Por Belén Escobar (*) para Bloomberg Línea

 

La inflación en Argentina se mantiene en niveles históricamente elevados, a pesar de que en mayo el Índice de Precios al Consumidor (IPC) informado por el INDEC fue más bajo de lo esperado, al ubicarse en 7,8%. Hasta el momento, la variación acumulada ya llegó a 42,2% y la interanual, a 114,2%. En un contexto en que la suba de precios se acelera, ¿puede haber una explosión hiperinflacionaria antes de las elecciones presidenciales de octubre?

La proximidad de las elecciones pone aún más presión al Gobierno para mostrar buenos resultados en el IPC y, mientras los argentinos buscan maneras de mitigar la pérdida de poder adquisitivo, permanece la pregunta respecto de qué ocurrirá con esa problemática en los próximos meses.

Aunque el IPC argentino es actualmente uno de los tres más altos del mundo entre países con datos confiables, aún no se la puede catalogar como una hiperinflación. Es que la definición más ampliamente aceptada de este fenómeno fue elaborada por el economista estadounidense Phiplip D. Cagan en 1956, la cual sostiene que se trata de una inflación mensual superior al 50%.

Si bien el dato de mayo fue menor al esperado, no se trata de un registro positivo, según advirtió Martín Calveira, economista investigador del IAE Business School de la Universidad Austral: “La inflación mensual de mayos e sitúa en un registro similar a períodos de regímenes sostenidos de alta inflación como los años comprendidos entrefines de la década de 1970 y toda la década de 1980”.

“De hecho, es el mayor registro interanual desde septiembre de 1991, año en el que la economía comenzaba a estabilizar luego de la hiper de 1989-90”, analizó.

Además, calculó que “el promedio de inflación mensual de los primeros cinco meses del año se sitúa en 7,3%, siendo el mayor para los primeros cinco meses del año desde 1991”.

¿Puede haber hiperinflación en Argentina?

“La inflación, obviamente, está en lo que se llama un régimen de alta inflación, que implica una inercia alta y, justamente, una mayor velocidad de indexación, de actualización, de contratos, de precios, de todo, pero el riesgo de hiper es un monstruo distinto”. Evaluó Martín Kalos, director de EPyCA Consultores.

En declaraciones a Bloomberg Línea, sostuvo: “Si bien es cierto que por primera vez en más de veinte años, efectivamente, el riesgo de hiper ya no es insignificante, es mínimo. Tienen que darse cosas muy concretas para que hay una hiper, las cuales pueden evitarse y las herramientas están”.

Respecto a qué tan real es ese riesgo, la probabilidad existe. Chances hay, pero no es lo mismo una probabilidad de ocurrencia del 80% que del 10%. Entonces, la gente también tiene que diferenciar lo que realmente es una hiperinflación respecto de un país con alta inflación. Vos podés vivir con 200, 250% de inflación y los precios cambiarán una vez por semana. Una hiperinflación no es, solo el nivel astronómico de cómo varían los precios, sino la frecuencia. Te cambian directamente por hora. Eso lleva a que la gente directamente deje de hacer cuentas y deje de transaccionar con su propia moneda, es decir, con los pesos”, explicó Matías De Luca, economista de la consultora LCG.

«Es como que diga que, virtualmente, desaparece el peso cotidiano. Eso es una hiperinflación. Otra cosa es decir que hay 300% de inflación y toda la semana aumente el paquete de pan». Eso no es una hiper», insistió.

El rol del dólar en la inflación argentina

“Cuál es el principal canal hoy de riesgo para una hiper? Que se dispare una corrida cambiaria en los dólares paralelos, que te deje sin precios de referencia y sin abastecimiento de productos importados y que se espiralice”, apuntó Kalos, aunque aclaró que ello “ocurriría si el Gobierno no pudiera intervenir en el mercado cambiario paralelo y, entonces, justamente esa corrida no tendría fin, pero, si bien no sobra, tiene herramientas para frenar una corrida de ese lado”.

De ese modo, argumentó que “tiene algo de reservas en el Banco Central, aunque sea poco, pero algo todavía tiene, y tiene bonos para vender en esos mercados paralelos, a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad y de otros organismos públicos”.

El director de EPyCA Consultores aseguró que eso es lo que ocurrió “hace casi dos meses, afines de abril”, lo cual derivó en “una nueva política cambiaria que apunta a evitar corridas y, en ese sentido, a aguantar hasta que venga un próximo Gobierno que sí pueda tomar decisiones de fondo”.

“El Gobierno actual tiene poco poder para tomar decisiones y poco tiempo para tomar decisiones de largo plazo. Es un Gobierno que en seis meses obviamente va a dejar la Presidencia y vendrá otro de cualquier signo político, propio o ajeno, pero otro. Y en ese marco es que obviamente este riesgo, en una economía tan frágil como es la economía argentina hoy, va a seguir estando”, advirtió.

