Por Alejandro Maidana

La trama oscura de poder y muerte, nos sigue conduciendo al sur con una terquedad digna de una historia que sigue lejos de empujar un resarcimiento para con los oprimidos de esas latitudes. El fantasma del roquismo volvería a sobrevolar un territorio que encontró en el Estado Nación, ese brazo disciplinador de toda legítima reivindicación que surgiera desde las entrañas mismas de la dignidad y la pertenencia.

Cushamen, esta comuna rural ubicada en el departamento homónimo al noroeste de la provincia de Chubut, sería nuevamente el escenario elegido para dejar una nueva huella que con seguridad, trascenderá generaciones. Aquellos conflictos de tierras que movilizarían al imprescindible Osvaldo Bayer a reflexionar e investigar de manera medular, volverían a materializarse de manera trágica.

La ChIsPa, un faro informativo en el cual apoyarse para poder comprender el recupero de tierras

En 1958 Osvaldo Bayer se radica en la ciudad de Esquel (Chubut), contratado por el diario local como redactor. Cabe destacar que el tiempo que estuvo al frente de dicho medio gráfico, fue efímero, ya que su enorme responsabilidad y criterio para el tratamiento de las noticias iban en otra dirección con respecto a la línea editorial.

El final era anunciado, fue despedido sin paga y con una acusación irrisoria (tentativa de homicidio) contra el empresario (dueño) del medio. Pero claro, lejos de retirarse de la escena silbando bajito, Bayer se quedaría en el lugar fundando el periódico “La ChIsPa”, un espacio de periodismo explícito en donde las denuncias recaían sobre latifundistas y terratenientes, que gracias a la anuencia de ciertos políticos, llevaban adelante el robo de tierras.

Este es un documento fundamental para comprender la pugna existente en el territorio de Cushamen. El periodista Bruno Napoli en un acto de justicia sublime, pudo rescatar del olvido esos 8 números de la “ChIsPa” que se editaron entre el 20 de diciembre de 1958 y el 4 de abril de 1959, en una edición facsimilar de enorme valía.

“Contra el latifundio, contra el hambre, contra la injusticia”, esas serían las bases de un diario que cobraría una importancia notable a la hora de analizar de manera consciente y responsable, lo que casi 60 años después terminaría sucediendo en tierras convulsionadas.

El despojo a la familia Nahuelquir

Con posterioridad a que el Gobierno Nacional le otorgase a la tribu Nancuchi Nahuelquir una reserva de 125 hectáreas, llegaría a la zona un ciudadano árabe de nombre Juan Sfeir, quién solicitó al jefe aborigen Rafael Nahuelquir que le alquilase la casa en donde éste vivía. La misma se situaba en el lote 140 de la colonia, allí comenzaría el despojo.

Sfeir nunca pagó un centavo, negándose a posterior a entregar la casa que luego vendería con reformas a otro ciudadano árabe, Heikel El Khazen. Este último establecería un comercio, momento en el que comenzaría el despojo de las familias aborígenes de la colonia. Debido a esto y habiendo agotado todo reclamo, Nahuelquir viaja a Buenos Aires en 1935 en donde la Dirección Nacional de Tierras le informaría, documentación mediante, que el lote en disputa le pertenecía.

Pero poco pudo hacer, ya que la muerte lo encontraría y desde ese mismo momento quién aparecería como “tasador” de los bienes dejados por el difunto, tramaría una treta tan oscura como deleznable. Julio Telleriarte sería el encargado de tasar, sus honorarios ascendían a 160 pesos, éste les dejaría a los sucesores de Nahuelquir, sus hijos menores, un recibo con la constancia de pago. Cabe destacar que la sucesión se realizó sin consentimiento de la viuda.

Varios años después, una persona de nombre Luis Zuschiag, inicia juicio ante el Tribunal de Esquel contra la sucesión Nahuelquir ¿Qué sucedió? El tasador adujo que los Nahuelquir no le habían pagado los 160 pesos de su trabajo. El juez ordenó el remate de los bienes de la sucesión, sin notificar a los herederos quienes se vieron sorprendidos al ver rematados sus animales vacunos, lanares, útiles de labranza, carros, árboles etc.

Pero ¿Quién fue el comprador? Nada más ni nada menos que Julio Telleriarte, entre sus adquisiciones se pueden destacar el pago de 10 pesos por 14 álamos, es preciso destacar que del remate, la familia Nahualquir no recibió un solo centavo. Un proceso impúdico de despojo de tierras que terminaría tiempo después, en manos del magnate italiano Luciano Benetton.

Es menester traer estos párrafos de la notable investigación de Osvaldo Bayer para La ChIsPa, un argumento explícito de una cadena de atropellos que se vienen dando en el sur del país en detrimento de muchísimas familias Mapuche-Tehuelche que hoy han comenzado un estoico proceso de recuperación de sus territorios ancestrales. Una huella imposble de borrar, por más que los paladines de la desmemoria se desvivan por intentarlo.

