Aldo Battisacco -Enviado especial  – En 2008, apenas seis bodegas continuaban en manos de sus fundadores. Se trata de las mendocinas Valentí­n Bianchi, Luigi Bosca, Familia Zuccardi (Santa Julia), RPB (conocida como Baggio, con marcas como Uvita o Bodega Privada); Goyenechea y Lavaque, dueño de Félix Lavaque en Salta y de Cía General de Bodegas y Viñedos en San Rafael, además de Suter.

El diputado nacional de Mendoza, José Luis Ramón, dejó en claro que hoy la realidad es muy otra, ya que avanzó con una denuncia en la que expresa que se «esta perjudicando a los viticultores, es decir de aquellos que defienden la cultura del trabajo de la vid, son los pequeños y medianos productores».

Para Ramón, en los últimos años se apoderaron de la viticultura, «un oligopsonio» constituido «por 3 empresas que son las más grandes». «Estas son, Fecovita, una empresa disfrazada de cooperativa, Peñaflor y Baggio, y a razón del descontrol» que existe «en el gobierno esos señores se apoderaron de la economía de Mendoza.

En diálogo con Conclusión, el legislador cuyano aseveró que «existe complicidad de parte del Gobernador de Mendoza» con estas firmas.

«La grandes bodegas se apoderaron del mercado y sostienen que no van a financiar a los pequeños y medianos productores de la provincia de Mendoza, en la cosecha, en el acarreo… esto que lo haga el Estado Provincial”.

“Aquí en realidad no se controla al oligopsonio de los que no quieren tomar la uva de los pequeños y medianos productores, colocando el precio que quieren», disparó Ramón.

Ramón dijo que el oligopsonio es una suerte de competencia» imperfecta que surge en un mercado donde existe un número pequeño de demandantes en los cuales se deposita el control y el poder sobre los precios y las cantidades de un producto en el mercado».

El parlamentario, destapó la olla en plena vendimia,  sucede que el gobernador Alfredo Cornejo impulsa una iniciativa en la Legislatura provincial con el objeto de obtener un permiso para endeudarse, por un monto de 1.000 millones de pesos por ciclo agrícola durante cuatro años.

La excusa de Cornejo es que esta cifra serviría para desarrollar un programa de estabilización del mercado de productos vitivinícolas y generar previsibilidad en toda la cadena de valor mediante una política anticíclica para el sector.

Ramón aclaró que esta política genera el abandono de las tierras productivas de los viticultores, y que no son compradas por las grandes bodegas, sino que con ellas se está dando un fenómeno muy raro, porque aparecen «emprendimientos inmobiliarios», a expensas de esta centenaria actividad.