“Vamos a estar en modo de aguantar e intentar que esos riesgos no se materialicen hasta ver quién puede liderar algún tipo de cambio profundo en la situación”, pronosticó.

Una situación muy frágil

De Luca remarcó que la demanda de dinero, “que es la voluntad que tiene la gente por tener pesos, está en mínimos históricos, a pesar de tener un cepo que tiende a inflarla”. “Al mismo tiempo, hay una inflación que navega el 150% anual entonces la situación es muy frágil”, advirtió.

“Sobre esto es que se monta un eventual episodio de incertidumbre, en el que haya pérdida de la confianza y eso sí puede ser desestabilizante”, alertó. “¿Cómo puede ser desestabilizante? Un ejemplo de las empresas, que hoy están super ‘encepadas’. Entonces, ¿qué dicen? ‘Bueno, de momento yo me quedo con los pesos, pero como hay tanta inflación, los ponemos en plazos fijos’. Esos plazos fijos, al final del día, terminan en el Banco Central”, expresó el economista de la consultora LCG.

“Si hay una crisis de confianza y realmente el público se asusta, huye del peso, y van a para todos a la brecha y al dólar paralelo y ahí la corrida no se puede frenar. ¿Por qué? Porque hoy la deuda del Banco Central es dos veces un poco más la base monetaria, es decir, la cantidad de pesos que circulan en la calle. Entonces, si todos los plazos fijos se desarman, es como que yo diga que va a haber el triple de pesos circulando por la calle. Ese triple de pesos va a ir a buscar dólares a la brecha y ahí no hay forma de contener esa corrida cambiaria porque el Banco Central no tiene los dólares para intervenir en la brecha. Así, el mecanismo por que podría operar es ese”, hipotetizó.

Las presiones de la idea de dolarización en Argentina

“Qué es lo que puede gatillar estos escenarios de pánico e incertidumbre? En primer lugar, esas ideas de dolarizar sin dólares, Si vos ves que un candidato que dice que va a dolarizar sin dólares, efectivamente tiene chances de ganar, pero son reales, la gente se anticipa y compra dólares hoy, que sabe que va a estar más barato y que eso puede prender la mecha”.

«En segundo lugar, la sostenibilidad de la deuda. Es decir, su repago. Si se empiezan a gestar dudas de que si se va a pagar, si se va a defalteaur o algo así, la gente vende todos sus bonos en pesos y se va a comprar dólares de vuelta», estimó.

Sin embargo, resaltó que, «en la medida en que se traza un puente para garantizar esa sostenibilidad, ese riesgo latente está controlado». «Veo esos dos escenarios de presión. ¿Qué tan factibles son? En la medida en que las cosas se hagan con prudencia y demás, eso se puede mitigar».

Las expectativas electorales

“La situación macroeconómica en Argentina se encuentra en una suerte de paradoja: por un lado, las vulnerabilidades macroeconómicas son extremadamente graves, comparables a las de finales de la década de 1980. Por otro, la confianza que hay en un próximo cambio de Gobierno genera expectativas positivas sobre el futuro argentino que evitan una corrida e, incluso, impulsan la recuperación en los activos argentinos”, opinó Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso.

Según su punto de vista, “incluso con ello sobre la mesa, hay varios indicadores que hacen ver a una hiperinflación no como el escenario más probable, pero sí como uno posible”. “No es novedad decir que déficit fiscal crónico genera inflación cuando es financiado con emisión monetaria y buena parte de la aceleración inflacionaria de la última década y media se debe a eso”, destacó.

“Una hiperinflación sería llevar el fenómeno de repudio del peso al extremo: si nadie quiere conservar sus pesos, entonces su valor tiende a cero y los precios, expresados en esta unidad de medida, aumentarían estratosféricamente; hiperinflación”, subrayó en declaraciones a este medio.

“Lo que evita que esto ocurra es que se está descontando un cambio de Gobierno. Esto es visible en la predisposición a canjear deuda con vencimientos para el 2024 y 2025, así como también los buenos rendimientos que están manteniendo los activos argentinos en lo que va del año. Sin esta sensación inminente de cambio y con un largo camino por recorrer hacia el final del Gobierno, probablemente la debilidad económica hubiese predominado y la probabilidad de una hiperinflación sería mayor”, reiteró.

(*) Es Licenciada en Periodismo (UNLZ). Especializada en economía y finanzas. Fue periodista de la agencia Noticias Argentinas (NA) y columnista en el Canal de la Ciudad. También colaboró con el portal iProfesional.