porcina llegaron, respectivamente, a 2,67 millones de toneladas, 1,93 millones y 442 mil, mientras las tasas de aumento experimentadas desde 2002 fueron de 5,9%, 187% y 158%.

Este distinto ritmo marcó un fuerte cambio estructural en la oferta: el peso de la carne aviar se cuadruplicó en el total producido (de 9,6% en 1990 a 38,3% el año pasado) y se duplicó la gravitación de la carne porcina (de 4,4 a 8,8%).

Como contrapartida -advierte el estudio- fue decreciente la participación de la carne vacuna: de 86% del total de la producción en 1990 a 75% doce años después, y a 53% en 2014.

Las exportaciones totales de carne, en tanto, prácticamente duplicaron su volumen en 2014, frente a 2002 (crecieron 96,3%) y se multiplicaron por 3,6 veces en valor (llegaron a 1.868 millones de dólares, tras el gran crecimiento de los embarques y la fuerte suba en los precios internacionales de los productos cárnicos).

El año pasado se vendieron al exterior más de 587 mil toneladas, lo cual expresó un cambio en la tendencia respecto del período 1994-2002, en el que las exportaciones totales de carne disminuyeron 17,3%.

La evolución en la balanza comercial total fue incluso más positiva, resalta el informe, ya que el año pasado se registró un saldo favorable de 560 mil toneladas (108% más que en 2002).

Eso se debió a la mayor producción local y a las menores compras: las importaciones totales de carne en 2014 fueron “ínfimas”, de 26,8 mil toneladas, el menor nivel de los dos últimos decenios.

Las adquisiciones externas se ubicaron casi 10% por debajo de las anotadas en 2002, cuando las importaciones fueron excepcionalmente bajas por la caída del poder adquisitivo de la población y el cambio en precios relativos generado por la devaluación.

El peso de las importaciones sobre el consumo de los distintos tipos de carne bajó fuertemente entre 2001 y 2014, desde 2,9 hasta 0,6%; es decir, cayó 80% el coeficiente de importaciones sobre consumo, en un contexto de aumento de 29% de la demanda interna de carnes, concluye el relevamiento del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.