Por Andrea San Esteban

El encuentro de la Organización Internacional del Trabajo realizado en Ginebra, llamó al mundo a repensar la necesidad de sentarse a dialogar sobre esta problemática. Es imperioso que los gobiernos se encuentren en una mesa de diálogo con los representantes de los trabajadores, para escuchar sus necesidades. Los proyectos de países pensados para grupos reducidos ya fueron experimentados en el mundo y esto generó pobreza, exclusión, movimientos sociales y muerte.

“El futuro del trabajo debe estar inspirado por consideraciones de humanidad, de justicia social y de paz. De no ser así, nos dirigimos hacia un futuro oscuro, hacia un futuro peligroso», declaró el director general de la OIT, Guy Ryder y continúo,“ahora debemos traducir nuestros pensamientos en resultados, en resultados concretos. Es necesario responder a las preocupaciones de los jóvenes, que se preguntan si hay un futuro de trabajo para ellos.”

El término Justicia Social, para la OIT se implementó en el año 2008, tres meses antes del inicio de la crisis financiera mundial a finales de ese año, fue en la Declaración que se dejaron expresos. “Los valores de la OIT mediante el concepto de trabajo decente y se hizo un llamamiento a favor de una mayor coherencia de las políticas, sentándose así las bases del Pacto Mundial para el Empleo”, que sirvió como base para hacer frente a la crisis de ese año. “El Pacto recibió más tarde el respaldo del Consejo Económico y Social (ECOSOC), el Grupo de los Ocho (G-8), el Grupo de los Veinte (G-20), la Junta de los Jefes Ejecutivos del Sistema de las Naciones Unidas para la Coordinación (JJE) y otras organizaciones internacionales y regionales.

De allí en adelante, se aplica el término frente a una declaración de crisis. Algunas consideraciones del documento reciente, sostienen: “En 2015 a nivel mundial había 197 millones de personas desempleadas, 27 millones más que antes de la crisis del 2009. En muchos países, el desempleo juvenil es más del doble de la tasa media de desempleo, y la tasa de participación de las mujeres en el mercado de trabajo sigue siendo un 26 por ciento inferior a la de hombres, este deterioro tiende agravarse”.

Crear oportunidades

“El mundo se enfrenta al reto formidable de crear 600 millones de nuevos empleos para 2030, la mayoría en países en desarrollo, proporcionar empleo a los 40 millones de mujeres y hombres jóvenes que entran en el mercado de trabajo cada año y aumentar la tasa de actividad de la mujer de acuerdo con las metas internacionales establecidas”.

Argentina y el modelo de emprendedores, no es un invento macrista, se viene aplicando globalmente y se piensa hacia el futuro. En este encuentro reciente de la OIT “se revela transformaciones importantes en las formas atípicas de trabajo. Existe una tendencia a la baja en el número de trabajadores asalariados y a sueldo en la mayoría de economías avanzadas, mientras que este número sigue creciendo en las economías emergentes y en desarrollo, aunque a un ritmo inferior.

Especialmente en los países en desarrollo, el trabajo asalariado y a sueldo ofrece oportunidades para ampliar las opciones de empleo e introducir en el mercado de trabajo a las mujeres, los jóvenes y otros grupos de trabajadores en riesgo de padecer déficits de trabajo decente. Sin embargo, los datos muestran que aproximadamente la mitad de los trabajadores asalariados y a sueldo de todo el mundo carecen de contratos de trabajo permanentes, lo cual tiene consecuencias en materia de derechos laborales, seguridad”.

Una persona, una computadora 

En otra parte del informe aclara, «el trabajo participativo (crowd-work) lo realizan, por medio de plataformas en línea, grupos de trabajadores independientes que responden a llamadas por Internet. Las personas que desempeñan este tipo de trabajo pueden vivir en cualquier lugar del mundo, mientras puedan conectarse a la red”. Esto significa que desaparecen los vínculos de los contratos colectivos, los ámbitos que aglutinan y unen a los trabajadores con problemáticas afines y la institución gremial.

La OIT deja muy claro que “los trabajadores sin contratos permanentes suelen ser más vulnerables que aquellos en relaciones de trabajo tradicionales, y están más expuestos a riesgos para la seguridad y la salud en el lugar de trabajo y a una remuneración menor; de no aplicarse estas bases, es muy probable que no se cumplan las metas para el 2030”.