La Comunidad Pu Lof de Cushamen entra en escena

Los días 10 y 11 de enero de 2017 se produjo en Esquel una brutal represión que tuvo un saldo  de más 10 personas detenidas, en un operativo a sangre y fuego que dejó graves secuelas en la comunidad mapuche.

Tanto Gendarmería como la policía de Chubut, ingresarían a la Pu Lof en Resistencia Cushamen a punta de escopeta y no escatimando balas a todo lo que se le interpusiese en su camino. Durante la represión de enero, Emilio Jones Huala resultó herido en su mandíbula y otro peñi perdió un tímpano.

Debido a esto, y en apoyo a la recuperación territorial, fueron varios los que se acercaron a la comunidad, entre ellos Jorge Buchile, Ivana Huenelaf, Gustavo Jaime, Javier Salvador Huenchupan Ruiz, Daniela González y los hermanos Gonzalo y Pablo Seguí. Todos ellos fueron baleados por la policía de la provincia y por un empleado de Benetton, Gonzalo Graña, según consta en una causa judicial que tramita en Comodoro Rivadavia.

Luego de esta sangrienta represión, emergería la figura del lonko Facundo Jones Huala, quién luego de un operativo especial de Gendarmería, sería detenido sin causa alguna. Desde allí la figura de Pablo Nocetti, jefe de gabinete de asesores del ministerio de Seguridad de la Nación, aparecería en escena. Este señor le daría vida a una serie de elucubraciones cuasi fantásticas en torno a la organización de las comunidades mapuches a quienes, gracias a la complicidad de los medios hegemónicos, no dudaría en llamar “terroristas”.

“Se acabó la extorsión”, sostendría Pablo Nocetti en Bariloche en una reunión junto a funcionarios y policías de Río Negro y Chubut. De allí saldría la coordinación para lograr la persecución del grupo denominado Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). “Es una organización delictiva cuyo líder es Facundo Jones Huala”, dispararía el vocero de Patricia Bullrich.

El panorama era muy claro, en el sur del país se preparaba una represión legitimada por el Gobierno nacional con la anuencia de los provinciales, una disciplinadora forma de decirle a un reclamo ancestral que no había lugar.

El encarcelamiento del lonko de la Pu Lof en resistencia Cushamen Facundo Jones Huala, empujaría a una serie de protestas en el Juzgado Federal de Bariloche que encontraría como respuesta, una furiosa agresión con palos y gases por parte de las fuerzas de seguridad. Pero esta nueva represión lejos de hacer amainar el reclamo, lo potenció y empujó a otras personas solidarias con la causa Mapuche a plegarse a la misma. La figura de Santiago Maldonado comenzaría a cobrar relevancia.

El 31 de julio, el “lechuga” como lo denominaban algunos, o el “brujo”, como lo hacían otros, llegaría desde El Bolsón a la comunidad mapuche del Pu Lof en Resistencia en Cushamen, a 80 km al sur de la ciudad de Esquel ¿Su idea? Participar de la protesta por la liberación de Facundo Jones Huala, líder de la comunidad.

Ese fatídico 1 de agosto

Efectivos de Gendarmería Nacional llegarían al lugar con la premisa de desalojar un supuesto corte de ruta, pero el mismo se había levantado a las 3 de la mañana. No obstante, y sin orden judicial, las fuerzas represivas ingresan al territorio ocupado a fuerza de disparos iniciándose así, una cruenta persecución hasta las orillas del río Chubut. Si bien Pablo Nocetti negó haber estado en el lugar, distintos testimonios y capturas fotográficas así lo certifican.

La mañana helada en la Pu Lof se tornaría incandescente, ardería aun más la resistencia fogoneada por una consciencia inclaudicable que se solidificaría aún más. Pero en ese escabroso derrotero de un inolvidable 1 de agosto, y luego de reagruparse, a la comunidad le faltaba Santiago Maldonado ¿Qué habían hecho con el mismo? ¿Se lo llevaron?

Desde ese preciso momento el país fue otro, viejos fantasmas volvería a rondar los pasillos más lúgubres de una historia que veía repetir con ojos vidriosos, su parte más truculenta. Una desaparición forzada que se daba luego de una feroz e ilegal represión (no existió orden judicial) dentro de un territorio ocupado.

Sergio Maldonado: “Si no saben qué poner, pongan música”

Fueron 78 días de las más aberrantes operaciones mediáticas y políticas, un parecido notable con la manipulación de la noticia que se daba en pleno proceso militar. Es menester destacar algunas de ellas:

-“Santiago no estuvo el día de la represión en el Pu Lof de Cushamen”. Patricia Bullrich.

