La inesperada muerte de José Manuel De la Sota impactó a todo el arco político nacional, con especiales focos en la Córdoba que gobernó en tres oportunidades, y en el peronismo, partido de cuya renovación fue partícipe clave en la década del 80′, tras el retorno de la democracia.

Hombre fundamental para el PJ cordobés, que comandaban en tándem con su amigo y socio político Juan Schiaretti, actual gobernador, también era reconocido como un “creativo” e incluso era mencionado como un articulador de la unidad peronista de cara a las futuras elecciones.

Habían trascendido reuniones con el círculo cercano a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner para canalizar esas intenciones, algo que había llamado la atención ya que siendo gobernador De la Sota se había enfrentado a CFK en distintas oportunidades, y fue uno de los que motivaron llamar a Córdoba como “capital del antikirchnerismo”.

Macri junto a Schiaretti en Córdoba, durante una visita. El gobernador cordobés ahora será el jefe indiscutido del PJ provincial. De relación fluida con el presidente, habrá que analizar sus próximos movimientos de cara a un año electoral, ya sin su socio y amigo De la Sota.

Allí talló muy altamente Mauricio Macri, sacando el 72% de los votos en el balotaje contra Daniel Scioli, luego de que en las primarias De la Sota haya apoyado a Sergio Massa, con quien había competido en internas dentro del espacio UNA.

Por todas estas cuestiones, el fallecimiento de un dirigente con el peso del “Gallego” abre interrogantes grandes para el destino político no sólo del peronismo sino también del macrismo, principal usufructuante del antikircherismo con sello cordobés.

En ese sentido, vale rescatar algunos fragmentos del análisis que realizó el analista y consultor Ignacio Zuleta, en su columna “Avant Premiere” que publica Clarín.

“[…] Desaparece con De la Sota el constructor del peronismo de Córdoba como la capital del antikirchnerismo en la Argentina. Ha sido determinante en los resultados electorales de 2015 y 2017. Es decir, en el destino del peronismo nacional. Esa construcción apartó al PJ de Córdoba, que es la segunda provincia del país en cantidad de votantes, del juego del peronismo nacional. Ese peronismo cordobés desdobla fechas locales y nacionales, para asegurar el dominio de la gobernación. A la vez libera el voto del distrito en la presidencial, y eso beneficia a Macri, que es presidente gracias a la formidable elección que hizo en Córdoba en 2015: le ganó en el balotaje a Daniel Scioli por 71,52% a 28,48%. En síntesis, desaparece un aliado objetivo de Macri y un contradictor terminal del kirchnerismo […]”.

“[…] En lo subjetivo, el golpe sobre la etnia Macri es inocultable. Franco, el padre del presidente, fue uno de los principales patrocinantes de lo que se llamó la «renovación peronista» a finales de la década de los años ’80. Aquel proceso llevó al peronismo al poder con Carlos Menem en 1989, pero se basó sobre la tarea de De la Sota y dos gerentes del grupo Socma de entonces, Carlos Grosso y José Bordón. Esa fue la base de la relación del «Gallego» con Mauricio, que es presidente por los pergeños estratégicos de la dupla De la Sota-Schiaretti en su distrito. El Gringo ha sido hasta ahora el valedor formal de esa relación, aunque su biografía también se mezcla con ramas de la familia presidencial. Cuando se exilió en Brasil en los 70, Schiaretti trabajó en Fiat Brasil y siguió bajo esa escudería cuando regresó al país.

Inseparable de De la Sota, se les debe algo que pocos reconocen hoy: el protocolo automotriz con Brasil. Lo ataron en los años ’90, cuando De la Sota era embajador de Menem en Brasil y Schiaretti era el secretario de Comercio de Domingo Cavallo. Fue y sigue siendo un modelo novedoso de coparticipación dentro de la industria metalmecánica de los dos países. La originalidad fue organizar la tarea de los autopartistas, la colaboración de los dos países –quien fabrica en Brasil, fabrica en Córdoba– y las compensaciones de porcentajes de integración. Las crisis recurrentes de los dos países no han logrado modificar ese protocolo, que seguramente debe ser el mérito más importante de De la Sota y Schiaretti, y ocurrió hace más de 20 años”.