Por Florencia Vizzi

Las drogas prohibidas dentro de los marcos legales y condenadas socialmente suelen ser un tabú. Preferentemente no se habla de ellas y, cuando se habla, muchas veces se lo hace desde el sensacionalismo y el desconocimiento y también desde una supuesta superioridad moral que señala con el dedo y cae con todo el peso de la ley sobre el consumidor. En ese contexto, drogas suelen ser sinónimo de enfermedad.

Grande es la paradoja cuando, una droga de mala fama, como lo ha sido por décadas la marihuana, se convierte en sinónimo de salud y miles de madres alrededor del mundo ven a sus hijos mejorar cuando consumen derivados fitoterapeuticos de ella.

La Asociación de Estudios Culturales de Rosario es una entidad sin fines de lucro que, desde hace más de diez años “aboga por la implementación de un nuevo paradigma en políticas de drogas que incluyan un abordaje amplio desde la complejidad de la problemática, incorporando el enfoque de reducción de daños, respetando las elecciones individuales, en un marco de  promoción y protección de los derechos humanos”.

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Foto: Gentileza Paula Sarkissian

Conformada por profesionales de distintas áreas de la salud, (médicos, psicólogos, terapeutas) y de las ciencias sociales, el devenir de la organización trajo aparejado que terminaran jugando un rol fundamental en la vida de mucha gente que recurrió a ellos a falta de otros dispositivos estatales que pudieran prestarle asesoría y alivio para el tratamiento de sus enfermedades.

“Mateo tiene cuatro años y es autista. Al inicio de su tratamiento con aceite de cannabis, presentaba un severo cuadro de desnutrición, al borde de la colocación de un botón gástrico. Rechazaba a comida, era agresivo e incapaz de sociabilizar. Tras cuatro meses de tratamiento, Mateo comenzó a comer y a aceptar nuevos alimentos, adquiriendo hábitos saludables de alimentación. Además, participa cada día de los preparativos para poner la mesa y mejora notablemente sus relaciones interpersonales”

“Tal vez a algunos les sorprendería saber que más de la mitad de los pacientes que asesoramos, están en un rango etario que va de los 50 a los 80 años. El cannabis es muy bienvenido en la tercera edad”, señala la psicóloga Soledad Pedrana, integrante del equipo multidisciplinario de Arec. “Pero es que precisamente ellos sufren patologías que producen dolores crónicos y el cannabis medicinal les mejora enormemente la vida”, agrega.

Arec brinda asesoramiento en la temática de drogas y cannabis medicinal: aconsejó al gobierno uruguayo en el momento de redactar la ley que terminó legalizando el uso de la marihuana con fines médicos, a instituciones, y a legisladores. A veces asisten como peritos en juicios penales en casos en los que hay que determinar si se trata de autocultivo o narcotráfico, y también fueron parte del equipo que redactó la recientemente aprobada ley de uso de cannabis medicinal en la provincia de Santa Fe.

«Este año nos metimos de lleno con el cannabis medicinal”, apunta la piscóloga. “Empezó con  un taller abierto de autocultivo y comenzaron a llegar consultas y a desbordarnos por la cantidad. Nosotros hacía años que venimos planteando que el cannabis medicinal es una realidad alrededor del mundo y que brinda opciones viables para diversas patologías. Así que pasado el taller, decidimos hacer una reunión con la gente que nos consultaba. Al primer encuentro vinieron ocho, al siguiente cuarenta… y al próximo hasta llegó un colectivo completo de gente que venía de Entre Ríos”..

“Débora tiene 32 años, un severo retraso psicomotriz y epilepsia refractaria. Tenía entre 15 y 20 crisis semanales, de una duración aproximada de 50 minutos. No se alimentaba por sus propios medios, estaba postrada en la cama, no hablaba y tenía trastornos en el ciclo de sueño y vigilia. Luego de cuatro meses de tratamiento con aceite de cannabis, las crisis cesaron totalmente, comenzó a comer por sus propios medios, empezó a hablar y a conectar con su entorno, volvió a caminar y recuperó tono muscular”.

“En seis meses atendimos 260 personas. Tuvimos que armar todo un dispositivo que no teníamos pensado, pero la demanda era tal que resultaba imposible no hacerlo”, explica. “Con mis compañeros,  a quienes es necesario destacar por la seriedad y el amor con el que trabajan, diseñamos un sistema para asesorar de la mejor forma posible. Armamos una ficha que le damos a la gente para que complete al llegar, con todos sus datos, antecedentes y detalles médicos. Una vez que la completan, los hacemos pasar y Pablo (Ascolani), presidente de Arec, proyecta un video que contiene todo lo concerniente al cannabis medicinal, todo lo que necesitan saber, desde lo fitoterapéutico y lo científico hasta las patologías que pueden ser tratadas. Así la gente ya tiene un panorama más claro».

Además, en paralelo funcionan dos espacios más, el de autocultivo, dónde la gente aprende a cultivar y extraer el aceite de cannabis y el de escucha profunda, en el que se trabaja con los pacientes que ya están auto administrándose el cannabis medicinal.