-Un camionero lo llevó.

-En un pueblo de Entre Ríos son todos parecidos a Santiago.

-Un matrimonio lo levantó en la ruta, estaría en San Luis, Osorno, Tartagal entre otras condenables falacias.

En este dolorosísimo proceso, la usina de mentiras del grupo Clarín y La Nación, produciría todo tipo de operaciones que colaborarían de manera notable a la hora de sembrar confusión, y le allanarían el paso a las distintas coartadas que partían desde el Estado.

Pero mientras las nauseabundas propuestas mediáticas al servicio del horror seguían su curso, los rastrillajes en la zona se seguían sucediendo. Pasaron 78 días sin saber que habían hecho con Santiago, hasta que el 17 de octubre el río habló, el cuerpo de un pibe consciente y solidario, aparecería sin vida en un lugar que había sido rastrillado en varias oportunidades.

La consternación le daría un verdadero mazazo a un pueblo que no volvería a ser el mismo, el dolor calaría hondo, la sociedad volvería a fracturarse entre aquellos que empatizan con las causas que humanizan, y los que no. Un nuevo paradigma se abriría, una nueva lucha golpearía la puerta de una familia que de la resiliencia hizo una bandera tan digna como estoica.

Dudas y certezas de una causa que debe reabrirse

«Este mismo rastrillaje se hizo el 5 de agosto, el 8 de septiembre y el 18 de septiembre, todos recuerdan la cantidad de gente y el despliegue que se hizo el 18 de septiembre, en este mismo sector del río y con un resultado negativo.  En el día de ayer a las 11 de la mañana se realizó el rastrillaje que fue ordenado por el juez subrogante, el Dr. Lleral, y a las 12.40 el prefecto Ruata informó  al juez que el rastrillaje había dado un resultado positivo y el Sr. Juez le informó a  Sergio. No tenemos ninguna explicación, ni física, menos jurídica, de por qué se encontró ayer ese cuerpo luego de cuatro rastrillajes”, fueron las palabras de Verónica Heredia, abogada de la familia.

Sergio Maldonado, hermano mayor de Santiago, fue el que tomó la posta en el reclamo de justicia exponiendo sus días de una manera más que loable. A dos años de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago, insiste en la reapertura de la causa,” estamos reflotando temas en el cual el juez nunca nos respondió. Pedimos que la causa se reabra porque todavía no se sabe realmente cómo fue la muerte de Santiago”.

La familia recordó tres pruebas que el juez nunca tomó antes de cerrar la causa: el perfecto estado de los billetes, la “crioconservación” y el análisis de un perito que describió una “muerte violenta”.

LOS BILLETES

El juez se negó a peritar los billetes encontrados en el pantalón que llevaba el cuerpo de Maldonado, pese a que los mismos se encontraban en perfecto estado, así como también una nota que podía leerse a simple vista. Se supone, que el cuerpo del joven estuvo sumergido durante 78 días bajo el agua. A esto se le debe agregar que las huellas dactirales también estaban conservadas.

LA CRIOCONSERVACIÓN

La crioconservación es el proceso en el cual las células o tejidos son congelados a muy bajas temperaturas, generalmente entre -80 C y -196 C. Lo que no cierra en la familia es que la temperatura del agua del Río Chubut nunca fue menor a 0 C. Por eso, se solicitó que el juez Lleral reparara especialmente en este punto, algo que fue ignorado. Párrafo aparte: en la autopsia, los peritos nunca se pusieron de acuerdo sobre el tiempo que el cuerpo permaneció sumergido, por lo cual deja abierta la posibilidad de que el mismo haya sido removido.

UNA “MUERTE VIOLENTA”

En una de las páginas del informe final de la autopsia, uno de los peritos dejó en claro que el final de Santiago Maldonado se debió a una “muerte violenta”. Algo que pone en tensión a lo que el propio Lleral resumió frente a los medios el 24 de noviembre de 2017, quien prefirió hablar de un “ahogamiento por sumersión en un cuadro coadyuvado por ´hipotermia´».

Además de estos tres puntos, también se recuerda que la mochila que llevaba el joven al momento de la persecución de Gendarmería, nunca apareció. Tampoco su celular, que se encendió misteriosamente un día después de su desaparición.

Pasaron dos años desde la desaparición de un joven solidario, comprometido, consciente y libertario hasta la médula. Su presencia en el lugar no fue algo antojadizo, fue una posta más de un camino que solo se animan a transitar aquellos que viven despojados de toda mezquindad.

El recupero de los antiguos territorios ancestrales no es terrorismo, no es un delito, es un derecho. En un mundo en el que hay opresores y oprimidos, no se puede permanecer neutral. O estás con los oprimidos, o eres cómplice de la opresión, y eso Santiago lo entendió a la perfección.