Por Alejandro Maidana

“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”  Martin Luther King

El 22 de marzo del 2014, Azcuénaga dejaría de ser ese barrio que sólo contemplaba el paso del tiempo y su transformación, para poner en agenda la justicia por mano propia. Aquel sábado, una moto con dos tripulantes rompería la tranquilidad que suele abrazar a los arrabales de la ciudad.

Las crónicas dicen que David intentó arrebatarle la cartera a una joven mamá y que al emprender su huida, la misma se vería interrumpida por un vehículo que al parecer encerró a la moto. Isaías Ducca, el segundo integrante del hecho, pudo escapar de ese cuadro de situación, distinta fue la suerte de Moreira.

Una horda de vecinos primero lo abordaría, para después someterlo a una golpiza tan irracional como repudiable. Tendido en el piso David Moreira agonizó durante dos horas sobre el asfalto hasta recibir auxilio, tres días después la muerte lo pasaría a buscar por concejo de algunos bárbaros.

Un caso que vuelve a interpelarnos a todos. Los principios de convivencia, orden y justicia vuelven a ponerse en el banquillo de los acusados en donde el hartazgo, será el que dicte la condena y le baje martillo como hizo con este pibe de 18 años.

En diálogo con Conclusión, Norberto “Beto” Olivares, abogado de la familia Moreira dio detalles sobre el caso. “Existe un peligroso aval social para con este caso emblemático que ha dejado expuesto el sentimiento de muchos para con los linchamientos. Cuando me hice cargo del caso, lo primero que plantee fue hacer una movilización con distintas organizaciones en el barrio, algo que impactó pero que consideré oportuno. Hoy eso sería imposible, ya que hay un clamor reaccionario y una espesura subjetiva en la sociedad que da que temer. No se trata de avalar el delito, se trata de no naturalizar un hecho deleznable como el linchamiento”.

Son tres los imputados por la muerte de David Moreira, Nahuel P., Gerardo G., y Cristian A., este último se ha agregado a la lista recientemente. Sobre la culpabilidad de los mismos y sus testimonios el abogado dijo: “Primeramente existió un silencio cómplice de la mayoría del barrio, entre aquellos que ocultaban información y los que directamente se negaban a declarar. Pero por suerte algunos se animaron a romper el cerco del miedo, y gracias a los testimonios y al rastreo de algunas evidencias hoy al menos tenemos tres imputados.

“Lamentablemente acá se terminan las imputaciones, pero lo que llama poderosamente la atención es la jactancia de al menos uno de ellos sobre lo sucedido con David. Están creídos que son vengadores y no asesinos, por lo que esto es un llamado de atención, no se puede naturalizar este hecho aberrante”, agregó.

La fiscalía caratuló el caso como homicidio en riña y no como homicidio agravado por ensañamiento y alevosía que es lo alega la querella, lo que cayó muy mal entre familiares, amigos y organizaciones. “Si bien esta determinada la participación de estos tres imputados, lo que no está determinado es quién le da el golpe de gracia y le origina su muerte. A David le rompieron la cabeza, lo patearon cobardemente hasta convulsionar y perder masa encefálica, tratar de buscar un solo culpable para que cargue con el crimen es algo imposible. Acá hubo complicidad colectiva, tanto en la acción como en el silencio”, enfatizó Olivares.

El abogado consideró que la caratula no puede ser otra que la mencionada anteriormente. Sostiene que el ensañamiento se ve a las claras porque David muere después de agonizar tres días, y la alevosía porque no tenía como defenderse ante este ataque y fue molido a golpes.

Anabel es la tía de David, y brevemente describió como fue la vida de este joven de apenas 18 años. “Me cuesta creer que mi sobrino no esté más entre nosotros, si él se equivoco debería haberlo pagado con la cárcel, no con su vida. El jamás había pisado una comisaría, era trabajador, un pibe sensible y de un corazón de oro, la sociedad debe entender que entre ser un arrebatador y un asesino hay una distancia enorme”.

“Solo quiero decirles una cosa a los asesinos de David ¿Qué se les pasó por la cabeza cuando se enteraron que no tenía antecedentes y que no estaba armado? Detrás de él había una familia, sólo vivía para Rosario Central, prácticamente no salía, o si lo hacía siempre le avisaba a su madre. Queremos justicia, necesitamos de la misma”, dijo.

La escuela 456 de Empalme Graneros que supo contener en el cursado primario a David, aún no puede recuperarse de tamaño golpe. Sus docentes recibieron un cimbronazo notable al corazón, ya que su labor dentro de los establecimientos periféricos carga una enorme sensibilidad social.

El asesinato de David Moreira no es un caso más de violencia, es el fruto de una sociedad fracturada que interpela a las normas preestablecidas empoderando el hartazgo. Un hilo muy fino que no se debe cortar, por el bien de cada uno de todos nosotros.