“Cada paciente que viene, firma una formulario en el queda asentado que ellos se auto administran el cannabis y nosotros los asesoramos en ese proceso…básicamente porque no hay nadie que lo haga, es decir, no hay una respuesta del Estado para estos pacientes que sufren”, enfatiza Pedrana. “Es importante dejar en claro que Arec no provee ni despensa cannabis ni aceite de cannabis, nosotros solo asesoramos y articulamos a aquellos que necesitan tratamiento con cultivadores”, manifiesta la vocera de la organización

Soledad relata que en algunos casos la mejora es inmediata, “casos que los médicos daban por perdidos y que a los dos o tres días de administrar el cannabis, se observan mejorías”. «En casos de autismo es muy notorio, los cambios son prácticamente inmediatos, en cuanto su comportamiento y su capacidad de relacionarse socialmente. Adquieren hábitos, incorporan palabras a su lenguaje y comienzan a interactuar con su entorno”.

“Leonardo tiene epilepsia refractaria. Tenía entre 50 y 100 crisis convulsivas diarias.  Trastornos del ciclo sueño vigilia, falta de apetito, tartamudeo al expresarse y pasaba gran parte del día durmiendo y sin realizar ningún tipo de actividades. Tras cinco meses de tratamiento con aceite de cannabis, ya no consume otros medicamentos, las crisis desaparecieron, aumentó de peso, retomó sus actividades en natación, participa de reuniones sociales y recuperó el habla sin inconvenientes”.

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Foto: Gentileza Paula Sarkissian

Es importante tener siempre presentes que cuando se habla de pacientes, se habla también de todo su entorno “Son familias… una persona que tiene epilepsia refractaria puede hacer 30 o 40 convulsiones al día… eso implica que esa familia vive en torno a la enfermedad y al dolor que ocasiona. Por eso yo creo que hay que ser muy claros en esto, si con tan pocas posibilidades, escasa información médica y ninguna investigación se consiguen estos resultados, imaginemos lo que podría hacerse y la gran esperanza que esto significa”.

En cuanto a las patologías que pueden tratarse son múltiples, fibromialgias ,autismo, esclerosis múltiple, epilepsias o síndromes que derivan en alguna refractariedad, VIH, tratamientos del cáncer, tratamientos del dolor crónico (reuma, artritis) entre otras.

“Muchos de los pacientes que tratamos toman 1500, 2000 miligramos diarios de distintas drogas. Ácido valproico, ritalín, clonazepam, lorazepam, lamotrigina,  fenitoina, protectores gástricos y todo tipo de combinaciones de pastillas. Y, parece increíble, pero hemos tenido pacientes que han podido dejar parte de esa parafernalia de drogas, o todas, en algunos casos, y no han tenido más crisis”, relata Soledad y detalla diversos casos severos que evolucionan exitosamente con el tratamiento.

“Angelina tiene cuatro años y padece epilepsia refractaria por displasia cerebral. Desde los dos años, tenía alrededor de 25 crisis convulsivas diarias. No hablaba, lloraba en forma permanente, no dibujaba ni jugaba, tenía bajo peso por la falta de apetito, se golpeaba la cabeza y no pudo asistir al jardín de infantes. Tres meses de tratarse con aceite de cannabis, ya no padece crisis, comienza a nombrar a sus padres, hermanos y elementos significativos. Comenzó a jugar y compartir con otros niños, arma rompecabezas e iniciará el ciclo lectivo en el pre escolar”

Del dicho al hecho: la ley de cannabis medicinal

El 30 de noviembre de 2016, la cámara de Senadores de la provincia de Santa Fe finalmente aprobó la ley que regula el uso de cannabis medicinal.

La misma contempla la incorporación al sistema de salud pública de la provincia los medicamentos a base de cannabis y formas farmacéuticas derivadas. Estará contemplado dentro del formulario terapéutico provincial, por lo cual los médicos podrán recetar todos los derivados del cannabis. Además, el Instituto Autárquico Provincial de Obra Social (Iapos) deberá incluir todos los derivados del cannabis sin costo alguno.

La ley contempla que la producción quede en manos de los laboratorios públicos de la provincia de Santa Fe y propicia el desarrollo de estudios e investigaciones clínicas relacionadas con el uso del Cannabis con fines terapéuticos, con la finalidad de profundizar conocimientos y crear nuevos saberes sobre su uso.cannabis1

Asimismo dispone de la conformacón de un consejo asesor de políticas relacionadas al cannabis cuyo objetivo es el estudio, seguimiento y asesoramiento del proceso de implementación y cumplimiento de la presente.

Pablo Ascolani, presidente de Arec, consultado sobre los pros y los contras de la nueva ley provincial, subraya en primer término que la ley “es muy positiva desde todo punto de vista”. Si bien, hay algunas críticas, Ascolani señala que es un “gran primer paso”, porque es “una respuesta al reclamo de que el Estado se haga presente y regule la producción de cannabis”.

