Del minuto y 43 segundos a los 25 minutos de discurso, sin escalas. De la camisa celeste y cuello abierto, descontracturado el uniforme oficial de Cambiemos, al traje y la corbata del estadista. Del patio de la Quinta de Olivos al Salón Blanco de la Casa Rosada. Luego del breve discurso de Mauricio Macri de la semana pasada, el dólar se disparó en un 7 %. Tras su esperado speech del 3S, la escalada de la divisa fue menor -en el contexto de una jornada tranquila en términos cambiarios debido al feriado en los Estados Unidos-, pero Macri otra vez no logró convencer.

“Creo que la sensación que transmitió el discurso fue de preocupación y cansancio. Lo vi en la cara, en la mirada, en los hombros. Se lo ve con mucho peso encima”, analiza José María Rodríguez Saráchaga, de Oratoria Consulting, exasesor de Macri durante su gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires.

Por su parte, Sergio Rulicki, doctor en Comunicación Social (Universidad Austral) y licenciado en Antropología (UBA), analizó: “Usó un tono, un volumen y una prosodia (una melodía) como si le hablara a un niño para calmarlo. O sea, nos trató de niños, para hacernos sentir que no había nada de qué preocuparnos. Eso estuvo presente en la mayor parte de su discurso, y enoja más. Porque es tratarnos como niños en el sentido de alguien que no puede comprender, no es ni siquiera tierno. Él habló mucho de madurar, ‘la sociedad está madura’, ‘hemos alcanzado la madurez’: eso se acopla a un discurso paternalista, de quien te guía y te habla de la importancia de madurar, de aceptar el sacrificio. Habla como un padre también cuando dice: ‘¿Creen que me hace feliz no darle los recursos a la gente que más lo necesita?'».

Para ambos expertos, los efectos del discurso fueron precisamente lo contrario a lo que se buscó transmitir. Para Rulicki, “no decir nada de sí mismo en términos de lo que va a hacer mejor a partir de ahora, es típico del narcisimo. En el gobierno sufren el síndrome del ludópata: pierden y redoblan la apuesta. No pueden aceptar que ellos son responsables de que algo saliera mal”. Y retoma un término que hace años no se ligaba a la Casa Rosada: “Los griegos, en sus leyendas, en sus mitos, hablaba del hibris como la peor de las equivocaciones que puede tener un aspirante a ser el líder de un pueblo, que es el creer que por sus cualidades extraordinarias puede ser invulnerable, lo cual lo lleva a correr cada vez más riesgos. Y nuevamente entramos en la cuestión de ludopatía”.

Los puntos claves del discurso de Macri:

Falta de confianza

JMRS: Se mostró falto de confianza, de empatía con su propio discurso. Veo una correspondencia forzada de su discurso con el lenguaje no verbal. Está declamando como un actor de hace 40 años, poco feliz. Fue totalmente incoherente con el mensaje que estaba dando.

SR: En ningún momento transmitió ser el capitán de un barco que pueda dirigir, no dio esa sensación. No es la actitud de un líder que conduce una tormenta, porque lo que hizo fue externalizar las causas de esa crisis. No hubo ninguna autocrítica y la externalización de las causas de un fracaso es uno de los 9 rasgos de diagnósticos del trastorno narcisista de la personalidad. Cuando una persona es incapaz de asumir la responsabilidad por la situación en la que está y acusa a otros, eso es un rasgo del trastorno narcisista. Sobreactuación y poca autenticidad

JMRS: No se vio un Macri auténtico, estaba sobreactuado. De a ratos parecía un chico declamando una poesía en el acto del colegio. No lo vi fluido, lo vi perdido con el teleprompter más de una vez. En este discurso no tuvo nada de espontáneo: uno puede estar más enamorado del discurso que lee o no, pero en este caso se notaba que de ratos no la sentía.

SR: Hay una falta de autenticidad porque es imposible poner sobre la mesa las verdaderas intenciones de lo que han hecho y de lo que se proponen seguir haciendo. En campaña, cuando todavía no tuviste que demostrar nada, era posible hacer de ese discurso algo más convincente, más creíble. En cambio, cuando la gente no quiere creerte, si no sos realmente genuino no vas a convencer a nadie. Pero el problema es que no puede ser genuino. Gestos, no palabras

JMRS: La gestualidad de Macri es mínima: es un ingeniero criado en un colegio sajón. Lo bueno es que si bien el lenguaje no verbal fue poco cuidado, poco inteligente, cuanto menos no se mostró nervioso ni agresivo. Eso ya es mucho.

SR: Hay un uso repetitivo del emblema de ruego -que consisten en colocar las palmas juntas como si se estuviera rezando o pidiendo por favor- que aparece, por ejemplo, cuando dice: «Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance» y se utiliza para estimular al otro a que te crea algo de lo que ni vos mismo estás convencido. Otra señal fue la ceja izquierda elevada: creo que fue una filtración de su intento de no elevar ambas. Él normalmente recurre a la elevación de ambas cejas, lo cual produce una mirada blanda, de ojos redondeados, con profundas arrugas en la frente, que es una expresión facial de perplejidad que usa como un recurso apaciguador para que no lo ataquen. Además, se quedó congelado durante 4 segundos después de hablar de la corrupción: el congelamiento técnicamente tiene que ver con el temor. Ante el miedo extremo las personas tienen 3 respuestas: luchar, huir o congelarse, que equivale a camuflarse, en términos evolutivos.

Nicolás Dujovne. Como el discurso de Macri, la conferencia del ministro de Hacienda no generó mejores resultados. “Tristeza, depresión, angustia. Lo que más me llamó la atención fue la expresión disfórica de su mirada», apunta Rulicki. «Prácticamente parecía haber estado llorando 5 minutos antes: tenía los ojos rojos, la mirada totalmente introvertida, le costaba mucho estar ahí. Tuvo un momento en el que por poco se arranca un pedazo de piel del dedo de una mano de lo fuerte que se lo rascó: se llama fidgeting y es señal de uno de los niveles de estrés del más altos”. En ese sentido, Rodríguez Saráchaga agrega: “Lo más triste de Dujovne fue aclarar que no había renunciado pero que su renuncia estaba a disposición. Su cara era de destrozado, está físicamente liquidado, es el padre del chico que estaba con Carlos Pagni en la televisión”.

Historia personal: el recuerdo del secuestro

JMRS: Llama mucho la atención que haya mencionado el secuestro, algo que Macri jamás hizo en ninguna campaña. No me pareció una buena idea porque, justamente, uno de los valores que tenía Macri era que no salía a chicanear con ese tipo de cosas. Así como durante toda la campaña presidencial de 2015 marcamos que no era una buena idea que Daniel Scioli se la pasara constantemente hablando de su accidente y su brazo, tampoco me pareció una buena idea que jugara la carta del secuestro.

SR: Utilizó la estrategia de victimización cuando se refirió a su secuestro. Cuando dice: “Para mí no es fácil (este momento)” produce la única expresión genuina del discurso, que es de tristeza, de angustia, de dolor. Un microsegundo donde las cejas se le pusieron oblicuas, los extremos internos se elevaron y se acercaron entre sí: es un signo fidedigno de tristeza. La tristeza está relacionada con la pérdida, y es también una señal de vulnerabilidad para atraer sobre uno la ayuda externa. Pero en este caso, como fue una filtración, realmente podemos saber que él se siente perdido. De verdad se siente en problemas.

Fuente: www.elcronista.com

 

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