Al exponer en la llamada «contracumbre» del G20 en Ferro, la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff sostuvo que «la única forma de enfrentar» a los movimientos de derecha en América Latina es a partir de la conformación de frentes «antineoliberales y antifascistas».

En el primer Foro Mundial del Pensamiento Crítico del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la ex jefa de Estado dijo que «hay que ser capaces de hacer todas las alianzas posibles» para combatirlos, pero siempre preservando que «la columna dorsal» o el «corazón» de esos frentes sea «antineoliberal» y «antifascista».

«Si no se combate el neoliberalismo, la sociedad va a quedar abierta a todas las cooptaciones posibles», advirtió, y lamentó la centroderecha en su país que condena el autoritarismo del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, sin embargo acepta las «reformas neoliberales» bajo la ilusión de «cooptar a los neofascistas».

«La única forma de enfrentar a los neofascismos es a partir de un frente democrático y popular», sentenció en su discurso, que antecedió al de la ex presidenta argentina Cristina Kirchner, con quien coincidió en los camarines.

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Rousseff advirtió que para la «extrema derecha» no alcanza con haber conseguido el triunfo electoral, porque eso no bastó para «destruir al Partido de los Trabajadores», por lo que ahora «dicen de forma clara que quieren destrozarnos, pero no sólo al PT sino todas las conquistas del movimiento social y de trabajadores de Brasil».

«Es importante que se diga que en las elecciones no fuimos derrotados. Por el contrario, obtuvimos el mayor número de gobernadores y de representantes en la Asamblea Legislativa», resaltó.

A su criterio, el proceso de estigmatización del PT en Brasil se montó a partir de «la operación Lava Jato» sobre la base de una campaña de «despolitización» y «transformación de la política en el enemigo principal».

«La operación Lava Jato creó una reacción de la población tornando las reivindicaciones inocuas y la política irrelevante.

La despolitización y la transformación de política en el enemigo principal surge como un elemento ideológico fuerte en las campañas. Se instaura como verdad algunos elementos que crean un ambiente autoritario. Aquella vieja tendencia de la guerra fría de construir un anticomunismo como elemento de ataque a las democracias», fundamentó.

Y evaluó que «la proscripción de Lula movilizó una candidatura (la de Bolsonaro) que convive con la emergencia de algo que estaba latente en la sociedad brasileña que es la extrema derecha».

La dirigente del PT agregó que la llegada de la «extrema derecha» al poder político también fue posible porque durante «la transición democrática de Brasil no se juzgó el proceso de terrorismo de Estado», y dijo que eso «dejó secuelas» sociales.

Salida de la democracia

Al analizar las posibles consecuencias de este nuevo ciclo político que se abre en su país, Rousseff alertó que «Brasil entró en un camino trágico» que introduce el riesgo de «salir de una democracia para entrar en la variante neoliberal de un neofascismo».

La ex mandataria brasileña recordó que el primer acto de esta secuencia que derivó en la «emergencia de un poder neofascista» fue el «impeachment» ella padeció en 2016, y que configuró, a su entender, un «golpe de Estado» con el objetivo de «encuadrar nuevamente a Brasil en el neoliberalismo».

«No fue hecho porque había sido cometido un crimen de corrupción. Fue hecho para encuadrar nuevamente a Brasil en el neoliberalismo», evaluó Rousseff durante una charla que fue moderada por el rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), Nicolás Trotta.