El Banco de Japón (BoJ) decidió hoy mantener intacta su evaluación de la economía nacional y optó por no activar ningún estímulo adicional de flexibilización monetaria, a pesar de la nueva entrada en recesión.

Así lo anunció al término de su reunión mensual sobre política monetaria, en la que no modificó ninguno de los puntos esenciales de su estrategia ni su análisis sobre la evolución de la tercera economía mundial.

El BoJ considera que la economía nacional «ha continuado su tendencia de recuperación moderada, aunque las exportaciones y la producción se han visto afectadas por la desaceleración de las economías emergentes», según consta en el documento aprobado hoy.

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La entidad no ha rebajado su evaluación a pesar de que el producto interior bruto (PIB) retrocedió 0,8 por ciento entre julio y septiembre en comparación con el mismo período del año anterior, lo que supone su entrada técnica en recesión, según los datos publicados el lunes.

El análisis del banco central japonés se basa en señales positivas como el repunte del consumo doméstico o la «tendencia moderada al alza» de la inversión corporativa, y también señala que la inversión pública ha disminuido ligeramente «aunque se mantiene en niveles altos».

El BoJ tampoco movió ficha en sus previsiones sobre la inflación, ya que confía en que las subas salariales aplicadas por las grandes empresas terminen por empujar los precios al alza.

En su reunión mensual previa, la entidad decidió retrasar nuevamente el plazo marcado para lograr que el país registre una inflación en torno a 2 por ciento hasta finales de 2016 o principios de 2017, debido a los efectos de la caída del crudo.

A pesar de este retraso y de las dificultades para lograr ese objetivo inflacionario, el BoJ se ha vuelto a abstener de tomar medidas adicionales a favor de la flexibilización similares a los movimientos recientes de China y Alemania, y como venían reclamando algunos economistas.