Un cable de la agencia EFE, fechado en Washington, da cuenta que la tasa de mortalidad de hombres y mujeres blancos, de edad media y con nivel bajo de educación, se disparó en los últimos tres lustros, en una tendencia bautizada como «muerte por desesperación» y vinculada a problemas económicos y sociales.

El dato cobra especial relevancia dado que esa es la base de estadounidenses frustrados con el sistema que alimenta los sueños presidenciales del virtual candidato republicano, Donald Trump.

En una conferencia en el centro de estudios Brookings, de Washington, la economista de la Universidad de Princeton, Anne Case, dedicó años a investigar la suba de esas muertes de hombres y mujeres de raza blanca, de entre 45 y 54 años y con solo estudios secundarios, subrayó que, en comparación, la mortalidad entre hispanos y afroamericanos registró un suave declive. La especialista cuantificó en 22% el incremento de esos decesos en los últimos quince años debido, sobre todo, al abuso de alcohol, al uso excesivo de opiáceos y a los suicidios.

«Es un mundo en el que la gente que está muriendo no debería estar muriendo», afirmó Angus Deaton, premio Nobel de Economía de 2015 y profesor de Princeton, en la misma charla en la que acompañó a Case.

El prestigioso economista precisó la cifra en 96.000 muertes al año y agregó que es de un rango «sólo comparable a la epidemia de sida/HIV de 1980 y principios de 1990».