“Es cierto que tiene limitaciones. Yo señalaría dos puntos en contra, uno, es que aborda sólo los usos terapéuticos y deja afuera todo el espectro recreativo, explicó el presidente de la ONG. El otro tema es un pedido que hicimos en todas las reuniones en las que participamos para asesorar en la elaboración del proyecto, y es que se genere un ámbito de contención, tanto legal como técnica a los usuarios de cannabis que quieran cultivar. El punto del autocultivo era muy importante y no está contemplado en la ley».

Sin embargo, Ascolani reconoce que eso aún puede discutirse en la etapa de la reglamentación: “Hay un artículo que los socialistas maquillaron y que puede dar pie a la reglamentación a esa contención legal y técnica de las personas que decidan cultivar y no utilizar el cannabis producido por el Estado. Esto nos parecía importante porque,  si bien el estado puede plantar cannabis y producir fitofármacos, reconociendo que tiene propiedades terapéuticas y que es útil, y a su vez se haciéndos con el monopolio de la producción del cannabis medicinal, penaliza con la cárcel a aquellos que deciden no comprar el medicamento en la farmacia o retirarlo del hospital… Entonces hay una contradicción allí muy grande”.

Ascolani explica que la idea es que el estado provincial cultive el cannabis y que lo dispense o bien en su variabilidad florida, como lo hace el Ministerio de Salud de Holanda, o bien en forma de fitofármacos.

“Esto es un camino que recién empieza, señala el presidente de la ONG, por eso es importante contemplar el autocultivo. Hay que continuar con los proyectos de investigación en curso. Actualmente, junto con el decano de la facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmaceuticas, Esteban Serra, lo que empezamos a hacer un testeo de variedades, cromatografías, que es un estudio que da cuenta de la proporción  y cantidad de cannabinoides y aromáticos que tiene cada variedad”.

El titular de Arec es optimista y cree que “no es imposible que en dos o tres años estemos produciendo copias de medicamentos ya probados en otros países, como es el Sativex. No es tan difícil porque son fitofármacos que tienen cierta variabilidad aceptada en su composición, y es algo que se hace comúnmente en estos casos”

Consumo responsable

Otra de las aristas siempre presentes en los objetivos de Arec es “educar en drogas y abogar por un consumo responsable”. Situados en el contexto de las últimas noticias en las que varios jóvenes y adolescentes resultaron muertos por consumo de éxtasis en fiestas electrónicas, Soledad Pedrana fue categórica: “Lo que creemos que es hay que empezar a tener políticas serias en reducción de daños. Es decir, las drogas existen y van a seguir existiendo más allá del modelo que haya y, guste o no, la gente las consume. Si la única idea para enfrentar el tema es prohibir más y más, lo único que vamos a conseguir es que la gente lo esconda más profundo en el ropero pero no que deje de consumir. Las prohibiciones siempre generan una profunda ignorancia y la ignorancia genera más muertes”.

“Las fiestas electrónicas son un ejemplo de ello. Y se podría perfectamente abordar la reducción de daños. Por ejemplo, armando puestos sanitarios con varias personas con el Test de Marquis (reactivo que sirve para identificar drogas y pureza de las mismas). Eso le permitiría saber a los que vayan a consumir si realmente va a tomar MDA o una droga adulterada. Porque, si vos le decís a una persona ‘mirá, esto que vas a tomar es una droga adulterada que probablemente te provoque la muerte’, hay que ver realmente si decide tomarla. Eso es consumo responsable, porque en esos lugares, dónde fallan todos los controles, las drogas están y la gente las va a querer consumir, el tema es como hacer para que ese consumo no sea una dosis letal

La psicóloga sostiene que: “Cualquier persona que va a consumir una sustancia, tiene el derecho de decidir si quiere hacerlo o no, y será su decisión. Pero lo que sí se puede hacer es conseguir que lo haga de forma segura y responsable. Primero hay que educar en drogas, como se hizo en muchísimos lugares del mundo”.

E insiste en señalar como fundamental “el tema del consumo responsable”. Esto no se trata de una ‘apología del porro’, y eso debe estar bien claro. Simplemente creemos en  explicarle a cada persona que son las drogas, para qué se utilizan, cuáles son sus efectos y cuál es su composición, y darle la opción de elegir, si quiere consumir, como hacerlo y que lo haga en forma segura para preservar su vida.  «Nosotros consideramos que, puertas adentro, lo que cada uno hace con su cuerpo es una cuestión privada de cada individuo, por eso somos individuos libres. Cuando se te priva de decidir lo que querés consumir, se te priva de tu libertad, básicamente. Por lo menos en este único dominio que tenemos que es nuestro cuerpo”,

Pedrana subraya que para quienes integran Arec, “la salud es un concepto integral que debe entenderse como un concepto holístico, desde la dimensión física, mental, emocional y espiritual”. Y el tema de la marihuana debe entenderse desde allí y no acotada a patologías ni extremas ni físicas. “Es una medicina que si a nivel espiritual a una persona le sirve como consuelo para llevar la vida, tiene todo el derecho del mundo a utilizarla y no que le digan que eso es ilegal y que está obligado a usar fluoxetina”.