Los países de la Unión Europea acordaron finalmente ayer por sorpresa, y tras dos años de intensos debates, autorizar por otros cinco años el uso del glifosato, un controvertido herbicida acusado de ser nocivo para la salud.

La decisión fue inesperada porque las divisiones entre los países del bloque parecían insuperables.

Este herbicida se ha convertido en una cuestión de salud pública pero también política desde que, en mayo de 2015, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer -que depende de la OMS- lo calificó como «probable cancerígeno».

Los nueve países que dijeron no en una primera votación el pasado 9 de noviembre, entre ellos Francia y Luxemburgo, mantuvieron este lunes su posición, indicaron fuentes europeas al corriente de la decisión, tomada a puerta cerrada.