«Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable de las pobrezas», Madre Teresa de Calcuta.

Agnes Gonxha Bojaxhiu nació en 1910 en Skopje, un pueblo Albanés que formaba parte de la antigua Yugoslavia, y murió en Calcuta en 1997, en donde trabajó por alrededor de 50 años. De allí el nombre por el que se la conoce en todo el mundo: Madre Teresa de Calcuta.

La profunda religiosidad de la familia de Agnes despertó en ella el interés por los más necesitados desde niña.  A los doce años, Agnes ingresó en la Congregación Mariana, donde inició su actividad de asistencia a los humildes. Luego, a los dieciocho años, tras un breve paso en Dublin, se embarcó hacia Bengala, India, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar su fe.

Al poco tiempo llegó a la ciudad de Calcuta, India. Durante casi veinte años ejerció como maestra en la Saints Mary’s High School. Sin embargo, la profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la ciudad movió a la religiosa a solicitar a Pío XII la licencia para abandonar la orden y comenzar a trabajar para los pobres.

«Quiero llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y que les ama a ellos»

En 1948, Teresa abrió su primer centro para niños. En 1950, año en que adoptó también la nacionalidad india, fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad. Paralelamente se abrieron centros en diversas ciudades del mundo. A su vez, la misionera creó una leprosería en Bengala y posteriormente convencería al papa Juan Pablo II de abrir un albergue para indigentes en el mismo Vaticano.

A partir de sus acciones con los más humildes, conquistó la admiración mundial, por lo que fue reconocida con el premio Nobel de la Paz en el año 1979. Además, fue elegida en 1982 por el Papa Juan Pablo II como mediadora en el conflicto del Líbano. Y en 1986 Teresa funda la Casa del Moribundo.

«Ama hasta que te duela, si te duele es la mejor señal» 

Los años siguientes, su salud comenzó a declinar y su corazón a debilitarse. En 1989 fue intervenida quirúrgicamente para implantarle un marcapasos, y en 1993, tras ser objeto de otras intervenciones, contrajo la malaria en Nueva Delhi, enfermedad que se complicó con sus dolencias cardíacas y pulmonares.

Pocos días después de celebrar sus 87 años falleció en la ciudad que le dio todo, y a la que ella le dedicó su vida, Calcuta. Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la India para despedirla. Seis años después de su muerte, en octubre de 2003, y coincidiendo con la celebración del 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada en una multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas partes del mundo.

«El trabajo que hacemos no tiene nada de heroico. Cualquiera que tenga la gracia de Dios puede hacerlo»

Palabras desde Rosario

Monseñor Eduardo Martín, arzobispo de Rosario, dialogó con Conclusión y reflexionó sobre la figura de la Madre Teresa y qué representa su canonización para la Iglesia y el mundo.

«La canonización de la Madre Teresa es una gran fiesta para la Iglesia y para la humanidad. Ella ha sido como un ángel para los más pobres y los más olvidados de esta tierra. Creo que su testimonio de caridad es lo que nos inspira y nos tiene que movilizar a todos a practicar las obras de misericordia. No podremos ser como la madre Teresa pero una obra de bien cada día puede hacer un gran mar de bien y de amor», manifestó Martín.

Con respecto a la relevancia de que una persona tan vinculada con la paz y la misericordia sea santificada, el religioso estableció: «Ella combatió el mal haciendo el bien. Esta fue su gran prédica, que lo hizo con su vida. Fue Nobel de la Paz, eso también nos lleva a que podamos ser instrumentos de paz en nuestra sociedad, en los lugares donde nos toca actuar. Evidentemente se necesitan que se multipliquen las iniciativas de caridad y de amor. Hay muchas, pero si hubiese más sería un gran alivio para tantos hermanos que sufren».

Monseñor Martín: “La Madre Teresa combatió el mal haciendo el bien”

Sus milagros para la santificación

Este domingo, nueve años después de su fallecimiento, la Madre Teresa de Calcuta será consagrada como santa. Ya que la misionera recibirá la canonización gracias a dos milagros realizados.

Una mujer que superó un tumor en el abdomen y un hombre que se curó de una infección rara en el cerebro fueron los dos milagros que permitirán a la Madre Teresa de Calcuta convertirse en santa.

El primer paso que exige el Vaticano, la beatificación, se permitió producto del milagro de la india Mónica Bersa, quien salvó su vida en 1998, un año después de la muerte de la Madre Teresa. Bersa, de 34 años, padecía un tumor en el abdomen que sanó luego que uno de los médicos que la trataba le colocara en el pecho una medalla de la monja.

Mientras que la canonización se produce gracias al milagro del brasileño Marcilio Andrino, quien fue diagnosticado en 2008 de una infección rara en el cerebro e hidrocefalia.

A la par de su tratamiento médico, el hombre le rezaba a la Madre Teresa de Calcuta. Sin embargo, cuando los médicos ya habían decidido operar, el muchacho se levantó “sin dolores de cabeza y con paz interior”. Los abscesos y la hidrocefalia habían desaparecido completamente.

«Para nosotras no tiene la menor importancia la fe que profesan las personas a las que prestamos asistencia»

Cuando en 1997 falleció la Madre Teresa de Calcuta, la congregación de las Misioneras de la Caridad ya contaba con más de quinientos centros en un centenar de países. Pero quizá la orden que fundó, cuyo objetivo es ayudar a «los más pobres de los pobres», es la menor parte de su legado, lo más importante fue convertirse en una inspiración y en una prueba eterna de generosidad y entrega a los demás. Quizá ese haya sido su mayor milagro.

Monseñor Eduardo Martín, arzobispo de Rosario, dialogó con Conclusión y reflexionó sobre la figura de la Madre Teresa y qué representa su canonización para la Iglesia y el mundo.

«La canonización de la Madre Teresa es una gran fiesta para la Iglesia y para la humanidad. Ella ha sido como un ángel para los más pobres y los más olvidados de esta tierra. Creo que su testimonio de caridad es lo que nos inspira y nos tiene que movilizar a todos a practicar las obras de misericordia. No podremos ser como la madre Teresa pero una obra de bien cada día puede hacer un gran mar de bien y de amor», manifestó Martín.

Con respecto a la relevancia de que una persona tan vinculada con la paz y la misericordia sea santificada, el religioso estableció: «Ella combatió el mal haciendo el bien. Esta fue su gran prédica, que lo hizo con su vida. Una vez le dijeron: Usted va a solucionar todos los problemas con su obra. No, dijo, pero si yo no hiciera lo que hago, haría más gente que moriría sin dignidad. Además como mujer de paz, ganó el premio Nobel y fue reconocida a nivel mundial. Eso también nos lleva a que podamos ser instrumentos de paz en nuestra sociedad, en los lugares donde nos toca actuar».

Por último Monseñor Martín, destacó la grandeza de la figura de la Madre Teresa y la importancia de su figura como inspiración mundial: «Evidentemente se necesitan que se multipliquen las iniciativas de caridad y de amor. Hay muchas, pero si hubiese más sería un gran alivio para tantos hermanos que sufren».