Por Guillermo Villarreal para Letra P

Motivado por el respaldo transitorio de la ciudadanía en las urnas, Javier Milei ya anticipa cuáles serán sus primeros pasos en caso de llegar a la Casa Rosada. Y va por todo y contra todos: emulando al expresidente estadounidense Donald Trump, propone el traslado de la embajada argentina en Israel de Tel Aviv a Jerusalén y genera un dilema diplomático internacional que pone a Jorge Bergoglio en el centro de la discusión por el statu quo de la “ciudad santa” de tres religiones.

El candidato de La Libertad Avanza, que pretende convertirse en el primer presidente judío del país -como contó Letra P-, fundamenta la mudanza de la sede diplomática en una interpretación literal de la Biblia alimentada por la Organización Sionista Mundial.

“Cuando el Uno le hizo romper las tablas de la Ley a Moshe (traducción al hebreo de Moisés como figura en la Torá), la primera palabra que pronunció fue Jerusalén, que fue la capital que eligió el rey David”, dijo el libertario.

Esta medida de política internacional implicaría, además del cambio de ciudad de la embajada, el reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado de Israel, como primereó Estados Unidos en diciembre de 2017 bajo la administración Trump, en una decisión diplomática nunca revocada por su sucesor, Joe Biden.

Otros países adoptaron posturas similares, pero sin traslado de representaciones diplomáticas. Reconocen tanto que Jerusalén Occidental sea la capital de Israel como las aspiraciones de Palestina a tenerla en Jerusalén Oriental y los condicionan, a la autoridad palestina y el gobierno israelí, a un acuerdo «definitivo» de paz en esta región que las tres creencias abrahámicas llaman Tierra Santa.

Capital de la fe para tres religiones

El paso que Milei insinuó dar, significaría también ir a contracorriente de las disposiciones de Naciones Unidas de preservar esa ciudad como “capital de la fe” del cristianismo, el judaísmo y el islam, a fin de proteger los lugares sagrados de las tres mayores creencias monoteístas: Santo Sepulcro, Muro de los Lamentos y Mezquita de Al Aqsa, entre otros sitios de oración no exentos de conflictos interreligiosos.

Aún sin responderle a Milei, Bergoglio ha hecho pronunciamientos reiterados en este sentido y, oportunamente, le pidió a Trump que respete el estatus histórico y legal de Jerusalén como “ciudad única; sagrada” para judíos, cristianos y musulmanes. “Jerusalén tiene un valor universal, contenido ya en el significado de su nombre: ‘Ciudad de Paz’”, recordó el papa argentino y pidió respetarla como tal por encima de “cualquier ideología, de cualquier bando”.

Milei, Bergoglio y la comunidad judía

La cuestión de Jerusalén no es la única que pone en veredas opuestas a Francisco y a Milei, uno de los pocos políticos argentinos que ha criticado abiertamente a Bergoglio desde que se instaló en el Vaticano en 2013. Entre otros puntos, el libertario coincide con Trump en que el cambio climático es “una mentira”, en contraposición con lo que Bergoglio predica en su encíclica verde Laudato si’ sobre el cuidado del planeta.

Hasta hoy, la relación de Milei con la comunidad judía argentina ha sido por demás controversial. En plena pandemia, Milei fue repudiado por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) a raíz de la comparación banal del pasaporte sanitario con la Estrella de David que las personas judías eran obligadas a portar durante el Holocausto. Más recientemente, por votar en contra de que el 18 de julio sea declarado Día Nacional de Duelo por el aniversario del atentado terrorista a la AMIA, y alentar a su bloque en la Cámara de Diputados a hacerlo de igual manera. Luego intentó cambiarlo, pero la Presidencia de la Cámara baja se lo negó.