Por David Narciso

El entrerriano Atilio Benedetti festejó la noche del 22 de octubre de 2017 el arrasador triunfo de Cambiemos con el 53%. Los 436 mil votos que obtuvo al frente de la lista de diputados nacionales subieron la provincia a la ola amarilla que ganaba en el país y de yapa lo posicionaba a las puertas de la Gobernación.

El domingo pasado el dirigente radical tomó conciencia que, como Cenicienta, la carroza que debía transportarlo al poder se deshizo, que Cambiemos no es más la marca imbatible de 2017, y que a esta altura si Macri y sus ministros transfieren algo, ese algo es negativo.

Todo ese proceso se resume en un dato brutal. ¡En apenas 18 meses Benedetti perdió 219 mil votos! Es la mitad de lo que había sacado en 2017. No debe haber muchos antecedentes de una magnitud semejante.

Sin atenuantes

Alguien dirá que eran elecciones primarias para elegir candidatos y no una elección autoridades. Técnicamente es así, y hay innumerables casos en que el resultado entre una y otra elección varió por distintas razones. Sin embargo, ninguna de esas posibles razones está en el escenario electoral de Entre Ríos.

Primero porque hubo una fortísima polarización entre el Frente Justicialista y Cambiemos. Segundo porque Bordet y Benedetti eran candidatos únicos, no tenían competidor interno. Por lo tanto no se ve por dónde el candidato de Cambiemos podría agregarse votos para descontar los 25 puntos de diferencia que le sacó el gobernador Bordet. Las demás fórmulas sumadas juntas no llegan ni siquiera a ese porcentaje. Resultado sentenciado.

El gobernador Bordet dirá: “No todo es responsabilidad de Macri, yo también habré hecho lo mío para que el 58% de los entrerrianos me apoyaran”. Sin dudas hay una valoración de carácter provincial y un explícito aval a la reelección de Bordet, aunque difícilmente eso explique la dimensión de la catástrofe que sufrió el capital electoral de Benedetti y Cambiemos.

En todo caso Bordet capitalizó haberse mantenido equidistante del macrismo y del kirchnerismo, lo que le permitió ser la primera opción de los votantes de Cambiemos que huían en estampida. El gobernador y su antecesor Sergio Urribarri, cercano al kirchnerismo, mantuvieron una convivencia tensa a lo largo de estos tres años y medio, sólo superada para armar las listas hace un par de meses.

Paraná de por medio

El peronismo entrerriano ganó con una “estrategia de unidad” como la del PJ santafesino, donde kirchneristas y antikirchneristas dejaron atrás años de división y enfrentamientos y, previo aval de Cristina Fernández, negociaron ir todos juntos.

Aunque el armado en Santa Fe y Entre Ríos es idéntico, en nuestra provincia hay dos factores que diferencian claramente el escenario electoral para el peronismo: acá es oposición y su principal adversario es una tercera fuerza, el Frente Progresista, que además es gobierno.

Revisemos el cronograma de elecciones hasta aquí. En San Juan y Entre Ríos el PJ peleó mano a mano con Cambiemos y se impuso cómodamente. En Río Negro y Neuquén perdieron ambos por amplio margen a manos de partidos provinciales, lo que llevó al gobernador Lifschitz a concluir que “la mano viene bien” para el Frente Progresista santafesino. Se verá el próximo 28 de abril, cuando el road show electoral argentino centre su atención en las primarias santafesinas.

Una aclaración. Las primarias santafesinas difícilmente resulten concluyentes como en Entre Ríos y San Juan. Acá el peronismo tiene una fuerte competencia interna. Esto tiene como lado positivo que potencia la candidatura de Perotti o Bielsa según quién gane la interna; el lado negativo es que los candidatos que ganaron la interna desde 2007 para acá nunca consiguieron retener la totalidad del voto de quien resultó derrotado. Pasó en 2007, 2011 y 2015. Y conservar esos votos es crucial si se tiene en cuenta que las encuestas ubican a Antonio Bonfatti como el de mayor intención de voto en forma personal.

Es decir que hasta el 14 de junio quedarán varias incógnitas abiertas, con chances para ambas fuerzas.

Las mismas dificultades que experimentó Benedetti en Entre Ríos las pasa José Corral para hacer crecer la fórmula de Cambiemos en Santa Fe. El proceso viene siendo similar. En 2017 su delfín ganó cómodo la elección por el sólo hecho de ser el candidato de Cambiemos y el gobierno nacional.

Hoy las expectativas previas de Cambiemos y Corral son penosas en comparación con un año y medio atrás. Ya han bajado a Santa Fe los principales ministros, legisladores y funcionarios nacionales pero la campaña no toma vuelo aún. ¿Vendrá Macri? La lógica indica que no debería. En Entre Ríos estuvo la última semana de campaña apoyando a Benedetti y el resultado fue estrepitoso, como en aquel juego de niños en el que si la mancha te tocaba estabas out. Santa Fe tiene el agregado de que ser de las provincias en las que peor mide el presidente.

Entre Ríos le sacudió un duro golpe a la Casa Rosada. Fue el primer test electoral en una provincia del centro del país, que es donde radica la base electoral de Cambiemos, y además porque el presidente en persona fue a hacer campaña, algo que no hubiera hecho si hubiera sabido que las proyecciones daban 25 puntos abajo a su candidato. ¿Otra vez equivocaron las encuestas o el entorno presidencial tiene la brújula tan extraviada?

De algo no hay duda. Los estrategas del gobierno acaban de confirmar que a esta altura de los acontecimientos, Macri más que el gran elector de 2017 se asemeja a la mancha venenosa.