El gobierno y el gremio de la industria lechera piden certezas sobre la situación de la instalación, una de las principales fuentes de trabajo de la localidad.

El futuro de la planta láctea de Sancor en la localidad de Brinkmann, provincia de Córdoba, preocupa tanto a la intendencia como a los trabajadores y a la Asociación de la industria lechera (Atilra).

La compleja situación que atraviesa la empresa podría causar el cierre de la instalación, en la que trabajan 133 empleados, y en la cual se producen quesos y leche en polvo.

El intendente de la ciudad, Gustavo Tévez, presentó un pedido de audiencia al directorio de Sancor para dialogar sobre la situación de la planta. “Desde hace varios años la misma viene colaborando con las distintas crisis que la empresa atravesó, consecuencia de lo cual fue el permanente achicamiento del personal, pasando de una planta de más de 400 dependientes a una que apenas supera los 100”, alega en la nota.

Plantas paradas o a medio trabajar

Por su parte, desde la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina, Atilra, dicen que la situación es muy delicada, y que al tratarse de un problema empresario, el gremio todavía no tiene información precisa sobre el destino de la instalación. Sin embargo, aseguran que la de Brinkmann no es la única planta afectada, sino que existen otras que ya trabajan a medias o están paradas.

La empresa láctea desdobló el sueldo de los empleados de la localidad del noreste cordobés, desde hace ya seis meses. “Exigimos que se revele la situación de la empresa y que se exponga con claridad cuál es el plan para salir adelante”, pide Héctor Ponce, Secretario General de Atilra, en una carta enviada al presidente de Sancor, Gustavo Ferrero.

Capacidad productiva afectada

Ya a fines de 2016 la empresa había cursado una nota a la Comisión Nacional de Valores, explicando que «la difícil situación de la lechería afectó la capacidad productiva y desempeño económico» y había prometido comunicar en breve una serie de «resoluciones adoptadas para dar una solución definitiva» a su crisis.

Sin embargo, pasado el primer mes del nuevo año, y luego de haber cerrado en junio de 2016 un balance anual con pérdidas por $ 2.421 millones, con un crecimiento exponencial respecto de los quebrantos de $ 447 millones en 2015, y $ 263 millones en 2014, no se advierten señales que posibiliten suponer una solución inmediata a una crisis que no es nueva.

Una parte a Vicentin

En junio del año pasado vendió su negocio de postres, flanes y yogures al grupo industrial Vicentín, por 100 millones de dólares.

Una de las causas de la profundización de la crisis, que los principales directivos de la empresa –su presidente, Gustavo Ferrero, y el gerente general, Marcelo Gornati– le comunicaron a mediados de 2016 al ministro de Producción de la Nación, Francisco Cabrera, fue la sostenida caída de la producción de leche fresca en 2016 «entre el 10% y 11% respecto al año anterior, totalizando unos 10.100 millones de litros de leche, con un descenso constante de los tambos del orden del 8%, según un informe difundido por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA)».

Baja de las exportaciones

Adicionalmente, se agregaron el efecto de la pérdida del negocio de exportación que había promovido el gobierno anterior con el gobierno de Venezuela, más las inundaciones que afectaron la cuenca lechera santafesina.

En la empresa insisten en que mantienen su esperanza de encontrar una solución definitiva, que comprendería el cierre de usinas que dejaron de ser productivas en condiciones competitivas, pero también la llegada de nuevos socios y auxilio financiero para poder construir al menos una planta, para poder sostener el empleo a casi 4.000 personas, que se estima perciben un ingreso medio de bolsillo de 40.000 pesos.