Por Esteban Guida*

Después de las elecciones PASO de agosto pasado, la incertidumbre acerca del futuro de la economía argentina profundizó los desequilibrios existentes y expuso con rigor el fracaso de los dos modelos económicos: el de Cambiemos primero, y el del Fondo Monetario Internacional después.
Siguiendo el derrotero iniciado en abril de 2018, cuando implosionó el modelo por su propia inconsistencia, el tipo de cambio rozó máximos históricos de 65 pesos, ubicándose en los actuales $60 por dólar, lo sigue trayendo graves consecuencias para la economía en su conjunto y para sus chances de recuperación.

A los pocos días del shock devaluatorio de agosto pasado se anunció un batería de medidas que incluyó el denominado “reperfilamiento” de la deuda del Estado Nacional (particularmente, las Letras del Tesoro) y la imposición de un sistema de control de cambios para frenar parte de la fuga de divisas.

Con el mercado externo cerrado (falta de crédito voluntario) y con el quinto desembolso del FMI virtualmente suspendido (hasta “arreglar con el nuevo presidente”), el objetivo se centró en intervenir en el mercado cambiario para frenar la fuga de divisas y contener el tipo de cambio. Sin embargo, este objetivo “explícito” no tuvo el éxito esperado y la debilidad de la posición externa del país es cada vez mayor y preocupante.

Desde las PASO hasta finales de octubre, las reservas internacionales cayeron alrededor de 19 mil millones de dólares. El 73% de esta pérdida de divisas se explica por dos factores: las compras realizadas por el Sector Público y la baja en la posición de Efectivo Mínimo de los bancos. La primera resulta de la incapacidad de la economía para generar divisas de manera genuina, sumado a la falta de financiamiento que padece el país desde abril de 2018; ahora también sin la ayuda del FMI, el Tesoro debe insumir dólares del sistema para pagar vencimientos de la deuda pública que no se pueden renovar por falta de crédito. La segunda, se explica por la caída en los depósitos en moneda extranjera, producto de la desconfianza que tienen las personas acerca de lo que pueda pasar sus depósitos en los bancos comerciales (la memoria del corralito sigue aún vigente).

A su vez, el 23% de la pérdida de reservas fue explicado por las ventas dólares que realizó el Banco Central en el Mercado Unido de Cambios para controlar el tipo de cambio. Este movimiento implicó una merma de alrededor de 5 mil millones de dólares. Por último, el 4% del desguace restante fue explicado por pagos a Organismos Internacionales las cuales, seguramente, incluyen devolución de préstamos o pagos de intereses.

En menos de tres meses, las reservas cayeron casi un 30%, lo que, en términos comparativos, significó un tercio del préstamo total por parte del Fondo Internacional Monetario. Entre principios de agosto y finales de octubre de 2019, las reservas internacionales pasaron de 66.300 millones de dólares a 46.900 millones aproximadamente.

A pesar de las medidas orquestadas por el Ministerio de Economía y el BCRA, la fuga de divisas no logró contenerse. Esto responde claramente a la falta de una perspectiva de solución positiva y de continuidad para el estado de quebranto en el que se encuentra la economía argentina, producto de la imprudente e irresponsablemente política económica implementada por Mauricio Macri (quien llamativamente sigue pidiendo el voto de los argentinos sin una clara manifestación de cómo piensa resolver el problema en el que introdujo al país en sus cuatro años de gobierno).

En vista de que el candidato con más chances de ganar las elecciones presidenciales (incluso en primera vuelta) no ha expuesto con claridad un programa de gobierno (y no tan sólo un potencial gabinete) que despeje las dudas en materia económica y reduzca la incertidumbre acerca del futuro, la conducta de los agentes económicos se explica por el pánico, la desconfianza y la necesidad de resguardar su riqueza.

El problema no radica simplemente en medidas que contengan la fuga de divisas y la especulación reinante, sino más bien en reubicar a la Argentina en el comercio mundial de productos con mayor valor, a fin de genera la riqueza de manera genuina mediante el trabajo y la producción, aspectos que armonizados políticamente pueden contribuir a la paz interna y la justicia social, sin la cual, ningún programa económica resultará viable y sostenible en el tiempo.

*Fundación Pueblos del Sur