El desacuerdo es total en el inicio del Comité Federal del PSOE reunido en Ferraz. La tensión marca el inicio del comité federal del Partido Socialista (PSOE) español que decidirá sobre el futuro inmediato del líder Pedro Sánchez, quien busca el aval para celebrar primarias y un congreso exprés en medio de la guerra sin cuartel que libra con sus rivales, que quieren forzar su salida para permitir la formación de un gobierno conservador en España.

«Golpistas», «traidores», fueron algunos de los insultos que recibieron los críticos de Sánchez, entre ellos el diputado Eduardo Madina y el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, quienes fueron increpados por decenas de militantes socialistas a su llegada a la sede central del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, donde se celebra el cónclave.

«Si el Comité Federal pasa a la abstención yo no podré administrar una decisión que no comparto», dijo el líder del PSOE en una comparecencia sin preguntas a última hora del viernes, dejando claro que dimitiría si no puede seguir adelante con su estrategia de decir «no» a Rajoy e intentar formar un gobierno alternativo para evitar nuevas elecciones.

La reunión, cuyo resultado es altamente incierto, fue convocada a las 9 de la mañana (4 de Argentina), pero más de tres horas después aún no había comenzado debido a las enormes discrepancias que existen entre las dos facciones enfrentadas.

El desacuerdo es de tal magnitud que los socialistas no se ponen de acuerdo ni en cómo gestionar la reunión de la que participan unas 300 personas.

Los oponentes de Sánchez se resisten a reconocer el derecho a voto en el comité federal de los miembros de la Ejecutiva de Sánchez, ya que consideran que ese órgano quedó disuelto después de la dimisión en bloque de 17 de sus miembros el pasado lunes.

Con esa maniobra, los críticos liderados por la presidenta andaluza Susana Díaz intentaron forzar la salida de Sánchez, pero el líder socialista se atrincheró argumentando que su legitimidad emana de los militantes que lo eligieron en primarias. De ahí que pretende dirimir la gran crisis que se abrió en el PSOE devolviendo la voz a las bases.

El bando crítico, que busca tumbar sus planes, asegura que la Ejecutiva de Sánchez debe dimitir y dejar el partido en manos de una gestora. Cuentan a su favor con un informe emitido por tres de los cinco integrantes de la comisión de garantías y ética del partido.

Muchos analistas consideran que esa estrategia facilitaría la formación de un gobierno del Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy sin que ningún líder socialista quede marcado directamente.

Internas

La rebelión contra Sánchez está encabezada por los dirigentes territoriales que tienen responsabilidad de gobierno y están ligados a la «vieja guardia» del PSOE, que se resiste a aceptar el rumbo que tomó Sánchez, quien heredó un partido en caída libre que no supo levantar.

El desgaste electoral de los últimos meses sumado a las dificultades para formar gobierno provocaron un terremoto en el PSOE.

Sánchez encadenó dos derrotas electorales consecutivas a nivel nacional -20 de diciembre y 26 de junio- en las que logró resistir al partido izquierdista Podemos, pero los recientes comicios de Galicia y el País Vasco, en los que el PSOE se hundió, supusieron un golpe definitivo para su liderazgo.

Los críticos creen Sánchez está acabado y que el PSOE debería abstenerse para permitir la formación de un gobierno para recién después, desde la oposición, abocarse a la reconstrucción del partido con un nuevo líder.

Por el contrario, los fieles consideran que un avalar al PP de Rajoy, manchado por la corrupción, sería herir de muerte al PSOE, de ahí que quiere intentar una mayoría alternativa, que es difícil pero los llevaría a unas terceras elecciones con la tranquilidad de que fueron los nuevos partidos los que dijeron «no», y así podrían resistir.